La huella romana de Lobos

Playa de La Concha, en el sur del Islote de Lobos. En primer plano, parte del yacimiento que alberga un taller de púrpura de factura romana; al fondo, la isla de Fuerteventura

Luis Socorro

4 de junio de 2022 10:10 h

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“Lobos es el yacimiento arqueológico más antiguo de Canarias”, proclama, orgulloso, Luis Lorenzo Mata, director del Museo Arqueológico de Fuerteventura. Y lo es mientras no se demuestre lo contrario con dataciones con higiene cronométrica de otros enclaves. “Lobos es un regalo para la Arqueología de Canarias, un milagro, porque es muy difícil encontrar un yacimiento con todos los elementos de una factoría de púrpura de hace 2.000 años”, afirma el doctor Ramón Cebrián. Este rudimentario taller de producción de púrpura está enclavado en un islote de sólo 4,68 kilómetros cuadrados, seis veces más pequeño que La Graciosa. Sobre el año 40 antes de la Era Común (AEC) se inició una ocupación que se prolongó aproximadamente un siglo, pero no de forma permanente. No se sabe desde dónde llegaron sus moradores, pero sí hay indicios de que procedieran de Gades –actual ciudad de Cádiz-. De lo que no hay ninguna duda es que eran personas romanizadas ya que absolutamente todos los registros arqueológicos excavados son de cultura romana. De hecho, no hay ninguno de factura aborigen.

El descubrimiento del yacimiento de Lobos revolucionó a la comunidad científica, porque por primera vez se constató, con pruebas fehacientes,  la presencia de la cultura de Roma en el archipiélago. Fue a principios de 2012 cuando unos turistas encontraron trozos de una vasija de cerámica y numerosos restos de moluscos en un extremo de la paradisiaca playa de La Concha –nombre premonitorio-. La sorpresa de los arqueólogos fue mayúscula al certificar que la cerámica era de factura romana, fácil de detectar por su diseño y porque está hecha a torno –la indígena se modela a mano-. La otra sorpresa la arrojó el molusco; no se trataba de las habituales lapas o burgados que vemos en numerosos concheros aborígenes de las islas sino de la Stramonita haemastoma o Thais haemastona. Es un caracol que tiene la característica especial de soltar un líquido de color púrpura, un material muy apreciado como tinte de tejidos, cuyo color destilaba poder en la sociedad romana.

Carmina del Arco Aguilar, catedrática de Prehistoria de la ULL, es la persona que más sabe de Lobos porque ha dirigido todas las excavaciones realizadas hasta ahora. En otoño, se iniciará otra campaña porque “aún hay mucho que explorar”. Hasta ahora, se ha excavado una superficie de unos 600 metros cuadrados y se han encontrado bajo la arena seis estructuras, dos de carácter fabril y tres habitacionales que “deben considerarse multifuncionales porque eran espacios de almacenamiento y habitáculo”. Fueron abandonadas, señala la arqueóloga, “sin dejar demasiado atrás”. La sexta estructura no ha sido excavada, “protegiéndola por si se musealiza el yacimiento”.

 Paralelamente, se han localizado seis concheros de la Stramonita haemastoma, conocida en Fuerteventura como canailla y en otras islas como encarnailla. De la familia de los muricidae, es un molusco univalvo que vive sobre piedras cubiertas de algas, en aguas poco profundas de fondo arenoso. La playa en la que está el yacimiento de Lobos es un ecosistema idóneo. Un experto en este molusco en Canarias es el arqueólogo Ramón Cebrián, miembro del equipo que investiga Lobos y autor de la única tesis doctoral que se ha realizado hasta ahora sobre este singular yacimiento; la defendió el pasado 20 de abril. “Este tipo de murícido no era el dominante en el Mediterráneo, su tinte es de calidad y su producción era limitada, por eso era muy valorada”.

