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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

Nuestro amigo tirano

No han sido los gobiernos occidentales los que han acabado con las dictaduras africanas, sino sus propios pueblos los que se han levantado frente a los sátrapas del continente.

Lo que ha hecho en esta ocasión el mundo occidental es ir a rebufo de las revueltas populares de Túnez, Egipto y Libia, entre otros países árabes no democráticos. Los que han sacrificado sus vidas han sido los habitantes de estas dictaduras execrables.

En occidente nos hemos limitado a ver las protestas por televisión, cómodamente sentados en nuestros butacones del salón de estar mientras picamos unas aceitunas y bebemos una cervezas.

Aquí nos importa un pimiento que en el tercer mundo unos sátrapas masacren a sus pueblos mientras sigamos teniendo el petróleo a un precio razonable y nuestras multinacionales puedan invertir en esos países y sacar miles de millones de euros de beneficios.

Hace unos días una delegación parlamentaria española visitó Guinea Ecuatorial y se reunió con su sanguinario y tirano presidente. Bono y otros parlamentarios del PP y CiU se vieron con Teodoro Obiang para hablar de negocios, aunque el presidente del Congreso de los Diputados dijera sin sonrojarse que fueron allí “porque hay muchas más cosas que nos unen que las que nos separan”.

En septiembre de 2009 José Manuel Soria, en ese momento consejero de Economía y Hacienda del Gobierno de Canarias, también visitó la Guinea del dictador Obiang encabezando una delegación política y empresarial de las islas.

Soria se llenó la boca de lisonjas vergonzantes hacia el sátrapa africano, justificando su tétrico régimen por razones comerciales. A nuestros políticos les importa un bledo el sufrimiento de los pueblos mientras sus mandatarios nos hagan ganar dinero sucio a mansalva.

Estos desalmados son los que nos gobiernan. No sé quienes son más impresentables, si los dictadores tercermundistas o sus cómplices desarrollados.

No han sido los gobiernos occidentales los que han acabado con las dictaduras africanas, sino sus propios pueblos los que se han levantado frente a los sátrapas del continente.

Lo que ha hecho en esta ocasión el mundo occidental es ir a rebufo de las revueltas populares de Túnez, Egipto y Libia, entre otros países árabes no democráticos. Los que han sacrificado sus vidas han sido los habitantes de estas dictaduras execrables.