Espacio de opinión de Canarias Ahora
No, que son muchos
Pero de cráneo, dijo mi madre el otro día cuando le conté estupefacto lo que me habían confesado unos maestros amigos míos. Ya había oído yo rumores parecidos, pero esta vez fue toda una confirmación. Ponte en situación, lector. Imagina que tú eres el maestro y yo el director o directora, depende de la manía que me tengas. Llega mayo y te pregunto (literalmente, porque esto que aquí lees es absolutamente cierto): “Fulanito, ¿cuántos van a repetir de tu cuarto (de primaria)?”. “Pues según las notas que tengo, los exámenes, los análisis y demás? por lo menos 13”. “No (te digo yo burocrático perdido), no, trece son muchos y no cabrían con los que vienen de tercero y con los que se matricularán nuevos. Que repitan dos porque no hay pupitres suficientes”. “Pero si no saben ni leer ni escribir, y además es que la media les da suspendidos?”. “Da igual, Fulanito, te vienes a mi despacho, los apruebas y listo, que cuando no se cabe, no se cabe. Me han llamado de Inspección y esto es lo que hay”. Para mear y no echar gota. Da hasta pena.
Así, por fin, se puede explicar objetivamente lo que ocurre en la enseñanza. Por fin hay una explicación para el absurdo de llegar a Primero de ESO sin haber repetido nunca y sin ser capaces de entender lo que se lee. No os exagero, lectores. Esto está ocurriendo en casi toda España, basta con acercarse a los foros educativos para quedarse helado en pleno agosto. Depende de las plazas que haya, se aprueba o se suspende. Evidentemente, cómo no pitorrearse de los Inspectores que están este curso visitando a los nuevos profesores en prácticas, si son los primeros a los que se debería inspeccionar. Estos maestros de los que hablaba arriba me confesaban también que tienen dos programaciones: la que está estupenda y es superpedagógica, llena de objetivos imposibles, de sistemas de evaluación tipo Disney, de unidades didácticas propias de un Príncipe de Asturias por si alguno de estos viene a pedirla, y luego la de verdad, la real, la que dice que no se puede enseñar cuando los niños llevan años sin coger un bolígrafo, sin hacer una cuenta, sin llevar sus libros al colegio, y la que dice que si no se sabe, no se pasa. Es escandaloso, y no solamente esta situación aquí descrita, sino que se sepa, que las comunidades educativas sean conscientes y no se diga nada en voz alta, porque se convierten en cómplices de una de las mayores mentiras que está viviendo la sociedad española.
Afortunadamente, justo cuando empezábamos a echar culebras por la boca, a mi madre se le ocurrió sacar el panettone. Para que calentarnos si esto no tiene arreglo, vamos a merendar que la vida se ve mucho mejor con el estómago lleno. A todos estos que nos engañan, que los zurzan.
José MarÃa GarcÃa Linares
Pero de cráneo, dijo mi madre el otro día cuando le conté estupefacto lo que me habían confesado unos maestros amigos míos. Ya había oído yo rumores parecidos, pero esta vez fue toda una confirmación. Ponte en situación, lector. Imagina que tú eres el maestro y yo el director o directora, depende de la manía que me tengas. Llega mayo y te pregunto (literalmente, porque esto que aquí lees es absolutamente cierto): “Fulanito, ¿cuántos van a repetir de tu cuarto (de primaria)?”. “Pues según las notas que tengo, los exámenes, los análisis y demás? por lo menos 13”. “No (te digo yo burocrático perdido), no, trece son muchos y no cabrían con los que vienen de tercero y con los que se matricularán nuevos. Que repitan dos porque no hay pupitres suficientes”. “Pero si no saben ni leer ni escribir, y además es que la media les da suspendidos?”. “Da igual, Fulanito, te vienes a mi despacho, los apruebas y listo, que cuando no se cabe, no se cabe. Me han llamado de Inspección y esto es lo que hay”. Para mear y no echar gota. Da hasta pena.
Así, por fin, se puede explicar objetivamente lo que ocurre en la enseñanza. Por fin hay una explicación para el absurdo de llegar a Primero de ESO sin haber repetido nunca y sin ser capaces de entender lo que se lee. No os exagero, lectores. Esto está ocurriendo en casi toda España, basta con acercarse a los foros educativos para quedarse helado en pleno agosto. Depende de las plazas que haya, se aprueba o se suspende. Evidentemente, cómo no pitorrearse de los Inspectores que están este curso visitando a los nuevos profesores en prácticas, si son los primeros a los que se debería inspeccionar. Estos maestros de los que hablaba arriba me confesaban también que tienen dos programaciones: la que está estupenda y es superpedagógica, llena de objetivos imposibles, de sistemas de evaluación tipo Disney, de unidades didácticas propias de un Príncipe de Asturias por si alguno de estos viene a pedirla, y luego la de verdad, la real, la que dice que no se puede enseñar cuando los niños llevan años sin coger un bolígrafo, sin hacer una cuenta, sin llevar sus libros al colegio, y la que dice que si no se sabe, no se pasa. Es escandaloso, y no solamente esta situación aquí descrita, sino que se sepa, que las comunidades educativas sean conscientes y no se diga nada en voz alta, porque se convierten en cómplices de una de las mayores mentiras que está viviendo la sociedad española.