Espacio de opinión de Canarias Ahora
Decepcionante
Y también la gestión política, claro, aunque eso sea más discutible. Cuando las llamas prenden en los bosques por simple accidente Âque también sucede- es muy difícil delimitar responsabilidades, aunque resulte cómodo y políticamente rentable señalar responsabilidades y acusar de descuidos e inoperancia a los rivales que están o estuvieron en el machito de determinadas y jodidas competencias. Los campos, los montes, las masas forestales no son ya lo que eran ni gozan de los mimos y de la atención de que gozaron en tiempos, simplemente porque -¡y sigo con la matraquilla, ustedes perdonen!- el modelo económico ha cambiado. La agricultura y la ganadería, que ahora parecen actividades folclóricas, pero cuya desaparición vamos a pagar muy caro, obligaban antes a esas atenciones, a esas limpiezas, a esas vigilancias que ya no existen y que dejan a los árboles, a las matas y matojos, a la pinocha y al sequero del humus, a merced del energúmeno enloquecido de turno o de las más imprevisibles y variopintas circunstancias. Todo resulta muy decepcionante con estos calores, cierto. Mientras unos tratan de apagar la voracidad del fuego omnipresente, otros vagan por distintos parajes Âpor bosques de grúas en vez de pinos- en busca de una cría más, perdida en los ardientes y áridos paisajes isleños, nos tememos que para siempre. Las buenas intenciones de los voluntarios, la paciencia y dudosa meticulosidad de las fuerzas del ejército en la búsqueda y las declaraciones de los responsables de un rescate que no se va a producir (como no se produjo el de Sara, como no se produjo el de Yeremi), sólo trasmiten la sensación de decepción profunda a las buenas gentes. Deben existir otros métodos para solucionar el misterio y el delito, al margen del pateo incesante y estéril de riscos y barrancos. Imagina uno. Por decepcionar, decepciona incluso que a una figura de la lucha canaria la pillen en un control antidoping. Está claro que, en algunas competiciones (las ciclistas mayormente) ganan no los mejores, sino los que demuestran que no se han dopado para alcanzar el triunfo. Hasta hoy, uno pensaba que nuestros luchadores sólo se chutaban grandes dosis de solomillos y chuletas a la plancha, un suponer. Pero, parece que no. Decepcionantemente, vamos comprobando que aquí se dopa hasta la autoridad competente, porque sólo con un coloque de mucho cuidado se puede decir que vivimos en una sociedad casi idílica, oigan.
José H. Chela
Y también la gestión política, claro, aunque eso sea más discutible. Cuando las llamas prenden en los bosques por simple accidente Âque también sucede- es muy difícil delimitar responsabilidades, aunque resulte cómodo y políticamente rentable señalar responsabilidades y acusar de descuidos e inoperancia a los rivales que están o estuvieron en el machito de determinadas y jodidas competencias. Los campos, los montes, las masas forestales no son ya lo que eran ni gozan de los mimos y de la atención de que gozaron en tiempos, simplemente porque -¡y sigo con la matraquilla, ustedes perdonen!- el modelo económico ha cambiado. La agricultura y la ganadería, que ahora parecen actividades folclóricas, pero cuya desaparición vamos a pagar muy caro, obligaban antes a esas atenciones, a esas limpiezas, a esas vigilancias que ya no existen y que dejan a los árboles, a las matas y matojos, a la pinocha y al sequero del humus, a merced del energúmeno enloquecido de turno o de las más imprevisibles y variopintas circunstancias. Todo resulta muy decepcionante con estos calores, cierto. Mientras unos tratan de apagar la voracidad del fuego omnipresente, otros vagan por distintos parajes Âpor bosques de grúas en vez de pinos- en busca de una cría más, perdida en los ardientes y áridos paisajes isleños, nos tememos que para siempre. Las buenas intenciones de los voluntarios, la paciencia y dudosa meticulosidad de las fuerzas del ejército en la búsqueda y las declaraciones de los responsables de un rescate que no se va a producir (como no se produjo el de Sara, como no se produjo el de Yeremi), sólo trasmiten la sensación de decepción profunda a las buenas gentes. Deben existir otros métodos para solucionar el misterio y el delito, al margen del pateo incesante y estéril de riscos y barrancos. Imagina uno. Por decepcionar, decepciona incluso que a una figura de la lucha canaria la pillen en un control antidoping. Está claro que, en algunas competiciones (las ciclistas mayormente) ganan no los mejores, sino los que demuestran que no se han dopado para alcanzar el triunfo. Hasta hoy, uno pensaba que nuestros luchadores sólo se chutaban grandes dosis de solomillos y chuletas a la plancha, un suponer. Pero, parece que no. Decepcionantemente, vamos comprobando que aquí se dopa hasta la autoridad competente, porque sólo con un coloque de mucho cuidado se puede decir que vivimos en una sociedad casi idílica, oigan.
José H. Chela