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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

Asuntos pendientes por Iván Vega Mendoza

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A veces pasa que al abrir el periódico nos saluda un hedor a podredumbre que tumba; la peste a chanchullo es tal que a menudo uno se tiene que levantar de la silla y dedicarse a otra cosa para no pasarse el resto del día caliente. Son las cosas de nuestra política, que es imperfecta como todo en esta vida. Lo que ocurre es que cuando ese olor nauseabundo no lo despiden casos puntuales, sino que parece haberse extendido a prácticamente todos los rincones de la vida pública, cuando ese tufo a alcantarilla se instala de forma permanente entre nosotros y se hace perenne entre las hojas de los periódicos, nuestros sensores olfativos comienzan a mutar y a no detectar ya la hediondez que nos rodea, nos vamos acostumbrando a la impunidad y a la sinvergonzonería. “Yo de política no entiendo”, “la política no me interesa” y sobretodo “¿para qué voy a ir a votar, si son iguales todos?”. La abstención como consecuencia nefasta de la corrupción galopante. Se cierra el círculo.Y qué quieren que les diga, no serán todos iguales, pero las cuestiones que plantean vienen a ser muy parecidas, o mejor dicho hay asuntos cruciales, acuciantes, que están marginados del debate político: Canarias es una potencia turística mundial, recibimos alrededor de doce millones de turistas anuales; ¿tenemos idea del dinero que mueve esta actividad? ¿A dónde van esos ingresos? ¿Cómo se gestiona esa industria? Deberíamos nadar en la abundancia y más del 20% de la población es pobre. En Brasil no, aquí y ahora, en Canarias. ¿Cómo es que este no es un tema estrella de la campaña electoral?Por no hablar de la adoración al becerro de ladrillo, que perpetúa una distribución de la riqueza secular y vergonzosa, en nombre del progreso. Progreso de quién, me pregunto. Construcción especulativa y turismo caníbal parecen ser nuestro legado; olvidemos el pasado, olvidemos de dónde venimos y olvidemos también la más elemental agricultura de autoabastecimiento, que eso es de ignorantes y atrasados. De ignorantes y atrasados debe de estar Europa llena, que dedica a la agricultura el 40% de su presupuesto. Pues tampoco se debate ni cuestiona nuestro modelo de ¿progreso?Pero Canarias atesora un enorme potencial de desarrollo en muchos frentes. Y el canario es trabajador, sí, tanto que tenemos la jornada laboral más larga con sueldos de los más bajos, con una cesta de la compra de las más caras y un acceso a la vivienda en propiedad cercano a los niveles de Madrid o Cataluña, dos de las regiones más ricas. No veo que nadie levante la voz.Los jóvenes canarios, al terminar su período de formación, se topan con un muro para acceder al mercado laboral. Raro es el que consigue un puesto que se corresponda con su educación, se ofertan licenciaturas que luego no tienen correlato en la realidad laboral de las Islas, y así se pierde no sólo nuestro potencial de desarrollo sino nuestro capital humano y la inversión financiera que requiere la formación de licenciados, diplomados y graduados. Son numerosos los profesionales canarios formados en la educación pública que se ven abocados a trabajar en la Península o en el extranjero. Tampoco he oído que se hable de esta pérdida constante.Me dejo en el tintero muchos otros asuntos igualmente esenciales e igualmente ausentes, como el fracaso escolar, y lo que en resumidas cuentas viene a ser nuestra total falta de horizontes. Lo que vengo intentando decir es, en definitiva, que es hora ya de que hablemos de un verdadero proyecto de futuro para Canarias digno de ese nombre, un proyecto que aborde cambios estructurales profundos y a largo plazo que nos incluyan a todos, que diversifiquen, enriquezcan y fortalezcan la vida económica, empresarial, social y política; para que de una vez el Archipiélago, contando con todos, tome conciencia de sí mismo, se atreva a preguntarse qué tipo de futuro quiere para sí, abandone las muletas y camine con paso firme y autónomo hacia ese futuro que nosotros nos queramos dar, sin tutela de nadie. Ese proyecto, para mí esencial e ineludible, es hoy completamente inexistente.