Hasta la fecha, “hemos excavado 184.507 moluscos, con los que se podían tintar 26 kilos de lana”. ¿Está cantidad es rentable?  “Sin duda, pues se podían tintar 26 togas pictas – un producto elitista que muy pocos podían costearse porque estaba coloreado exclusivamente con púrpura- o cientos de adornos para togas y mantos; también se podía aplicar para la decoración en espacios arquitectónicos”. A esa cifra de moluscos, hay que añadir dos “concheros infra puestos que todavía no se han excavado, al margen de otros que no hemos encontrado, ya que tenemos indicios de que hay más en Lobos y también en Fuerteventura”.

Del Arco no tiene ninguna duda sobre la tipología del asentamiento. “Es un espacio de signo económico”, que tiene todos los elementos propios “de una explotación dedicada a la producción de púrpura”. En primer lugar, “nos encontramos varios amontonamientos de molusco, el 95% es canailla”. Las conchas de los caracoles están machacadas y “son roturas”, explica, “de origen antrópico, en absoluto producto de la erosión”. Además, se han localizado, como vemos en una de las fotos, las herramientas líticas necesarias para el trabajo, los percutores y los yunques, “en los que se aprecia una especie de cráter, un hoyuelo, debido a los golpes para fracturar las conchas”. Estos elementos líticos conforman “el único material arqueológico que es de materia prima autóctona de Lobos”. Tras fracturar el molusco, los productores extraían la glándula del caracol y la cocinaban a fuego lento para convertir la materia orgánica en el cotizado tinte para la sociedad romana. 

Ramón Cebrián afirma que “Lobos lo tiene todo, no falta ningún elemento para la producción de púrpura”. Los arqueólogos han encontrado huellas de las fogatas “y los restos de un caldero de plomo para cocinar la stramonita y obtener el tinte”. Este recipiente de metal se expone en el Museo de Arqueológico, en Betancuria. “Es posible”, afirma la directora de la investigación, “que se usaran herramientas de metal pero de ese registro material sólo quedan laminillas de hierro, que pueden asociarse a hojas de cuchillos”.

Respecto a la tipología de la cerámica, se ha excavado un “conjunto amplio de manufacturas que son de tipologías romanas sin ningún género de duda, que corresponde a la circulación de estos objetos desde la época tardo republicana –entorno al año 40 AEC-  hasta el alto imperio (siglo primera de la Era)”. Por sus características, “es de la zona de la bahía gaditana y del valle del Baetis –Guadalquivir-, aunque también hay producciones de origen itálico”. En uno de los laboratorios del Museo Arqueológico de Tenerife, se están restaurando los fragmentos y armando muchas de las vasijas y ánforas en las que se guardaba la púrpura y los alimentos. Entre otros tipos de cerámica, según la profesora Esther Chávez, está la “cerámica terra sigillata itálica, un tipo de alfarería que dejó de elaborarse sobre el año 60 de la Era”.

Para situar aún mejor en el tiempo el asentamiento de Lobos, el equipo de Carmina del Arco ha realizado “25 dataciones de radiocarbono con material sedimentario, carbón, malaco, restos de cetáceos y de fauna terrestre”. Los resultados obtenidos coinciden con la época de los tipos de cerámicas excavados. Del Arco advierte que “las dataciones tienen un rango amplio y la prueba es que enviamos seis dataciones a pares de los mismos huesos, sin informar al laboratorio, y nos dio variaciones relativamente dispares para un mismo hueso, aunque muestran coincidencias de su horquilla temporal”. ¿Esas dataciones implican que la explotación fuera continúa durante un siglo? No. Independientemente de que la zafra del molusco es en otoño e invierno, y después saldrían del islote, no está probado que acudieran todos los años, Cebrián no tiene claro que la producción fuera constante.

Jorge Onrubia es el único arqueólogo canario que ha excavado en uno de los dos yacimientos de púrpura que hay en la costa atlántica de Marruecos –Fum Asaca, a 180 kilómetros al sur de Agadir-. “Lobos fue una factoría de púrpura; es incuestionable, pero es imposible que estuviera en explotación un siglo porque 26 kilos de púrpura es muy poca cantidad para tanto tiempo”.  Onrubia y Cebrián coinciden en que Lobos estaba integrado en una red de talleres.

