Espacio de opinión de Canarias Ahora
La desamortización de La Caja: misión cumplida
Conviene recordar que las Cajas, hasta hace poco, estaban configuradas como instituciones sin fines de lucro, concebidas como alternativa a los bancos para atender las necesidades de las clases sociales más pobres, y controladas por la o las administraciones públicas que las crearon en su día. En el caso de la Caja Insular, por el Cabildo de Gran Canaria. Tenían un poderoso arraigo en los distintos territorios y estaban comprometidas de lleno en su desarrollo económico-social, manteniendo importantes Obras Sociales donde invertían sus ganancias disponibles, y con las que atendían, con mejor o peor fortuna y acierto, a algunas de las necesidades sociales más básicas. Sin duda, y a pesar de muchas historias que no queremos ahora recordar, la Caja Insular de Ahorros era algo “nuestro”.
Con el paso del tiempo, y con el culpable dejar hacer por parte de las instituciones propietarias, los equipos dirigentes que se fueron consolidando en las Cajas (la tecnoestructura), fueron dirigiendo su estrategia de forma taimada hacia la equiparación financiera con los bancos privados. Y cada vez más, fueron haciendo las mismas operaciones y pareciéndose más.
En los últimos tiempos, con la disculpa de la crisis financiera y a remolque de la burbuja inmobiliaria que afectó duramente a algunas Cajas y Bancos que venían mal gestionados, la dirigencia económica del país, con el entusiástico apoyo de la tecnoestructura de las Cajas, se dijo ÉSTA ES LA NUESTRA. Y pusieron en pie una estrategia cuyas principales características creo que son las siguientes:
1).- Se partía de la tesis que las Cajas (todas) estaban mal gestionadas porque estaban “politizadas”. Para eliminar ese mal se promulgaron Leyes de Cajas (estatal y autonómicas) cuyo objetivo fundamental fue “sacar” a los políticos de la gestión. En la práctica, lo que se consiguió fue disminuir de forma importante el control social de las mismas y dar todas las alas a la tecnoestructura para que se fuera entronizando en sus labores de dirección y apropiación.
2).- Otra tesis determinante es que había “demasiadas” Cajas (45) y, sobre todo, muchas de ellas no eran gigantescas como La Caixa o Caja Madrid. Y, como de acuerdo con el pensamiento único en vigor, competitiva no quiere decir más eficiente sino más grande, había muchas Cajas que no eran fiables y la crisis exigía “O sí, o sí” que se hicieran más grandes (adquisición, fusión fría o fusión caliente). Y si no se plegaban, ya vendría el Gobernador del Banco de España para nacionalizarlas, ponerlas en condiciones y volverlas a privatizar. Como se ve, perfecto maridaje entre todas las instituciones en la descarnada estrategia que se intenta explicar.
3).- Pero las Cajas resultantes tenían que asumir “los daños colaterales” que suponía el deshacerse, como mínimo, del 20% del total de las plantillas y de las oficinas. Y para eso se utilizaron los correspondientes ERE, financiados como todos sabemos con recursos públicos. Así, las Cajas quedaban limpitas y en estado de merecer.
4).- De nuevo el Banco de España, con su Gobernador como ariete, clamaba con indisimulada insistencia que las Cajas tenían que disponer de una fuerte capitalización. Y como muchos conglomerados de Cajas no alcanzaban el 10% de capital “excelente”, tenían que buscarlo como fuera. Podían a) vender sus sedes, b) sus participaciones empresariales y c) salir a Bolsa. Esta era la salida recomendada. Porque se trata del mercado de capitales por antonomasia y donde único se hacen las cosas con fundamento.
5).- Pero no hay que prestar demasiada atención política a esta estrategia. SE TRATA DE UN PROBLEMA PURAMENTE TÉCNICO. Además, cada caso es especial y se hará un traje a medida para cada una de las Cajas resultantes. Pero, al final, en vez de un traje a medida se les puso a todas un uniforme. Y las Cajas son Bancos y, hasta en las estadísticas del Banco de España, acaban de desaparecer como instituciones diferenciadas.
Y vamos, en mi opinión, al tema central de hoy. El diseño de la salida a Bolsa de las Cajas. En concreto de Bankia, que integra “nuestra hasta ahora Caja Insular”.
Y la consigna es que hay que apoyar y facilitar la operación. Así el Gobierno del Estado, el Banco de España y la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), se transforman en verdaderos prestidigitadores, y en el Sistema Institucional de Protección (SIP) que lidera Caja Madrid con otras seis Cajas entre las que está la Caja Insular, ya no aparece un Banco sino dos. El Banco Financiero y de Ahorro (BFA) y Bankia. Y a uno se le transforma en “BANCO MALO” (el BFA) y a otro, Bankia, se lo reconoce como “BANCO BUENO”. Y la inmensa mayoría de los créditos de difícil cobro y los conectados con “el ladrillo” se adjudican al Banco Malo. Mientras que el otro, Bankia, ¡alehop! se queda inmaculado y sus accionistas no tendrán que responder del “embolado” que se adjudica al BFA. [Para hacer posible esta operación, BFA es el único propietario de Bankia]. Administrativamente parece que todo esto es impecable, pero tremendo mosqueo y desconfianza?.Yo añadiría ¡Vergogna! Y es que, en mi opinión, a todas luces eso se parece a un delito. En concreto, el complementario del “alzamiento de bienes”.
Además, como “ésta es la nuestra”, hay que salir a Bolsa ahora mismo, ¡ya! Y no importa que el momento sea el menos adecuado. Hay que hacer las cosas con rapidez, no sea que cambie el escenario. ¡Carpe diem!
