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De aquellos barros del 78, los lodos del Diccionario Biográfico

Nunca pensé que con los años tendría que darle la razón a nuestro malogrado compañero de fatigas políticas Juan Vega Yedra, que se exiló en México, retornando al terruño en 1977 y volviendo a su exilio, “jartito” como el decía, de lo que acontecía, en la tierra que le vio nacer. Decía el compañero Juan que nuestra Carta Magna era un ídolo de barro, pues estaba pactada, para contentar a tiros y troyanos. Muchos éramos los que por entonces, pensábamos que Vega Yedra era un radical; hoy, tenemos que aceptar sus razonamientos.

Escuchamos las cavernas mediáticas y nos asombramos de sus vociferantes discursos difamatorios. Oímos a determinados miembros de la curia diocesana y no damos crédito al “laicismo” que consagra nuestra Constitución. El democrático Partido Popular ampara, protege y encumbra a “presuntos” corruptos a los que una “cualificada” mayoría ciudadana admira y consolida en el poder que ostentan, considerándolos españoles fuera de serie, con un pedigrí político que avergonzaría al más modesto patán de éste globalizado mundo.

Como remate a tanto dislate, los “académicos” de la Real de la Historia, “bonificados” inicialmente con 600.000 euros. Por el mecena D. José María Aznar López, aquel presidente que quiso comprar, una medalla del Congreso de EE.UU. no precisamente a precio de saldo, le ha endosado a nuestro acaudalado gobierno la edición de una nuevo Diccionario Biográfico de la Historia que ha terminado costando seis millones de euros. con el malsano propósito de dignificar la figura del dictador Francisco Franco, del que tenemos que leer párrafos tan de vómito como: “El Caudillo es uno de estos regalos que la Providencia hace cada tres o cuatro siglos a un pueblo” palabras del fallecido Carrero Blanco, al que él insigne historiador da crédito, y apostilla que: Se tenga un poco de conmiseración con él, porque tiene 87 años“ ello nos pone de manifiesto que D. Luís no era tan niño. Con 24 años, sí no se estaba en el bando ganador o se era un ”pasota“, no podrá tener tan buenos recuerdos, como le dicta su pensamiento para llevar a un diccionario histórico tanta distorsión de la realidad vivida y el padecimiento de un pueblo oprimido y silenciado por las botas de los dictadores.

El broche de oro a tanta ignominia lo ha puesto D. Mariano Rajoy Brey futurible Presidente del gobierno de España, que nos ha venido a decir: “Una obra fabulosa de la que todos tenemos que estar orgullosos” Lo leído y oído, me parece que me lleva a seguir los pasos de mi compañero Juan Vega. Me iré más cerca, seguro que mi amigo Gorka, que tampoco creyó en la música del “Libreto” del 78, me recibirá con sus brazos abiertos, en ese hermoso rincón francés del Atlántico, donde lleva residiendo desde 1939.

Antonio Ortega Santana

Nunca pensé que con los años tendría que darle la razón a nuestro malogrado compañero de fatigas políticas Juan Vega Yedra, que se exiló en México, retornando al terruño en 1977 y volviendo a su exilio, “jartito” como el decía, de lo que acontecía, en la tierra que le vio nacer. Decía el compañero Juan que nuestra Carta Magna era un ídolo de barro, pues estaba pactada, para contentar a tiros y troyanos. Muchos éramos los que por entonces, pensábamos que Vega Yedra era un radical; hoy, tenemos que aceptar sus razonamientos.

Escuchamos las cavernas mediáticas y nos asombramos de sus vociferantes discursos difamatorios. Oímos a determinados miembros de la curia diocesana y no damos crédito al “laicismo” que consagra nuestra Constitución. El democrático Partido Popular ampara, protege y encumbra a “presuntos” corruptos a los que una “cualificada” mayoría ciudadana admira y consolida en el poder que ostentan, considerándolos españoles fuera de serie, con un pedigrí político que avergonzaría al más modesto patán de éste globalizado mundo.