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Chanflones y mangarranes

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La sesión de este miércoles en el Congreso de los Diputados ha sido una de las más bochornosas y vergonzantes que recuerdo. Trece años después de la desaparición de ETA, la vetusta y viejuna oposición sigue utilizando a las víctimas del terrorismo en su beneficio partidista y sectario. 

A Feijóo y a Abascal les importa un pimiento las víctimas del salvaje grupo terrorista que ya no existe. A ellos lo único que les preocupa es usar a los muertos de manera electoral y torticera. Para ellos ETA es una simple mercancía, un arma arrojadiza que utilizan miserablemente para atacar a los rivales políticos. Como si ellos fueran los únicos en luchar contra el terrorismo. 

El bochorno y la vileza moral de la oposición este miércoles son dignas de reflejarse en los libros de historia y no solo en las actas del Congreso. Tras meter la pata hasta el corvejón, el PP y Vox quisieron resarcir su error sacando a la palestra a las víctimas del terrorismo y arrojándoselas en la cara a Pedro Sánchez. 

El Congreso había votado hace unos meses la convalidación de penas de los reclusos españoles, tanto a los terroristas como a los que no lo son. Es una convalidación lógica y normal que está regulada por la legislación de la UE. 

Con esa nueva normativa los presos de ETA no van a dejar de cumplir su sentencia íntegra. Todos ellos van a cumplimentar hasta el último día de la pena impuesta por los tribunales. Lo que ocurre es que si un preso etarra ha cumplido unos años en cárceles francesas o belgas, ese mismo periodo de tiempo se reconoce legalmente y por lo tanto se descuenta del resto de la condena en cárceles españolas. 

Es un tema muy simple jurídicamente y socialmente se debe entender, a no ser que uno sea un palurdo extremista. Pues bien, todos los grupos parlamentarios votaron unánimemente a favor de ese cambio legislativo en la Comisión, en la ponencia y en el Congreso. 

Cuando pasó la reforma al Senado, ningún grupo puso objeciones. Sin embargo, tras su publicación en la prensa, la oposición entera se levantó en armas como si esa modificación no hubiese sido consensuada y aprobada por todos y cada uno de los grupos del gobierno y de la oposición. 

Montaron un paripé ruin e infame en el Congreso e incluso hicieron pasear a mitad de la sesión a la senadora Marimar Blanco, hermana del concejal Miguel Ángel Blanco, asesinado cobarde y vilmente por ETA. La senadora entró en el hemiciclo precisamente cuando estaba hablando Pedro Sánchez desde la tribuna. 

La idea y noble y piñufla de estos zarandajos era aparecer justamente en mitad del discurso del presidente para interrumpirlo con los aplausos de la bancada popular. Puro teatro del malo. La senadora se prestó indignamente a la manipulación tragicómica como si estuviera en un pase de modelos y nada más pisar el salón todos los diputados del PP se pusieron de pie a aplaudirla. Esta pobre mujer no se enteraba de que estaba siendo utilizada por sus propios correligionarios. Bochorno total. 

El PP no solo utiliza a las víctimas del terrorismo en general sino que las usa también de parapeto partidista. No tienen ni el más mínimo pudor de utilizar a la gente de su propio partido para realizar una performance abyecta e inmoral en las mismas Cortes. El espectáculo de este miércoles fue de una vileza moral descomunal. 

PP y Vox tenían tan mala conciencia y tal cabreo por el asunto que quisieron desviar la atención haciéndose ellos las víctimas y culpando al gobierno de la controvertida votación de hace unos meses en la que todos los diputados votaron de manera unánime. 

Si los parlamentarios de la oposición no saben hacer bien su trabajo y son unos ineptos, que dimitan, pero que no echen cobardemente la culpa al gobierno de sus propias miserias. Ni siquiera tienen compasión con las víctimas del terrorismo de su propio partido. 

Consuelo Ordóñez, la hermana del edil Gregorio Ordóñez, asesinado también vilmente por ETA, ha pedido reiteradamente a su propio partido que deje de utilizar a las víctimas del terrorismo de manera despreciable. Ni siquiera con ella han tenido una mínima consideración. Ella tiene más carácter y no se deja manipular como Marimar Blanco. Las víctimas no tienen necesariamente razón por el solo hecho de ser víctimas. 

Cada vez que usted oiga a la oposición hablar de Venezuela, Cataluña y ETA, dé completamente por seguro que se le han acabado los argumentos serios. Es el pataleo y la desesperación. Es su forma de protestar por tener que seguir unos años más en la oposición. En la oposición hace mucho frío hasta en agosto. 

Aznar fue el presidente de gobierno que más presos etarras acercó al País Vasco en su mandato, también obtuvo el récord de la mayor excarcelación de terroristas. Incluso dio la orden expresa de negociar con ETA, banda terrorista a la que él denominó movimiento vasco de liberación nacional.  

Aznar excarceló a etarras cinco meses después del vil asesinato del concejal de su propio partido Miguel Ángel Blanco. Uno de esos etarras mató a varios cargos socialistas en el País Vasco cuando salió de nuevo a la calle y el hipócrita e indecente Aznar tiene el cuajo de afear a Zapatero antes y ahora a Sánchez su política antiterrorista. 

 Con Aznar ETA estaba más viva que nunca. Con Zapatero se acabó definitivamente con ETA. Es algo tan elemental que lo entienden hasta mis nietos. Claro que hay algunos dirigentes a los que hay que echar de comer aparte porque son unos animalitos con ropa y no se enteran de nada o no se quieren enterar. Sea una cosa u otra, da igual. De cualquier forma, siguen siendo unos desalmados ineptos y mangarranes. 

La sesión de este miércoles en el Congreso de los Diputados ha sido una de las más bochornosas y vergonzantes que recuerdo. Trece años después de la desaparición de ETA, la vetusta y viejuna oposición sigue utilizando a las víctimas del terrorismo en su beneficio partidista y sectario. 

A Feijóo y a Abascal les importa un pimiento las víctimas del salvaje grupo terrorista que ya no existe. A ellos lo único que les preocupa es usar a los muertos de manera electoral y torticera. Para ellos ETA es una simple mercancía, un arma arrojadiza que utilizan miserablemente para atacar a los rivales políticos. Como si ellos fueran los únicos en luchar contra el terrorismo.