Los datos económicos empiezan a presentar un repunte al alza, modesto aún, tras la devastación que ha supuesto la pandemia y las consecuencias de las medidas restrictivas para intentar contenerla y combatirla. Son positivas las distintas predicciones que se vienen realizando sobre el crecimiento del PIB en el próximo período, un 11,3% en las previsiones moderadas del Gobierno canario para 2022. El empleo vuelve a aumentar, aunque de forma claramente insuficiente. Estoy convencido de que el enorme avance experimentado en el proceso de vacunación está ya contribuyendo a esos cambios de tendencia; y lo va a hacer mucho más después de que el amplio despliegue del Gobierno canario nos haya permitido superar el 80% de población diana inmunizada, aunque hay que seguir manteniendo las medidas de protección e higiene. Todo esto contribuye a la recuperación del turismo y del conjunto de la economía.
Mientras esto sucede, mientras se recupera la normalidad, se trata de resistir y de contribuir a paliar en lo posible los graves efectos de esta pandemia en la salud, en la economía, en el empleo y en la vida cotidiana de la gente. Con el importante papel de los ERTE y su continuidad. Con más de 1.300 millones de euros de ayudas directas a empresas, autónomos y pymes de Canarias. Con las medidas dirigidas a proteger a las personas más vulnerables. Continuando con la consolidación de los servicios públicos educativo y sanitario. Actuando en todo lo referente a las políticas de cuidados. Abriendo cauces de reflexión sobre qué modelo de sociedad queremos y qué lugar ocupan en el mismo las personas.
Son numerosos los problemas que aquejan a la sociedad canaria de esta tercera década del siglo XXI. La desconvergencia económica con la media del Estado. La precariedad laboral. Los bajos salarios. El elevado desempleo. La descapitalización de los servicios públicos. Los insuficientes niveles de formación y adecuación al mercado. Nuestra economía dependiente y escasamente diversificada. El crecimiento demográfico, muy superior a la media estatal, debido principalmente a la población llegada desde Europa y Suramérica. Nuestra condición de frontera sur del Estado español y de Europa, determinante en la inmigración irregular hacia las Islas, un fenómeno que persistirá y al que hay que dar respuesta desde la corresponsabilidad de todas las comunidades y el respeto a los derechos humanos. Las dificultades de acceso a una vivienda para amplias capas de la población de las Islas. Los obstáculos de los jóvenes para emanciparse… Y, como se sabe, son problemas que no vienen de la pandemia de la Covid 19, sino de mucho antes.
Transformación
No se trata simplemente, por tanto, de aspirar a regresar a la normalidad anterior, sino de entender que esta sociedad tiene que dar un salto cualitativo si quiere superar sus lastres históricos. No va a ser una tarea fácil ni se van a obtener resultados de manera inmediata. Pero hay que fijar una hoja de ruta transformadora si aspiramos a una Canarias sostenible en lo económico y ambiental, y equilibrada y justa en lo social. Lo que exige un elevado grado de compromiso y unidad, no solo política, sino social.
Son muchos los retos que debemos afrontar los próximos años. Uno de ellos es el demográfico. En este siglo hemos crecido en población casi el doble que la media estatal y multiplicando por siete el crecimiento de comunidades como Euskadi, con mucha más potencia económica. Una situación imposible de absorber por nuestro mercado de trabajo y con consecuencias en la saturación de los servicios públicos, en las infraestructuras, en el consumo de energía… Estamos aún lejos de dar pasos firmes hacia una economía autocentrada y que responda a las necesidades e intereses de esta tierra y de su gente.
La mejora de la calidad de los servicios públicos es otra tarea prioritaria. La pandemia ha servido para demostrar, una vez más, su carácter imprescindible. Y han salido ahora reforzados, en presupuestos, en personal y en medios, tras los recortes de la crisis de 2008. Pero tenemos que seguir dando pasos relevantes en la educación -escolarización 0-3 años, refuerzo de la Formación Profesional, mejora de los idiomas, atención a la diversidad en las aulas…- para acercarnos a las medias estatal y europea. Igual ocurre en sanidad, con el foco en la potenciación de la Atención Primaria o en la postergada salud mental, así como en la reducción de los tiempos de espera para la consulta por un especialista o para la realización de una intervención quirúrgica.
