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Calderón, Chávez y Vargas Llosa

El Consejo Nacional Electoral, con el 98,29% de las actas de votación escrutadas (faltan actas del extranjero), informó que Hugo Chávez aventaja en más de 3 millones de votos a Manuel Rosales, unos 26 puntos. Suponer siquiera que hubo fraude con estos datos en la mano ya no se le ocurre a nadie. Escribía Vargas Llosa lo siguiente en una desesperada carta publicada en los medios de comunicación: ''Es vital el papel de la Organización de Estados Americanos (OEA) para la supervivencia de la democracia venezolana. No hay otro organismo en América Latina con autoridad para legitimar o deslegitimar los procesos electorales (...). Y el tres de diciembre, ante el menor indicio de fraude, si se provocara, debe hablar claro y respaldar firmemente la verdadera voluntad de los venezolanos''. Esta canción sonaba a puro golpismo en aquellos momentos. Pero los ''indicios de fraude'' ni aparecieron.Finalmente, la OEA acaba de expresar por unanimidad su felicitación al presidente Hugo Chávez por la victoria electoral. Los observadores de aquel organismo destacaron la fuerte presencia de los testigos de los partidos políticos en las mesas de votación y en los centros que recogían los totales. ''Esa presencia -insiste la OEA- contribuyó a hacer más transparente el proceso y permitió brindar mayor confianza en el desarrollo del acto electoral''. El informe también se refirió a las auditorías posteriores realizadas en 98% de las mesas observadas por la misión, resaltando que en 92% de ellas los resultados coincidieron con los arrojados por los datos oficiales. La OEA manifestó su propia caracterización, que sostiene lo declarado por el resto de observadores venezolanos e internacionales sobre las elecciones: transparentes, confiables y ejemplares. Hasta Washington debió inclinarse ante las evidencias. El jefe de su diplomacia para América Latina, Tom Shannon, declaró que ''hubo un ganador claro y la oposición lo aceptó''. Ya que Vargas Llosa apeló a la OEA y la reconoció como único organismo para ''legitimar o deslegitimar'' unas elecciones en América Latina, quizás sería saludable para su prestigio como intelectual, aparentemente apegado a las reglas democráticas, que aceptara con elegancia lo emitido por las urnas venezolanas. De paso, podría retirar sus acusaciones de ''totalitario'' que suele lanzar contra Chávez. A ver si convence a algunos periódicos españoles. Que siga apoyando, si así le parece, a la oposición encabezada por Rosales a partir de ahora. Sería de agradecer, incluso, algún análisis sobre las perspectivas abiertas en Venezuela tras el 3 de diciembre y sus repercusiones en el conjunto latinoamericano. ¿O no?

Rafael Morales

El Consejo Nacional Electoral, con el 98,29% de las actas de votación escrutadas (faltan actas del extranjero), informó que Hugo Chávez aventaja en más de 3 millones de votos a Manuel Rosales, unos 26 puntos. Suponer siquiera que hubo fraude con estos datos en la mano ya no se le ocurre a nadie. Escribía Vargas Llosa lo siguiente en una desesperada carta publicada en los medios de comunicación: ''Es vital el papel de la Organización de Estados Americanos (OEA) para la supervivencia de la democracia venezolana. No hay otro organismo en América Latina con autoridad para legitimar o deslegitimar los procesos electorales (...). Y el tres de diciembre, ante el menor indicio de fraude, si se provocara, debe hablar claro y respaldar firmemente la verdadera voluntad de los venezolanos''. Esta canción sonaba a puro golpismo en aquellos momentos. Pero los ''indicios de fraude'' ni aparecieron.Finalmente, la OEA acaba de expresar por unanimidad su felicitación al presidente Hugo Chávez por la victoria electoral. Los observadores de aquel organismo destacaron la fuerte presencia de los testigos de los partidos políticos en las mesas de votación y en los centros que recogían los totales. ''Esa presencia -insiste la OEA- contribuyó a hacer más transparente el proceso y permitió brindar mayor confianza en el desarrollo del acto electoral''. El informe también se refirió a las auditorías posteriores realizadas en 98% de las mesas observadas por la misión, resaltando que en 92% de ellas los resultados coincidieron con los arrojados por los datos oficiales. La OEA manifestó su propia caracterización, que sostiene lo declarado por el resto de observadores venezolanos e internacionales sobre las elecciones: transparentes, confiables y ejemplares. Hasta Washington debió inclinarse ante las evidencias. El jefe de su diplomacia para América Latina, Tom Shannon, declaró que ''hubo un ganador claro y la oposición lo aceptó''. Ya que Vargas Llosa apeló a la OEA y la reconoció como único organismo para ''legitimar o deslegitimar'' unas elecciones en América Latina, quizás sería saludable para su prestigio como intelectual, aparentemente apegado a las reglas democráticas, que aceptara con elegancia lo emitido por las urnas venezolanas. De paso, podría retirar sus acusaciones de ''totalitario'' que suele lanzar contra Chávez. A ver si convence a algunos periódicos españoles. Que siga apoyando, si así le parece, a la oposición encabezada por Rosales a partir de ahora. Sería de agradecer, incluso, algún análisis sobre las perspectivas abiertas en Venezuela tras el 3 de diciembre y sus repercusiones en el conjunto latinoamericano. ¿O no?

Rafael Morales