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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

Corrupción en el Banco Mundial

El chisme, más o menos, reza así. Shaha Riza, también empleada del Banco Mundial, recibió aumentos de sueldo por encima de lo establecido por la organización. El primer favor de su amigo Paul supuso 47.300 dólares, un 35.5% más. El segundo, de 13.590, representó un aumento del 7.5%. Las reglas del Banco Mundial establecen aumentos máximos del 12% y del 3.7% respectivamente. Su salario en 2006 alcanzó los 193.500 dólares libres de impuestos, unos 7.000 dólares más que el de la secretaria de Estado Condoleezza Rice. Además, Shaha Riza trabajó para una empresa privada que ofrecía asesoría al Pentágono antes de la guerra de Irak, sin informar de ello al Banco Mundial, tal y como exigen las normas de este monstruito financiero.Conocido el escándalo, cuarenta y dos ex ejecutivos de alto rango del Banco Mundial exigieron la renuncia de Wolfowitz, acusándolo de haber perdido la confianza y el respeto de los empleados del banco. Añadieron que con este favoritismo personal “alejó a algunos inversionistas clave, en un momento en que su apoyo es esencial para una provisión exitosa de los recursos para ayudar a países pobres, especialmente en África. Por el bien del Banco Mundial, Wolfowitz debe renunciar”. Alemania insistió en lo mismo a través del diario Financial Times Deutschland. La ministra de Desarrollo dijo que “entre más pronto se vaya, mejor”. No resultará empresa sencilla quitárselo de encima, porque Estados Unidos nombra al presidente del Banco Mundial, siempre estadounidense. Y a este ideólogo reaccionario lo premió George Walker Bush con el puesto tras su paso por el Pentágono como segundo del dimitido arquitecto de la catástrofe iraquí, otro halcón llamado Donald Rumsfeld. El cuentito almacena otros detalles curiosos. El primero tiene que ver precisamente con África. La gran empresa de Wolfowitz, como siempre adornada de moralina, consistió en ocultar las condiciones leoninas del Banco Mundial para los países pobres con una campaña contra la corrupción de algunos gobiernos africanos. ¿Con qué autoridad moral a partir de ahora? Ninguna. El segundo detalle casi provoca risa. Como el ex presidente Bill Clinton, pidió perdón por su “error”. Y acaba de recurrir a los servicios del prominente abogado Robert S. Bennet, quien defendió a Clinton de las acusaciones de conducta sexual inapropiada por sus relaciones con la becaria Mónica Lewinsky.Paul Wolfowitz no quiere irse a casa ni volver a impartir clases en la Universidad, de donde salía de vez en cuando para programar guerras y razonar agresiones internacionales. Su gran Oriente Medio desapareció a cambio de sufrimientos insoportables. Aquel sueño según el cual los iraquíes recibirían con caramelos a los soldados estadounidenses e Irak se transformaría en un polo de progreso, democracia y libre mercado para el conjunto de la región. Ahora vuelve a lucirse con miserables corruptelas personales. ¡Qué cosas! Rafael Morales

El chisme, más o menos, reza así. Shaha Riza, también empleada del Banco Mundial, recibió aumentos de sueldo por encima de lo establecido por la organización. El primer favor de su amigo Paul supuso 47.300 dólares, un 35.5% más. El segundo, de 13.590, representó un aumento del 7.5%. Las reglas del Banco Mundial establecen aumentos máximos del 12% y del 3.7% respectivamente. Su salario en 2006 alcanzó los 193.500 dólares libres de impuestos, unos 7.000 dólares más que el de la secretaria de Estado Condoleezza Rice. Además, Shaha Riza trabajó para una empresa privada que ofrecía asesoría al Pentágono antes de la guerra de Irak, sin informar de ello al Banco Mundial, tal y como exigen las normas de este monstruito financiero.Conocido el escándalo, cuarenta y dos ex ejecutivos de alto rango del Banco Mundial exigieron la renuncia de Wolfowitz, acusándolo de haber perdido la confianza y el respeto de los empleados del banco. Añadieron que con este favoritismo personal “alejó a algunos inversionistas clave, en un momento en que su apoyo es esencial para una provisión exitosa de los recursos para ayudar a países pobres, especialmente en África. Por el bien del Banco Mundial, Wolfowitz debe renunciar”. Alemania insistió en lo mismo a través del diario Financial Times Deutschland. La ministra de Desarrollo dijo que “entre más pronto se vaya, mejor”. No resultará empresa sencilla quitárselo de encima, porque Estados Unidos nombra al presidente del Banco Mundial, siempre estadounidense. Y a este ideólogo reaccionario lo premió George Walker Bush con el puesto tras su paso por el Pentágono como segundo del dimitido arquitecto de la catástrofe iraquí, otro halcón llamado Donald Rumsfeld. El cuentito almacena otros detalles curiosos. El primero tiene que ver precisamente con África. La gran empresa de Wolfowitz, como siempre adornada de moralina, consistió en ocultar las condiciones leoninas del Banco Mundial para los países pobres con una campaña contra la corrupción de algunos gobiernos africanos. ¿Con qué autoridad moral a partir de ahora? Ninguna. El segundo detalle casi provoca risa. Como el ex presidente Bill Clinton, pidió perdón por su “error”. Y acaba de recurrir a los servicios del prominente abogado Robert S. Bennet, quien defendió a Clinton de las acusaciones de conducta sexual inapropiada por sus relaciones con la becaria Mónica Lewinsky.Paul Wolfowitz no quiere irse a casa ni volver a impartir clases en la Universidad, de donde salía de vez en cuando para programar guerras y razonar agresiones internacionales. Su gran Oriente Medio desapareció a cambio de sufrimientos insoportables. Aquel sueño según el cual los iraquíes recibirían con caramelos a los soldados estadounidenses e Irak se transformaría en un polo de progreso, democracia y libre mercado para el conjunto de la región. Ahora vuelve a lucirse con miserables corruptelas personales. ¡Qué cosas! Rafael Morales