Ayer y hoy. 14 de Abril: España en contexto internacional de Guerra Mundial no declarada

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El 14 de Abril de 1931 se proclamó la Segunda República española, culminando el proceso de lucha contra las arbitrariedades de la monarquía del rey Alfonso XIII de Borbón. Se inició entonces un complejo periodo político con un gobierno provisional (desde abril a diciembre de 1931), elaborándose y aprobándose la Constitución de 1931 con reformas de todo tipo, algunas de ellas violentamente combatidas, como el artículo 3 que declaraba que España no tenía religión oficial.

La cuestión religiosa fue violenta durante la corta vida republicana, dado que las jerarquías de la Iglesia Católica en España eran beligerantes y alentaban a los sectores sociales que la apoyaban, especialmente la aristocracia y sectores terratenientes, así como dentro de las Fuerzas Armadas.

Los gobiernos y partidos verdaderamente republicanos defendían la radical separación de la Iglesia y el Estado, tal como se plasmó en el artículo 3 (“España no tiene religión oficial”) y sobre todo en el artículo 26 (que prohibía los colegios de las órdenes religiosas), y que sería desarrollado más tarde por la Ley de Congregaciones Religiosas de 1933.

La historia de la Segunda República Española entre la paz republicana y la Guerra civil (1931-1936) se puede dividir en tres etapas:

  • El llamado Primer Bienio (1931-1933), durante el cual la coalición republicano-socialista presidida por don Manuel Azaña llevó a cabo diversas reformas para modernizar el país.
  • El Segundo Bienio (1933-1935), llamado bienio radical-cedista, durante el cual gobernó la derecha, con el partido Radical de Alejandro Lerroux, apoyado desde el parlamento por la derecha católica de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), más inclinados al autoritarismo y a la monarquía que a los valores republicanos. Se pretendió “rectificar” las reformas de izquierda del primer Bienio. Durante el gobierno de la derecha se produjo la insurrección anarco-socialísta  llamada la Revolución de 1934, que en Asturias pretendió una revolución social pero que fue aplastada sangrientamente con la intervención del Ejercito y con tropas mandadas por el africanista General Franco.
  • La tercera etapa significó el triunfo de la coalición de izquierdas del Frente Popular en las Elecciones Generales de 1936. El gobierno Popular solo pudo gobernar en paz durante cinco meses al producirse el golpe de Estado del 17 y 18 de Julio encabezado por un grupo de generales y apoyado por la Falange, así como financiera, política y militarmente por los regímenes de Hitler y Mussolini.

La economía aprieta

Durante la dictadura que precedió a la República, el general Primo de Rivera intentó la organización de las aguas, ya que España era uno de los países más secos de Europa, creando las Confederaciones Hidrográficas, pero sin mucho éxito. Tampoco hizo una reforma agraria en profundidad. En Andalucía y Extremadura existían grandes latifundios y una población agraria muy pobre y explotada. En la alfabetización se avanzó, aunque el número de analfabetos era muy grande.

Los efectos internacionales de la Gran Depresión iniciada en otoño del 1929 y que se prolongaron casi diez años fueron devastadores para el mundo capitalista, y especialmente afectaron a la República. A lo malo de la economía hay que añadir la inestabilidad política, pues se contaron 20 gobiernos, se decretaron 21 estados de prevención, 23 estados de alarma y 18 estados de Guerra.

Asimismo, unas 4.000 huelgas que afectaron a casi 38 millones de jornadas de trabajo, incluyendo la huelga revolucionaria de 1934 iniciada por el PSOE y UGT. En Cataluña se decretó el Estatuto Catalán, lo que alarmó tanto a la izquierda republicana como a las derechas. Durante los conflictos jugó papel activo el Ejército, dándole un protagonismo que sería mortal par la democracia republicana.

Fracasa el golpe de Estado y empieza la Guerra Civil

La Guerra Civil española empezó siendo un golpe de Estado militar el 17 y 18 de julio, golpe que fracasó por la acción de los partidos de izquierda y la amplia participación de las masas ciudadanas. Pero el gobierno de entonces no actuó con la energía necesaria y dio tiempo a los sublevados a reponerse, reorganizarse y ganar terreno.  

El gobierno republicano decretó el bloqueo del Estrecho de Gibraltar, ya que el golpe había triunfado en el Marruecos español. El ministro de Marina José Giral, que luego sería presidente del Gobierno durante algún tiempo, ordenó que varios barcos de guerra bloquearan el paso de las tropas coloniales y que bombardearan con la aviación leal las posiciones rebeldes de Ceuta, Melilla y Tetuán. La acción naval fue posible porque las tripulaciones se rebelaron contra los oficiales traidores y golpistas, impidiendo que los sublevados pudieran disponer del Ejército de África, legionarios y regulares, formados estos últimos por marroquíes bajo mando español.