Iván Vega Mendoza

A veces pasa que al abrir el periódico nos saluda un hedor a podredumbre que tumba; la peste a chanchullo es tal que a menudo uno se tiene que levantar de la silla y dedicarse a otra cosa para no pasarse el resto del día caliente. Son las cosas de nuestra política, que es imperfecta como todo en esta vida. Lo que ocurre es que cuando ese olor nauseabundo no lo despiden casos puntuales, sino que parece haberse extendido a prácticamente todos los rincones de la vida pública, cuando ese tufo a alcantarilla se instala de forma permanente entre nosotros y se hace perenne entre las hojas de los periódicos, nuestros sensores olfativos comienzan a mutar y a no detectar ya la hediondez que nos rodea, nos vamos acostumbrando a la impunidad y a la sinvergonzonería. “Yo de política no entiendo”, “la política no me interesa” y sobretodo “¿para qué voy a ir a votar, si son iguales todos?”. La abstención como consecuencia nefasta de la corrupción galopante. Se cierra el círculo.Y qué quieren que les diga, no serán todos iguales, pero las cuestiones que plantean vienen a ser muy parecidas, o mejor dicho hay asuntos cruciales, acuciantes, que están marginados del debate político: Canarias es una potencia turística mundial, recibimos alrededor de doce millones de turistas anuales; ¿tenemos idea del dinero que mueve esta actividad? ¿A dónde van esos ingresos? ¿Cómo se gestiona esa industria? Deberíamos nadar en la abundancia y más del 20% de la población es pobre. En Brasil no, aquí y ahora, en Canarias. ¿Cómo es que este no es un tema estrella de la campaña electoral?Por no hablar de la adoración al becerro de ladrillo, que perpetúa una distribución de la riqueza secular y vergonzosa, en nombre del progreso. Progreso de quién, me pregunto. Construcción especulativa y turismo caníbal parecen ser nuestro legado; olvidemos el pasado, olvidemos de dónde venimos y olvidemos también la más elemental agricultura de autoabastecimiento, que eso es de ignorantes y atrasados. De ignorantes y atrasados debe de estar Europa llena, que dedica a la agricultura el 40% de su presupuesto. Pues tampoco se debate ni cuestiona nuestro modelo de ¿progreso?Pero Canarias atesora un enorme potencial de desarrollo en muchos frentes. Y el canario es trabajador, sí, tanto que tenemos la jornada laboral más larga con sueldos de los más bajos, con una cesta de la compra de las más caras y un acceso a la vivienda en propiedad cercano a los niveles de Madrid o Cataluña, dos de las regiones más ricas. No veo que nadie levante la voz.Los jóvenes canarios, al terminar su período de formación, se topan con un muro para acceder al mercado laboral. Raro es el que consigue un puesto que se corresponda con su educación, se ofertan licenciaturas que luego no tienen correlato en la realidad laboral de las Islas, y así se pierde no sólo nuestro potencial de desarrollo sino nuestro capital humano y la inversión financiera que requiere la formación de licenciados, diplomados y graduados. Son numerosos los profesionales canarios formados en la educación pública que se ven abocados a trabajar en la Península o en el extranjero. Tampoco he oído que se hable de esta pérdida constante.Me dejo en el tintero muchos otros asuntos igualmente esenciales e igualmente ausentes, como el fracaso escolar, y lo que en resumidas cuentas viene a ser nuestra total falta de horizontes. Lo que vengo intentando decir es, en definitiva, que es hora ya de que hablemos de un verdadero proyecto de futuro para Canarias digno de ese nombre, un proyecto que aborde cambios estructurales profundos y a largo plazo que nos incluyan a todos, que diversifiquen, enriquezcan y fortalezcan la vida económica, empresarial, social y política; para que de una vez el Archipiélago, contando con todos, tome conciencia de sí mismo, se atreva a preguntarse qué tipo de futuro quiere para sí, abandone las muletas y camine con paso firme y autónomo hacia ese futuro que nosotros nos queramos dar, sin tutela de nadie. Ese proyecto, para mí esencial e ineludible, es hoy completamente inexistente.

Iván Vega Mendoza