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El ‘caso Brito’ y los juicios paralelos

Reflexionar públicamente sobre un tema complejo exige mesura. El riesgo de equivocarse es grande y grandes son sus consecuencias. Más aún cuando está en juego algo tan importante como la buena imagen, la dignidad y la integridad de muchas personas. Asumo el riesgo con la intención de introducir algunos elementos de análisis y con la seguridad de que no tengo la patente de la verdad absoluta.

Me refiero a las reacciones suscitadas tras la denuncia por presuntos abusos a una menor contra el consejero de Podemos en el Cabildo Insular de Gran Canaria y, desde el sábado 20 de junio, vicepresidente segundo de la corporación, Juan Manuel Brito.

Un conjunto de apuntes sobre el tema:

-La presunción de inocencia es sagrada. En este y en cualquier otro caso. No son los medios de comunicación, la opinión pública, los grupos de presión ni los partidos políticos, afines o adversarios, los que tienen la potestad de enjuiciar y dictar sentencia.

-Desgraciadamente nos hemos acostumbrado a lo otro, con enormes despliegues mediáticos en las fases de acusación que, de forma paradójica, se convierten posteriormente en noticias breves, casi irrelevantes, cuando los imputados resultan absueltos.

-Y aquí, como en otros casos, se ha hecho. Bien mediante linchamiento mediático (para algunos se es culpable mientras no se demuestre lo contrario), bien mediante aplausos públicos (curiosamente con muchas mujeres al frente, algunas de ellas feministas; comprendo la solidaridad pero no cayendo en el folclore pantojil), bien mediante declaraciones políticas exculpatorias y que inciden en la teoría de la conspiración.

-No vale posicionarse en función de tus intereses o de tus simpatías políticas. He visto en la red gente encantada y saboreando plenamente la situación (“Qué se puede esperar de Podemitas y cía”, afirman con descaro) y otras responsabilizando de los hechos a una confabulación fascista contra los de Pablo Iglesias. En los dos casos hay escasa reflexión y mucho hooliganismo.

-Si el presunto implicado fuera del PP, no lo duden, veríamos el efecto contrario, los conservadores defendiendo a ultranza y sus detractores señalando que estas actuaciones van poco menos que insertas en el ADN de los populares.

-Ojalá que se demuestre que Brito no es culpable de lo que se le acusa. Por dos razones fundamentales. Porque no deseo nunca el mal a nadie y no soy siquiera capaz de imaginar el sufrimiento que supone una denuncia de semejante gravedad, especialmente a la persona afectada por las acusaciones, pero también a su familia y a sus amigos. Y porque preferiría, sobre todo, que los hechos denunciados nunca hayan ocurrido y, por tanto, que esa niña de entonces (hoy una joven de 19 años) no haya padecido jamás semejante calvario.

-En este caso se produce una evidente contradicción en la decisión adoptada por Podemos: se le suspende temporalmente de militancia pero se le permite tomar posesión de su acta y ejercer como vicepresidente del Cabildo de Gran Canaria. Que me lo expliquen despacio. ¿No reúne condiciones para ser un afiliado del partido pero sí para representar a una parte de la ciudadanía de Gran Canaria y llevar a cabo tareas de gobierno en la institución?

-Ni condeno ni absuelvo. No me corresponde. Tampoco a los muchos que lo están haciendo acá y acullá. Y deseo, especialmente, que la Justicia actúe con diligencia para evitar la prolongación en el tiempo de un proceso inevitablemente doloroso. Y que todo quede por completo aclarado.

-Eso sí, me preocupa el posicionamiento simple de amigo/enemigo, tan común a la política española y canaria. Y, especialmente, lamento el hecho de que casi nadie muestre el menor interés, la menor sensibilidad, la menor consideración, hacia una joven que, haya pasado lo que haya pasado, suceda lo que suceda en el futuro, tenga fundamento o no la acusación, es una persona que precisa apoyo y no verse sometida al pim pam pum mediático.

Reflexionar públicamente sobre un tema complejo exige mesura. El riesgo de equivocarse es grande y grandes son sus consecuencias. Más aún cuando está en juego algo tan importante como la buena imagen, la dignidad y la integridad de muchas personas. Asumo el riesgo con la intención de introducir algunos elementos de análisis y con la seguridad de que no tengo la patente de la verdad absoluta.

Me refiero a las reacciones suscitadas tras la denuncia por presuntos abusos a una menor contra el consejero de Podemos en el Cabildo Insular de Gran Canaria y, desde el sábado 20 de junio, vicepresidente segundo de la corporación, Juan Manuel Brito.