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¿Conver qué? (Las ingenuidades de Garzón)

Me temo que el valor en alza en Izquierda Unida, Alberto Garzón, no ha entendido nada de lo que está pasando. O hace como si no entendiera nada, que no es lo mismo pero es igual para el caso que nos ocupa. Su insistencia en la convergencia con Podemos y en la responsabilidad histórica de quien no apueste por la misma es plenamente melancólica y está muy alejada de la realidad.

Seamos claros. Podemos no parece tener el menor interés en esa convergencia. Por puro cálculo electoralista, analizando con una balanza qué gana y qué pierde. Y, de forma inteligente o perversa, ustedes dirán, su cúpula prefiere tener a los de Lara (al político de izquierdas, que no al dueño de una cadena televisiva) a prudente distancia; bueno, sin eufemismos, cuanto más lejos mejor.

Digo lo que digo sin menospreciar a IU, a su compromiso, a la capacidad movilizadora y al trabajo de muchos de sus militantes y dirigentes. Pero los datos electorales, ese exiguo 5% que le otorgan las distintas encuestas, aunque no son la principal motivación, es cierto que no ayudan a que Iglesias, Errejón y compañía estén dispuestos a mover ficha a favor de un posible entendimiento. Más bien todo lo contrario, como está sucediendo con los Ganemos.

Porque, además, el actual núcleo de votantes de IU no garantiza que Podemos crezca. Por un lado, porque una parte significativa de ellos no está dispuesto a apoyar a una formación “ni de derechas ni de izquierdas” ni a formar parte de un proyecto socialdemócrata. Ni a diluir a IU hasta su más que posible desaparición.

Sigue leyendo este análisis en el blog de Enrique Bethencourt, 'La Tiradera'.

Me temo que el valor en alza en Izquierda Unida, Alberto Garzón, no ha entendido nada de lo que está pasando. O hace como si no entendiera nada, que no es lo mismo pero es igual para el caso que nos ocupa. Su insistencia en la convergencia con Podemos y en la responsabilidad histórica de quien no apueste por la misma es plenamente melancólica y está muy alejada de la realidad.

Seamos claros. Podemos no parece tener el menor interés en esa convergencia. Por puro cálculo electoralista, analizando con una balanza qué gana y qué pierde. Y, de forma inteligente o perversa, ustedes dirán, su cúpula prefiere tener a los de Lara (al político de izquierdas, que no al dueño de una cadena televisiva) a prudente distancia; bueno, sin eufemismos, cuanto más lejos mejor.