Pero hay un problema. Para salir a Bolsa y obtener todo el dinero que queremos, que es mucho, (evitamos los detalles de la operación para hacer este escrito más “digerible”), tendremos que hacer atractiva la compra para los posibles inversores. Y la única forma que existe en los mercados financieros es la bajada del precio. En concreto, las acciones de Bankia que se están ofreciendo estos días en el tramo minorista, salen con un promedio de rebaja de alrededor del 50% de su valor. ¡Una verdadera pasada! Y puede que todavía tengan que bajar más los precios para colocar el mínimo legal del 40% en el tramo institucional (los tiburones financieros).
Y la pregunta es de libro ¿cómo se pueden tirar así los precios? ¿cómo se puede malvender con ese tremendo desparpajo las acciones de la Caja Insular? Porque la tecnoestructura se enfrenta a un problema evidente: tener que explicar por qué acepta ese disparate. Y la única explicación que veo, es que la tecnoestructura ha llegado a un acuerdo con las instituciones propietarias (en nuestro caso, con el Cabildo Insular de Gran Canaria), para que miren para otro lado, como si no fuesen los verdaderos gestores de una propiedad común de la sociedad isleña, a la que están obligados a defender en sus intereses. Lo que está ocurriendo ha sido definido por Braulio Medel, un viejo dirigente de la tecnoestructura de las cajas españolas, que dice que “puede ser equivalente a una desamortización de bienes que no son de nadie”!!! Y aquí yerra ese secular representante. No es que las Cajas no sean de nadie, es que son de todos. ¡Menuda diferencia!. Y, a continuación, sigue comportándose como un verdadero fullero porque, añade “A partir de ahora, la propiedad quedará mucho más clara”. Y es que, de acuerdo con esta concepción, si la propiedad es de un particular, es clara, cristalina y contundente. Pero cuando la propiedad es de todos, se torna confusa, opaca y, sobre todo, prescindible. Rodrigo Rato acaba de tomar también posición sobre este mismo asunto “Antes eran propietarios entre comillas, ahora podrán ser propietarios sin comillas”. Otra vez el mismo guineo: la propiedad, cuando es de todos, siempre estará entre comillas y nunca será plena y verdadera.
Y a la postre ¿quiénes salen ganando con esta salida a Bolsa? De forma rotunda, los compradores. Son los únicos a quienes se dirigen los vendedores de la trecnoestructura y les regalan la mitad del valor de lo que compran. Y lo pueden hacer porque no tienen que dar explicaciones a los verdaderos dueños que somos todos nosotros. Recordemos, se trata de una operación de suma cero. Justo lo que ganan los compradores (la mitad del valor de lo que compran) es justo lo que pierden los vendedores, entre ellos, usted lector, si ha tenido la generosidad y la fuerza de voluntad de llegar hasta aquí).
En esta operación, los desamortizadores (que deberían reconocerse a sí mismos como “manos muertas”), cuentan con el impagable apoyo de las empresas oligopolistas calificadoras de riesgo, que acaban “de rebajar la nota” al BFA y a Bankia, forzando aún más los precios a la baja para que se beneficien los del tramo institucional. No deja de ser curioso el distinto reflejo de esta noticia. Mientras los titulares de la prensa escrita nacional hablan de “Moody´s coloca la calificación de Bankia a dos escalas del bono basura”, la prensa escrita provinciana de aquí dice “Bankia recibe un aprobado de los analistas financieros”. Sin comentarios.
Para concluir. Todo este inmenso embrollo de la “bancarización” de las Cajas se ha hecho sin discutir su verdadero objetivo, ni siquiera sea superficialmente, ni en el Congreso de los Diputados ni en el Parlamento de Canarias. Han conseguido ocultarlo en su verdadera dimensión, y presentarlo como el último grito de la moda: “renace el Capitalismo Popular”. De otra parte, han conseguido deshacerse de lo que estaba llamado a constituir una poderosa banca pública española y canaria, concebida y diseñada para apoyar la actividad productiva y evitar escandalosas especulaciones improductivas. Además, esta estrategia de privatización va a ser cada vez más reacia a la concesión de créditos para la inversión de las empresas y el consumo de las familias. Sus mayores desvelos se dirigirán a la recapitalización de las entidades y están obligadas a volcarse en la distribución de beneficios a sus accionistas. Por último, la Obra Social, hasta ahora su elemento identitario, sufrirá continuos recortes. Y para ello, ya cuenta con las bendiciones del Banco de España porque “en momentos de dificultades, esta partida se debe reducir a favor de los recursos propios”. Amén.
Conviene recordar que las Cajas, hasta hace poco, estaban configuradas como instituciones sin fines de lucro, concebidas como alternativa a los bancos para atender las necesidades de las clases sociales más pobres, y controladas por la o las administraciones públicas que las crearon en su día. En el caso de la Caja Insular, por el Cabildo de Gran Canaria. Tenían un poderoso arraigo en los distintos territorios y estaban comprometidas de lleno en su desarrollo económico-social, manteniendo importantes Obras Sociales donde invertían sus ganancias disponibles, y con las que atendían, con mejor o peor fortuna y acierto, a algunas de las necesidades sociales más básicas. Sin duda, y a pesar de muchas historias que no queremos ahora recordar, la Caja Insular de Ahorros era algo “nuestro”.
Con el paso del tiempo, y con el culpable dejar hacer por parte de las instituciones propietarias, los equipos dirigentes que se fueron consolidando en las Cajas (la tecnoestructura), fueron dirigiendo su estrategia de forma taimada hacia la equiparación financiera con los bancos privados. Y cada vez más, fueron haciendo las mismas operaciones y pareciéndose más.