 Origen de los trabajadores

Como vimos en los capítulos anteriores, no hay una referencia documental en los textos clásicos del taller de púrpura de Lobos, pero se habla, recuerda Del Arco, “de unos marineros de gaditanos que faenan en el Atlántico y alcanzan estas latitudes”. Hace 2.000 años, existían importantes factorías de salazones (cetariae) en Cádiz y en Lixus, actual Larache (Marruecos). 

¿De dónde procedían aquellas personas? ¿Del sur de la Península Ibérica, como la cerámica, ¿eran bereberes romanizados del norte de África o eran especialistas traídos desde Roma? ¿O esclavos? Luis L. Mata, director del Museo Arqueológico de Fuerteventura, no sabe el lugar de procedencia, pero está convencido “de que fueron traídos por Roma porque eran especialistas en la producción de púrpura, una técnica difícil que antes de los romanos sólo conocían los fenicios”. 

Carmina del Arco tampoco puede responder sobre la procedencia de aquella personas porque ni hay documentos ni restos humanos para extraer su ADN y determinar sus linajes. Lo que si tiene claro es que “es una empresa romana porque de acuerdo con el criterio de evaluar y clasificar las manifestaciones culturales, las que le acompañan son romanas; con mucha probabilidad eran una empresa asentada en Gades –la actual Cádiz-. Pero eso no quiere decir que fueras de Gades los asalariados. Lo que está claro es que eran especialistas y pudieran ser de origen gaditano o trabajadores de la mar del entorno del Estrecho o norteafricanos”.

Lo que también se sabe es que de la misma época de Lobos son otras producciones de púrpura en “Gades, en la zona del Estrecho de Gibraltar y en Metruna, en la costa atlántica del norte de Marruecos”, precisa la catedrática. ¿Y en Mogador –junto a la actual Essauira, sur de Marruecos-?, le preguntamos a la experta. Su respuesta nos sorprende: “A pesar de que la historiografía ha ubicado las islas porpurarias ahí, no hay concheros en Mogador. No existe el tipo de vestigio que confirmaría que allí había un proceso de la púrpura; pudo existir, pero no está testimoniado. Lo que hay son restos de una ocupación muy larga, primero fenicia y después en la etapa romana, con pocetas de salazón en la zona de la playa”. 

Otro tema pertinente son los recursos para vivir en un espacio tan reducido como Lobos. Al catedrático Tejera Gaspar le “sorprende que se asentaran en un sitio tan pequeño, donde no hay agua ni nada para comer, teniendo tan cerca Fuerteventura y Lanzarote”. Pero el hecho objetivo es que hay un yacimiento con cerámica romana y los elementos para producir el preciado tinte. “Está claro que no es un material aborigen porque está hecho a torno, la duda que yo planteo y me sorprende es por qué eligieron ese asentamiento”.

Esa duda razonable aún hace más importante el enclave, razonan otros expertos, ya que tendría que ser un caladero importante para obtener púrpura cuando se elige un lugar con recursos limitados de subsistencia. El tema de los recursos también se lo planteó la catedrática de Prehistoria cuando inició las investigaciones. “Hay indicios de que había una pequeña fuente de agua, aunque el aprovisionamiento de ella no era un obstáculo entre gentes dedicadas a la pesca, con largas jornadas en alta mar”, apunta del Arco. De lo que hay plena seguridad, añade, “es que tenían alimentos suficientes”. Además del mar, con una rica y variada oferta de litoral, en el yacimiento “aparecen abundantes restos óseos de animales para comer; cabras, ovejas, cerdos, avifauna y mucho pescado”. Estudiando los sedimentos, continúa Del Arco, “aparecen residuos de los excrementos de los animales. Quiere decir que los animales vivían en Lobos porque fueron trasladados cuando se planificó la actividad, precisamente para garantizar la vida a los trabajadores”. Las ánforas excavadas se usaban para almacenar aceite, harinas, salazones y vino“. Hay también pruebas de que se sacrificaban a los animales, porque ”hay restos de cornamenta, pezuñas, cráneos, pelvis…. Tenemos esqueletos completos; esto demuestra que se sacrificaron allí“.

