Espacio de opinión de Canarias Ahora
Que les bajen el sueldo
Al contrario de la creencia popular y la querencia de muchos, los políticos no deberían estar bien pagados. Ellos mismos, sus asesores, sus cobistas y los teóricos de la cosa pública suelen manifestar sin pudor que nuestros representantes institucionales deben estar bien pagados para que no sucumban a las tentaciones.
Se trata de una frase vil y despreciable porque es tanto como suponer que los políticos se meten en esto para medrar y no para servir a la comunidad, como por otro lado se les llena con frecuencia la boca para justificar sus miserias.
A los políticos hay que pagarles poco para que sepan lo que es sufrir y de esta manera legislen convenientemente a favor de la gente más desfavorecida. En Canarias un diputado gana tres veces más que el salario medio de sus paisanos. Como viven en otra galaxia, rodeados de privilegios y aduladores, son incapaces de entender el sufrimiento de sus conciudadanos menos pudientes.
A los políticos, que al fin y al cabo son nuestros empleados, deberíamos pagarles mucho menos para que se dieran cuenta de que no vivimos en los mundos de Yupi, aunque muchos de ellos sí lo crean. Los políticos viven aislados en su burbuja de cristal, ajenos a las necesidades de sus congéneres. Por eso cada vez hay más desafectos a la causa.
Si les pagamos más para que no cedan a las tentaciones y a la corrupción, es que no son dignos representantes nuestros. Igual que un ingeniero tiene que contentarse con un sueldo mísero para conseguir trabajo precario, un político debería trabajar por un salario módico por dejarle, como a los futbolistas, hacer lo que tanto les gusta, según proclaman como posesos: servir a la comunidad.
Cuando uno desea ser un servidor público, debería demostrarlo. Si los diputados ganaran el sueldo medio de sus conciudadanos, muchos desertarían de su trabajo. Queremos políticos vocacionales. Los mercenarios no tienen aquí ninguna cabida.
Al contrario de la creencia popular y la querencia de muchos, los políticos no deberían estar bien pagados. Ellos mismos, sus asesores, sus cobistas y los teóricos de la cosa pública suelen manifestar sin pudor que nuestros representantes institucionales deben estar bien pagados para que no sucumban a las tentaciones.
Se trata de una frase vil y despreciable porque es tanto como suponer que los políticos se meten en esto para medrar y no para servir a la comunidad, como por otro lado se les llena con frecuencia la boca para justificar sus miserias.