Nuestras condiciones sociales distan mucho de ser modélicas. Vivimos en una sociedad profundamente desigual en la que perviven elevados porcentajes de pobreza y de exclusión social, agravados por la pandemia. Hombres, mujeres y menores que se encuentran muy lejos de los parámetros de bienestar. Y a los que hay que atender adecuadamente y ofrecer oportunidades. Mejorando su formación, la empleabilidad y la calidad del empleo. Protegiendo y apoyando a quienes, por distintas razones, carecen de ingresos o estos son tan escasos que les impiden desarrollar una vida digna, perfeccionando la transferencia de renta a través de la Renta Canaria de Ciudadanía. El acceso a una vivienda es también una asignatura pendiente para muchos canarios, no solo los más vulnerables.
Envejecimiento
Tenemos, además, que dar respuestas al envejecimiento poblacional y al justo trato que se merecen nuestras personas mayores; buscando alternativas a la institucionalización en residencias. Redoblando esfuerzos en la atención a la dependencia y evitando que los cuidados sigan siendo una tarea feminizada que condiciona la vida de una parte de la sociedad, impidiendo o dificultando gravemente el acceso de las mujeres al mundo laboral, social o político.
El turismo seguirá teniendo un gran peso en nuestra economía. Tenemos que insistir en la calidad frente a la cantidad, en la renovación de la planta obsoleta frente a la ocupación de más territorio y en su firme compromiso medioambiental. Esto último será cada vez más relevante y habrá que estar muy atentos a fenómenos relativamente recientes como el conocido como ‘vergüenza a volar’ o a las restricciones internacionales al uso del avión, que deberían tener en cuenta especiales situaciones como las de Canarias.
Pero nuestra economía no puede ser solo turismo. Tenemos que incrementar el peso del sector industrial y de la I+D+i. Seguir potenciando el papel del comercio, que tanta riqueza y empleo genera. Potenciar la economía circular. Elevar el peso en el PIB y en el empleo de nuestro sector primario, reconociendo la gran calidad de los productos del país -determinantes en una gastronomía cada día más creativa y prestigiada- y haciendo atractivo el trabajo y la residencia en el mundo rural. Apoyar al sector audiovisual y al conjunto del sector cultural que crean economía y empleo cualificado.
La sostenibilidad y la lucha contra la Crisis Climática es un deber con estas y las futuras generaciones. Las energías tienen que ser renovables, sí o si. Tenemos en marcha importantes proyectos para cambiar la situación actual de predominio de los combustibles fósiles, como el Salto de Chira. Y limpia debe ser la movilidad, impulsando el transporte público eléctrico y siguiendo con la creciente presencia de bicicletas y patinetas en nuestros entornos urbanos, así como fomentando el transporte guiado. Las ciudades deben estar al servicio de la ciudadanía, ganando más espacios peatonales, potenciando lo verde, rehabilitando para contar con viviendas eficientes energéticamente. Y ofreciendo servicios descentralizados que eviten innecesarios desplazamientos. Repensando este modelo consumista y desarrollista.
Formamos parte de un pueblo con identidad propia, Distinto, ni mejor ni peor que otros. Debemos mimar nuestra identidad, desde el cuidado del paisaje a las expresiones culturales, deportivas o festivas, pasando por nuestra particular forma del español, el habla canaria. Una identidad que no es estática y que no nos impide conocer y aprender de corrientes de múltiples procedencias.
Todo eso y más lo debemos afrontar desde el autogobierno -exigente y, sobre todo, autoexigente- y una sociedad dinámica, comprometida, generosa y solidaria. Desde la equidad territorial y social. Desde la defensa eficaz de Canarias en todos los foros e instituciones. Desde un planteamiento colectivo feminista, ecologista, participativo y profundamente democrático que lleva, necesariamente, a una práctica cotidiana de diálogo y búsqueda de consensos. El canarismo tiene mucho que pensar y, sobre todo, mucho que hacer, si quiere tener futuro, y contribuir al fututo colectivo con la necesaria transformación de esta tierra y la mejora del bienestar de su gente.