Parece que vamos a tener que convivir durante toda esta legislatura, que va a durar sus cuatro años, con las proclamas sobre el hundimiento de nuestro país que vociferan a todas horas tanto la extrema derecha como la derecha extremada. Su táctica política es muy evidente y consiste en incendiar el clima de convivencia y pregonar el cuanto peor mejor a ver si, en un golpe de suerte, consiguen conquistar el poder que las urnas les niegan. Frente a estas actitudes nada constructivas, los progresistas hemos de contraponer templanza, unidad de acción, políticas de avance social y más estado del bienestar.
He de reconocer, no obstante, que no resulta fácil permanecer impasible ante las perlas, a cual más delirante, que nos brindan cada día tanto la extrema derecha como la derecha extremada. No, no es sencillo hacer oídos sordos ante tanto ruido de distracción para concentrarnos en la tarea de combatir la pandemia y sus devastadoras consecuencias económicas y sociales, proteger a los más vulnerables y gobernar para transformar nuestro país en el marco del plan anticrisis y de reactivación y modernización económica que ha propuesto la Unión Europea.
Al estrambótico anuncio de una moción de censura por parte de Vox, no está claro si contra el Gobierno de Pedro Sánchez o más bien contra la que denomina derechita cobarde representada por el Partido Popular (PP), se le une ahora otro de corte parecido en Canarias. Lo que queda del Partido Nacionalista Canario (PNC) le ha pedido a su socio electoral, Coalición Canaria (CC), que presente una moción de censura contra el Gobierno canario de progreso surgido del Pacto de las Flores “aunque sea para perderla”. Parece que los extremos se tocan en su concurso de ocurrencias.
Lo que persigue la ultraderecha parece obvio, fagocitar al PP todo lo que pueda con la intención de adelantarlo electoralmente y revirar los equilibrios políticos e institucionales de nuestro país hacia el franquismo nostálgico y las catacumbas. Contra este mal, la receta es clara: al fascismo se le combate desde el debate, porque lo contrario sería entrar en el terreno al que nos quieren llevar. Por otra parte, lo que persigue el PNC quizá sea sembrar cizaña y alentar a Nueva Canarias para que dé el paso de romper el pacto en las Islas, a pesar de las reiteradas y explícitas negativas de los nacionalistas progresistas de embarcarse en aventuras rumbo a la nada.
Pero aún no lo hemos visto todo. Estoy convencido de que estamos asistiendo sólo a los entremeses de una ristra de ocurrencias, a cual más extravagante, que nos van a acompañar en los meses y años venideros, de aquí hasta que se agote la legislatura y se convoquen nuevas elecciones generales. Ahora, vemos a Casado quejándose de que Sánchez no lo llama y animando por otro lado a la insumisión de las y los alcaldes del PP contra el pacto suscrito entre el Ministerio de Hacienda y la Federación Española de Municipios sobre el uso de los remanentes municipales.
Es de locos, pero irá a más, que nadie lo dude, aunque con su actitud quien pierda realmente sea España o Canarias. O ambas. Les es completamente indiferente si sirve a sus mezquinos intereses.