El bloqueo naval pudo ser sorteado por los sublevados gracias a la colaboración activa de la Alemania nazi y la Italia fascista, que con sus aviones trasladaron las tropas desde Marruecos a la Península. Eran las últimas semanas de julio y significaron el comienzo de la Guerra Civil. Pero si Alemania e Italia actuaron descaradamente, tanto el régimen de Salazar en Portugal como el gobierno de Chamberlain en Inglaterra, así como el de Francia con su política cobarde y anti-republicana de “no Intervención”, ayudaron al alzamiento militar, evitando que las ayudas económicas y de armamentos llegaran a la zona republicana.

Los militares combatientes alemanes, italianos y portugueses eran soldados regulares a los que se les proporcionaba una paga en su país de origen, aunque la propaganda de los sublevados siempre los presentaba como “voluntarios”. Eran soldados profesionales.

El sábado 1 de abril de 1939, con el último parte de guerra firmado por el ya autoproclamado Caudillo, don Francisco Franco, se dio por terminada la guerra y con la victoria fascista empezó una dictadura que duraría hasta la muerte de Franco el jueves 20 de noviembre de 1975.

El canario Juan Negrín como presidente

Si el golpe militar-fascista triunfó desde sus comienzos en Canarias, no ocurrió así en la Península, donde los golpistas fueron derrotados en las grandes capitales y contenidos en otras zonas.

Y hemos de destacar el periodo de mayor resistencia republicana, que quiero situar en el gobierno de Juan Negrín López. Y ha sido y es por ello una de las figuras más odiadas por los franquistas de entonces y los de pelaje moderno.

Se ha dicho, con razón, que el caso de Juan Negrín es atípico en la política española. Nacido en Las Palmas de Gran Canaria en 1892 fue médico, investigador excelente y político tardío.

Fue gran investigador como médico y profesor de Fisiología (uno de sus alumnos sería premio Nóbel) y dirigió una clínica privada en Madrid. Por razones éticas y de amistad se afilió al PSOE. En 1929, abandonó sus actividades investigadoras. Había estudiado en Alemania y además, hablaba varios idiomas, algo atípico en esa época. Por diversas y complicadas razones, tanto bélicas como políticas, sería designado por el presidente de la República Azaña como presidente del Gobierno de la República, desde 1937 hasta 1939.

Era consciente de las dimensiones internacionales del conflicto hispano y trató de conseguir ayudas, alianzas y compromisos a niveles supranacionales presintiendo, sin duda, el futuro conflicto bélico que se barruntaba. En el ámbito internacional contó con la ayuda de la Unión Soviética y de la Internacional Comunista, pero no con la ayuda anglo-francesa, cuyos gobiernos estaban interesados en que la violencia germana se dirigiese hacia la URSS y acabasen matándose mutuamente rusos y alemanes.

La claridad política de Negrín le hizo predecir lo inevitable del conflicto europeo que desembocaría en Guerra Mundial y por eso preconizaba todas las medidas necesarias para su política de resistencia a ultranza (“resistir es vencer) que, en caso de conflicto mundial, habría desembocado en la victoria de la República, caso de que la guerra española hubiera durado cinco meses más.

Ayer y hoy con una guerra mundial no declarada

Si entonces la República estaba en guerra antifascista, la Guerra Mundial no había estallado ni declarado aunque todos los indicios y todas las políticas de las potencias en juego lo hacían prever.

En el ayer de entonces había un presidente de Gobierno socialista, Juan Negrín, con una visión preclara y una política de resistencia armada buscando salvar la democracia española. En el hoy de ahora tenemos un presidente socialista del Estado monarquíco pero, en su Gobierno, ni los socialistas ni los comunistas parecen darse cuenta de la situación internacional ,ni de que la Guerra Mundial está tocando a la puerta si se sigue con la política de confrontación con Rusia y China y con la continuidad de armamentos para Ucrania en lugar de acudir a negociaciones de paz. Los únicos, hasta ahora, que nos alarman contra la extensión de la guerra y del armamentismo parecen ser los de Podemos.

No olvidemos de que un segundo golpe militar traicionero acabó con la Segunda República y la democracia. La conjura del coronel Segismundo Casado y el prestigioso y atemorizado socialista de derechas Julian Besteiro dieron el golpe final por la espalda a los combatientes y al Gobierno. Inglaterra y Francia, qu ya habían reconocido al Gobierno de Franco y abandonado al legítimo Gobierno de Negrín y el Frente Popular, parecían tener más miedo de comunistas legalmente en un gobierno que de fascistas armados y en pie de guerra. Las consecuencias las vimos y están en los libros de Historia.

Este 14 de Abril es buena ocasión para el recuerdo y la memoria, así como para la reflexión y la rectificación de los caminos que conducen a la Guerra, sean en Ucrania o en Taiwan.