Como señala el doctor Onrubia, la temporada de la explotación de la stramonita sólo es durante el invierno y final del otoño. Eso quiero decir, apunta el arqueólogo canario con más experiencia en África del norte, “que arribaban a Lobos, con recursos suficientes para alimentarse” -además de los que pudieran conseguir en la isla, principalmente la pesca-, “y a los cuatro o cinco meses retornaban a su lugar de origen”, probablemente en el sur de la Península, dado que de ahí procede la mayor parte de la cerámica excavada.

En definitiva, nos encontramos ante un yacimiento singular en el contexto de la arqueología de Canarias porque es el único que no atesora ningún vestigio indígena y, sobre todo, porque es el único con material exclusivamente romano. Además, hay otro aspecto que también lo hace único: Es el más antiguo de Canarias. Todas las dataciones realizadas con higiene cronométrica, con garantías de fiabilidad absoluta, confirman que el poblamiento del archipiélago, como veremos en el próximo capítulo - El poblamiento, ¿simultáneo en todas las islas, en una  o varias oleadas?-, la colonización del territorio y la consiguiente creación de una sociedad, se inició a finales del siglo segundo después de la Era común, en la isla de Lanzarote. Todo ello, mientras no se encuentren vestigios humanos o de semillas más antiguas. Frente a los relatos de antaño, la arqueología del siglo XXI, como sostiene la investigadora Carolina Mallol, “se basa en datos”.

Carmina del Arco, sin embargo, considera que “no es el más antiguo”. Defiende que el yacimiento de El Bebedero es coetáneo a Lobos mientras que el de Buenavista, ambos en Lanzarote, dice que si es más antiguo que Lobos. Los dos enclaves están en el municipio de Teguise, pero hasta ahora, como veremos a continuación y en el próximo capítulo, no hay pruebas para defender la teoría de la doctora Del Arco.

El misterio de El Bebedero y Buenavista

Pablo Atoche, catedrático de Prehistoria en la ULPGC, es el arqueólogo que ha excavado ambos yacimientos. Defiende que Buenavista es de origen fenicio y El Bebedero, romano. Para avalar su teoría de El Bebedero, aporta restos de cerámica realizadas a torno. La mayor parte de los materiales del Bebedero están custodiados por el Cabildo de Lanzarote; la cerámica está elaborada a torno, pero arqueólogos que han podido examinar el material consideran de que se trata de restos del siglo XV e incluso del XVI de origen portugués.

Este yacimiento “está en un mal estado de conservación”, confiesa el inspector insular de Patrimonio Histórico de Lanzarote, Ricardo Cabrera, profesional con experiencia en excavaciones de origen romano en Europa. Está ubicado en el fondo de una caldera, circunstancia que al llover “propicia el arrastre de agua y de otros materiales”; de ahí su nombre: El Bebedero. Por su propia naturaleza, explica este experto, “propicia una estratigrafía invertida, en consecuencia, los materiales inferiores pueden ser los más recientes” debido al efecto arrastre del agua pluvial. En consecuencia, “esos materiales probablemente han perdido su posición primaria”.

En sus publicaciones, Atoche apunta a un origen romano anterior a la Era, pero las última dataciones realizadas de restos humanos, cumpliendo todos los protocolos científicos, apuntan a que la fecha más antigua en la isla de Lanzarote  es de principios del siglo III –o sea, el poblamiento se iniciaría en el último cuarto del II a tenor de la esperanza de vida de la época-, información que se expuso en las jornadas de arqueología organizadas por el área de Cultura del Cabildo lanzaroteño durante el pasado otoño. Desde Canarias Ahora / Diario.es hemos intentado, con insistencia y desde varios canales, pulsar la opinión de Pablo Atoche, pero no hemos recibido respuesta.

