Chira-Soria: Agua y energía de futuro
Estamos en un momento crucial para Canarias y para Gran Canaria. Tras más de 10 años de políticas de austeridad, que comenzaron con la crisis de 2008, nos encontramos con una pandemia global y la emergencia de actuar contra el cambio climático para limitar el aumento de la temperatura y sus graves consecuencias. En nuestras islas, además, a esto se suman tasas de paro, pobreza y precariedad casi inéditas en los países desarrollados. Para combatir esta realidad necesitamos recursos muy importantes y pese a ser limitados, España va a contar con un paquete de estímulo de 140.000 millones. Además los fondos específicos para las regiones ultraperiféricas han aumentado en 528 millones para los próximos 7 años. Igualmente, la coincidencia de gobiernos progresistas en todas las administraciones nos va a permitir que por primera vez en décadas se puedan llevar a cabo políticas keynesianas de inversión pública en sectores estratégicos, también en las islas.
Por ese motivo podemos afirmar que el porvenir de Canarias va a depender de lo que hagamos en los próximos años en los que tendremos una oportunidad para alcanzar la tan ansiada diversificación y modernización de nuestra economía, disminuyendo la dependencia del turismo, aumentando la implantación de energías renovables o creando puestos de trabajo “verdes” vinculados a la lucha contra el cambio climático. Nos estamos jugando el futuro.
En este escenario Gran Canaria cuenta por primera vez con un gran proyecto de economía verde que se puede convertir en el eje de la diversificación económica, ya que gira sobre dos de los factores claves de la economía del futuro, especialmente en islas como las nuestras: el agua y la energía renovable. El principal inconveniente para la penetración de las energías renovables es su almacenamiento. A diferencia de las fósiles, no es posible controlar cuándo va a haber viento o sol ni hacer coincidir la producción de energía solar o renovable con los momentos de mayor demanda. La consecuencia es que hay momentos (por ejemplo por la noche o los fines de semana) en los que se “desperdicia” energía (ya que puede que los aerogeneradores y las placas fotovoltaicas estén generando más energía de la que se precisa en ese momento) mientras que hay horas punta de gran demanda que no puede ser satisfecha (por la ausencia de viento o sol) poniendo en riesgo el conjunto del sistema.
Para responder a esta situación con recursos propios y sostenibles surge la propuesta de la Central Hidroeléctrica Chira-Soria. El proyecto, que se encuentra actualmente en información pública, constituye lo que podríamos llamar la “Pila de Gran Canaria”. La central utilizaría la energía sobrante en el sistema para bombear y almacenar en la presa de Chira el agua producida en una desaladora situada en Santa Águeda (Arguineguín). Cuando hiciera falta energía por la falta de viento o sol, esa agua se dejaría caer hasta la presa de Soria, y este salto generaría energía limpia siempre que hiciera falta. En resumen, permitiría almacenar energía renovable en forma de agua para que estuviera disponible en cualquier momento.
De esta manera se almacenarían 16 horas para los 200 MW de potencia instalada, valor muy superior al almacenamiento máximo actual de la batería de litio más grande del mundo, cuyo almacenamiento es ligeramente superior a 1 hora. Además, el diseño de la central permite producir energía y bombear para mantener los niveles de agua de las presas al mismo tiempo, constituyendo un hito tecnológico a nivel mundial. Nada de esto se podría hacer con baterías. Las baterías son complementarias pero nunca podrían sustituir a la central planteada y si lo fueran serían entre un 9 y 38 veces más caras y generarían una mayor cantidad de CO2. Sin contar con el impacto en el paisaje, la utilización de minerales extraídos de países empobrecidos, el problema de su eliminación y restitución cada quince años…
Chira Soria permitirá así un gran desarrollo de energías renovables al aumentar la producción de energía solar y eólica en Gran Canaria en un 36% y conseguir así que las energías limpias supongan entre un 51% y un 70%. Y también eliminar los ceros eléctricos (si se produjera un cero como en Tenerife, en apenas unos segundos se restauraría el servicio) y una fuerte reducción de las emisiones de CO2 (más de un 20%) cuyos valores medios en la actualidad superan las 200 toneladas/hora. Es sin duda la solución para alcanzar los objetivos del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC): una penetración mínima del 42% de la energía de origen renovable y una reducción de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero del 21%.
Además el proyecto cuenta con otra importante ventaja: para poder garantizar la operación de la central hidroeléctrica, es necesario aportar agua desalada a las presas con el fin de compensar las pérdidas y la sequía, mediante la planta desaladora de agua de mar, ubicada en la zona de Arguineguín, con una aportación prevista al embalse de Soria de 2,7 millones de metros cúbicos. Además de garantizar el funcionamiento, generaría un excedente de agua que se destinaría a cubrir las necesidades en la cumbre de Gran Canaria, mediante la elevación desde la Presa de Chira. Esto es tan importante como la función de servir de apoyo a la generación y penetración de las renovables. Tener las presas llenas, en estos momentos en que por falta de lluvias están casi vacías, nos va a permitir poder elevar el agua para regar toda la cuenca de Tunte, Mogán, Tejeda y Artenara, reforestar la isla y combatir los incendios, la mejor manera de luchar contra la desertización galopante a la que estamos abocados por el cambio climático. Porque desgraciadamente las lluvias van a ser cada vez menos y necesitamos producir agua de manera sostenible.
