Espacio de opinión de Canarias Ahora
El amo de la tele
Una respuesta que podría entenderse en boca del director del medio o de los responsables de informativos. A ellos corresponde marcar la línea de contenidos y su oportunidad de la que se puede, por supuesto, disentir, calificarla de sesgada, de partidista y cuanto quieran, sin que dejen de estar en su derecho; incluso tienen el derecho de proclamar que hacen una televisión de calidad y que no hay otra igual, gracias a Dios, aunque sigo sin saber si de verdad se creen o no que todos queremos ser como Pepe y de que no hay nada que nos vaya más a los isleños que las frecuentes horteradas y revoltosas en las que, por cierto, sí que tienen otras televisoras igualitas. Para ellos hacen.
Hasta ahí, como digo, vale. Cosa distinta es que el presidente decida sobre los contenidos de la tele canaria, como puede deducirse del hecho de señalar públicamente cuándo toca entrevistar a los líderes de los otros partidos. No hay mejor manera de dejar claro, por si había alguna duda, que esta tele es plural sólo por la cantidad de gente que tiene en ella a su servicio. Debe pensar que al ser él quien paga (aunque la paguemos todos) tiene derecho a imponer su presencia y a vetar las ajenas que cuentan también con simpatizantes que aportan su parte para pagar un servicio público. Aunque se pretendiera darle a su aparición rango de “institucional” y dos piedras, es peluda la intención electorera que no da opción a formaciones que, encima, le han ganado en votos; eso sí, corregidos, a su favor, por una ley electoral ventajista y unos pactos que no por legales son de recibo. En el caso de Gran Canaria, donde CC fue la cuarta fuerza por número de votos, la poca vergüenza presidencial no ha sorprendido porque era de esperar. Los grancanarios saben las cabras que guardan y no se han indignado: entre que don Pepito los quiere dejar fuera de la futura República guanche y que la han gobernado, hasta la espantada del PP, los dos partidos que salieron en ella de las urnas con el rabo entre patas, están ya curados de espanto.
Conviene aclarar que el fracaso de la autonomía canaria no es del sistema autonómico precisamente ahora que la derechona de toda la vida, con el PP de correa de transmisión, pretende “recentralizar” el país, Aznar dixit. El fracaso es de los penosos gobiernos y sus correspondientes oposiciones que hemos tenido en los últimos tres lustros.
Una respuesta que podría entenderse en boca del director del medio o de los responsables de informativos. A ellos corresponde marcar la línea de contenidos y su oportunidad de la que se puede, por supuesto, disentir, calificarla de sesgada, de partidista y cuanto quieran, sin que dejen de estar en su derecho; incluso tienen el derecho de proclamar que hacen una televisión de calidad y que no hay otra igual, gracias a Dios, aunque sigo sin saber si de verdad se creen o no que todos queremos ser como Pepe y de que no hay nada que nos vaya más a los isleños que las frecuentes horteradas y revoltosas en las que, por cierto, sí que tienen otras televisoras igualitas. Para ellos hacen.
Hasta ahí, como digo, vale. Cosa distinta es que el presidente decida sobre los contenidos de la tele canaria, como puede deducirse del hecho de señalar públicamente cuándo toca entrevistar a los líderes de los otros partidos. No hay mejor manera de dejar claro, por si había alguna duda, que esta tele es plural sólo por la cantidad de gente que tiene en ella a su servicio. Debe pensar que al ser él quien paga (aunque la paguemos todos) tiene derecho a imponer su presencia y a vetar las ajenas que cuentan también con simpatizantes que aportan su parte para pagar un servicio público. Aunque se pretendiera darle a su aparición rango de “institucional” y dos piedras, es peluda la intención electorera que no da opción a formaciones que, encima, le han ganado en votos; eso sí, corregidos, a su favor, por una ley electoral ventajista y unos pactos que no por legales son de recibo. En el caso de Gran Canaria, donde CC fue la cuarta fuerza por número de votos, la poca vergüenza presidencial no ha sorprendido porque era de esperar. Los grancanarios saben las cabras que guardan y no se han indignado: entre que don Pepito los quiere dejar fuera de la futura República guanche y que la han gobernado, hasta la espantada del PP, los dos partidos que salieron en ella de las urnas con el rabo entre patas, están ya curados de espanto.