El yacimiento de Buenavista, según el profesor de la ULPGC, es más antiguo que El Bebedero ya que, dice, es del siglo X antes de la Era Común y de factura fenicia. En 2009, cuando se difundió la noticia, Atoche –que no ha querido ser entrevistado por el autor de este reportaje- afirmó (ver La Provincia julio de 2009): “La construcción podría tratarse de un almacén donde se depositarían distintos elementos para la exportación”. Añadía que las dataciones daban una fecha del siglo X antes de la Era. El arqueólogo Ricardo Cabrera sostiene que se trata de “una estructura interesante”, piensa que no es fenicia pero se muestra cauto “porque no la he investigado y no es serio pronunciarme sobre algo que no he estudiado en profundidad”.

Hay tres arqueólogos, en cambio, que sí se han pronunciado abiertamente y rechazan el origen púnico o fenicio de este enclave ubicado en Tiagua (Teguise). En julio de 2009, el periodista Mariano de Santa Ana publicó en La Provincia un artículo titulado Guerra fenicia en Teguise. Carmen Aranegui, catedrática de Arqueología de la Universidad de Valencia, experta en colonizaciones de la Península Ibérica, apunta que “la indicación de la cronología no viene apoyada por datos fidedignos porque no sabemos qué método de datación se ha empleado, ni si existe una serie de muestras datadas”. Aranegui, codirectora de la excavación del yacimiento fenicio de Lixus (Marruecos), añade que “el edificio se interpreta como un almacén fenicio pero estos están en ciudades o puertos y no tienen una planta absidiada sino tripartita”. “Se habla de la aparición de fauna domesticada como bóvidos o cerdos”, continuó la arqueóloga, “pero desde el Neolítico todo grupo humano tiene un contexto de fauna doméstica, la presencia de un buey o un cerdo no es en sí cultural”. Y concluyó Aranegui: “Parece que hay interés en reavivar la polémica sobre el poblamiento de Canarias y que hay una aspiración a que el origen sea fenicio. No es bueno argumentar la identidad con datos falsos. Debemos ser honestos: no es mejor ser fenicio, bereber o guanche. No estamos predeterminados por el pasado”.

Carmen Gloria Rodríguez es la máxima autoridad en Canarias en arqueoictiología. Fue otra de las fuentes consultadas por Santa Ana. La arqueóloga declaró que “la causa que impulsaría a los fenicios a alcanzar las costas del Archipiélago es la búsqueda de la riqueza pesquera, fundamentalmente de atunes y pequeños escómbridos como la caballa para el desarrollo de la industria de salazones”. Después de analizar los restos de peces recuperados en yacimientos arqueológicos de las islas, hasta el día de hoy no ha aparecido ninguna de estas especies, y sí otras muchas vinculadas a la pesca realizada desde la costa: viejas, sargos, abadejos, salemas, morenas...“. 

Otro investigador que dio su opinión al citado periódico fue Jorge Onrubia, profesor titular de Prehistoria en la Universidad de Castilla-La Mancha. También rechaza la huella fenicia en Canarias. En el siglo X antes de Cristo, afirma Onrubia, “no había fenicios en ningún punto del Mediterráneo occidental. Sería una novedad mundial. Lo que no cabe es deducir por presuntas analogías formales que los restos hallados son fenicios”.

Al margen de polémicas, Lobos sí concita unanimidad: es un yacimiento romano, sin registro aborigen y su finalidad era la producción de púrpura, tres elementos que hacen singular a este yacimiento en el contexto de la arqueología de Canarias. Como dijo Ramón Cebrián al autor de Amaziges de Canarias, historia de una cultura, “Lobos es un regalo”.

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