Es más, si por cualquier razón hubiese algún día un problema grave de desabastecimiento en la isla y no pudiéramos producir agua, las presas de Chira y Soria llenas nos permitirían subsistir y abastecernos durante seis meses. Por otra parte, la empresa que realiza la inversión, Red Eléctrica Española, está obligada a pagar como canon cada año al Cabildo de Gran Canaria - y durante sus al menos 75 años de vida- seis millones de euros que se podrían destinar a abaratar el coste de la producción de agua para la agricultura. Además el proyecto creará unos 3.500 puestos de trabajo, en un momento de extrema necesidad para nuestra tierra.
La primera fase del proyecto se remonta a 2011, cuando el Cabildo realiza un concurso para la adjudicación del proyecto que gana la empresa Endesa. Pero no es hasta 2015 - por cuestiones legales y de garantía de la competencia se subroga la obra a Red Eléctrica Española (REE)- cuando el proyecto experimenta un gran impulso. REE presenta una modificación a la que el Cabildo presentó alegaciones, que se contemplaron en gran parte, consiguiendo un proyecto con un alto encaje en las competencias sectoriales del Cabildo. Además, desde las distintas áreas del gobierno insular se está trabajando de forma coordinada y se han organizado reuniones con el Órgano Ambiental del Gobierno de Canarias, con el objeto de abordar el análisis del trazado soterrado de la línea de evacuación de alta tensión además de diversas mejoras medioambientales.
Hay personas de buena fe que por diversas vías han mostrado su preocupación por el posible impacto ambiental del proyecto. Las personas de Gran Canaria aman su tierra, su territorio y su paisaje y eso es algo que nos honra como pueblo y que admiro profundamente. El Gobierno progresista del Cabildo de Gran Canaria es el más comprometido con el medioambiente y la sostenibilidad que ha tenido la institución y por eso llevamos desde 2015 trabajando para conseguir que el proyecto tenga el menos impacto posible y para garantizar la restitución al estado original de todos los parajes en los que se vayan a realizar obras.
Los materiales extraídos para los soterramientos de las redes y la caverna se utilizarán para restituir espacios degradados por antiguas canteras y los espacios utilizados durante las obras serán restaurados y devueltos a su estado original. Es absolutamente falso que el Barranco de Arguineguín vaya a ser destrozado, la realidad es que su estado al final de las obras será el mismo que tiene en la actualidad. Solo quedará visible un sendero turístico, a modo de carril bici, anexo a la carretera actual. Las obras permitirán además erradicar muchísimas plantas invasoras que han colonizado el espacio. Y otro dato, las voladuras a realizar serán mucho menos que las que se tuvieron que hacer en las obras de la autovía del suroeste de la isla. La redes irán soterradas siempre que su enterramiento no genere problemas medioambientales superiores a si van al aire libre. Este proyecto, con su diseño pionero a nivel mundial, convertirá a Gran Canaria en un espacio de referencia y autosuficiente energéticamente, apoyado en energías limpias.
Se ha alegado también que la desaladora vierte salmuera y afecta a los sebadales. Es un argumento sorprendente dado que Canarias es el espacio territorial con mayor densidad de desaladoras por km2 en el mundo, con más de 300 plantas en explotación con una capacidad instalada de 600.000 metros cúbicos por día. En realidad la salmuera se vierte en todas las desaladoras de la isla y si las cerráramos no podríamos seguir viviendo aquí ya que no tendríamos agua para subsistir. Ante esto, en estos momentos el Cabildo participa en un proyecto con el CDTI para poder reutilizar la salmuera sin que se vierta al mar.
Por ello me entristece ver que en las últimas semanas, más allá de las dudas de las personas de buena voluntad, se ha puesto en marcha una campaña en distintas redes sociales para atacar el proyecto. Desde ataques furibundos en Facebook hasta recogidas de firmas que llegan, en su afán de sumar adhesiones, a la Patagonia. Porque además, lejos de plantear un debate sosegado sobre el proyecto y plantear alternativas, pretenden alarmar a la población con exageraciones y fake news al estilo trumpiano, planteando prácticamente un apocalipsis medioambiental sin ningún fundamento científico. Sorprende que tras 15 años de lucha por este proyecto, ahora, cuando se le incorporan las tecnologías más de vanguardia, salen algunos de los que siempre lo defendieron a decir que se ha quedado obsoleto. De traca.
Está claro que hoy, con los argumentos que esgrimen lo que se oponen a este proyecto, también estarían oponiéndose a la construcción de las presas de Chira y de Soria. Tenemos que ser consecuentes con nuestro discurso y si queremos una economía diversificada, no dependiente del turismo, basada en energías renovables y respetuosa con el medio ambiente necesitamos inversiones verdes que vayan en ese sentido. Y Chira-Soria puede y debe ser el pilar de esa nueva economía insular. Oponerse sin razones contundentes para ello, además de una postura reaccionaria es seguir condenando nuestra tierra a la pobreza.
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