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Controlar lo nuestro

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Desde todas las terminales que dirigen el actual modelo turístico se escucha que nuevas voces quieren “destruir el turismo”. No se puede negar que hay gente que odia a los turistas, igual que hay gente que odia el color rojo, los inmigrantes o los vehículos a motor. Hay de todo en la vida. Saber qué condiciona tu odio y saber entenderlo ya es cosa de cada uno, de cada entendimiento y atribución de valores.

En Canarias tenemos el honor de ser el territorio del mundo con más turistas por habitante del mundo. Lo que se está proponiendo desde las organizaciones del 20A, desde ATAN, de la Fundación Canarina, y desde innumerables terminales y asociaciones en pro de una revisión del presente es: controlar el turismo, para manejar los canarios el turismo, poner así límites y decidir juntos, mediante herramientas colectivas, cómo queremos que sea lo que ocurre en nuestro territorio. Esto sí es importante para los canarios, esto sí genera una voluntad de ponerse a trabajar todos juntos y encontrar una solución consensuada.

Lo de los inmigrantes, el rechazo a la inmigración, a África, a las consecuencias de la ruta canaria eso es cosa de unos pocos, y sobre todo, es cosa de muchas personas que habitan la península ibérica, no Canarias. Si por la ingente mayoría de canarios fuera, nuestras islas tendrían habilitado un corredor humanitario abierto para que la inmigración y el movimiento sea libre, eso es precisamente lo que va a favor de nuestros valores y nuestro entendimiento del mundo, y todo lo demás es irrisorio, un producto vacío sin respaldo social, al que, además, los partidos mayoritarios no están haciendo ningún caso.

Como todos sabemos, la depreciación de los servicios públicos y las dificultades del presente, están haciendo que muchas personas se confundan y empiecen a odiar más a los inmigrantes que a los que manejan la economía canaria sin dejarnos participar en su desarrollo. Eso es lo verdaderamente grave y absurdo, como diría Alexis Amaya, “de crápula”, porque pudiendo gravar al turista y subir los precios, delimitar espacios naturales y controlar la oferta turística, es decir, coger el dinero de los guiris y dejarlo en Canarias, estos seres eligen ignorar el problema de nuestra desigualdad social, no ayudar a lo público a fortalecerse y emprender una guerra cultural contra una gente que ni mal hace, ni mal se les espera que hagan.

Es importante que desde estas tribunas y desde todo nuestro sentido común hagamos ver que somos una sociedad abierta, que estas personas son bienvenidas, y que queremos que puedan viajar a la metrópoli si así lo desean y desarrollar así sus vidas, como hemos hecho siempre los canarios.

Hoy parecerá otro mundo, pero en tiempos de antes, Cuba era un tercio del PIB de España, y allí íbamos los canarios desde nuestra adyacencia a buscarnos la vida, a Puerto Rico, que hoy tiene más PIB per cápita que España, y para, por supuesto, Venezuela.

Los canarios nos tenemos que centrar en aumentar nuestra soberanía, dando más espacio en nuestro bolsillo a las actividades económicas que pueden ayudarnos a mejorar el bienestar colectivo y hacer posible el futuro de nuestras familias. Todo lo demás forma parte de un discurso interesado para que no controlemos lo que es nuestro, y encima odiemos lo que no es exactamente como nosotros.

Desde todas las terminales que dirigen el actual modelo turístico se escucha que nuevas voces quieren “destruir el turismo”. No se puede negar que hay gente que odia a los turistas, igual que hay gente que odia el color rojo, los inmigrantes o los vehículos a motor. Hay de todo en la vida. Saber qué condiciona tu odio y saber entenderlo ya es cosa de cada uno, de cada entendimiento y atribución de valores.

En Canarias tenemos el honor de ser el territorio del mundo con más turistas por habitante del mundo. Lo que se está proponiendo desde las organizaciones del 20A, desde ATAN, de la Fundación Canarina, y desde innumerables terminales y asociaciones en pro de una revisión del presente es: controlar el turismo, para manejar los canarios el turismo, poner así límites y decidir juntos, mediante herramientas colectivas, cómo queremos que sea lo que ocurre en nuestro territorio. Esto sí es importante para los canarios, esto sí genera una voluntad de ponerse a trabajar todos juntos y encontrar una solución consensuada.