Canarias Ahora Opinión y blogs

Sobre este blog

La portada de mañana
Acceder
El Gobierno da por imposible pactar la acogida de menores migrantes con el PP
Borrell: “Israel es dependiente de EEUU y otros, sin ellos no podría hacer lo que hace”
Opinión - Salvar el Mediterráneo y a sus gentes. Por Neus Tomàs

Días perfectos

0

Según una reciente encuesta del CIS, cuatro de cada diez hombres de este país son tontos: se sienten discriminados por el feminismo. También les secundan tres de cada diez mujeres. Todo más o menos. Me siento bien, “feeling good” como canta Nina Simone en el cierre de Perfect days de Wim Wenders, no soy tonto. En el disparate de clasificaciones, están las de los más detestados, u odiados, eso el CIS no lo puede analizar porque su director, el sociólogo José Féliz Tezanos, figuraría entre los tres primeros, con el presidente Sánchez y la reina Letizia. Se reparten los puestos de cabeza alternativamente cada mes, según soplen los vientos huracanados de todólogos, analistas y personas ávidas de perversión informativa. En la pesadilla, también está la coctelera de las guerras, Ucrania, Israel, Gaza, el mar Rojo… Las fábricas de armas estadounidenses, y otras, no dan abasto con tanto pedido. ¿Es que ya no quedan pacifistas? Sí, una diputada en el congreso, Nogueras, que de tanto apretar los dientes se va a tragar la lengua ante el pasmo navarro de Cerdán (“el pensamiento navarro” se burlaba Unamuno) Mariola de la Fe se reivindica abúlica y del barrio de Salamanca madrileño, casi como Santiago Segura en “El día de la bestia” de Alex de la Iglesia: satánico y de Carabanchel. Tiene un altarcillo en el vestíbulo de su casa, Ramón de la Cruz con Castelló, con tres pequeñas fotografías de los personajes antedichos. Sostiene Mariola que a los malos también hay que rezarles para que dejen de serlo. Por eso se dice de la fe.

Con tales antecedentes, me fui al cine. Sin eso, sin fe, con cierta nostalgia por lo que Wenders significó en su día. Creo que me lo descubrió mi amigo Mikel, cineasta, cinéfilo y de Bilbao, al final de aquellos mágicos setentas barceloneses en los que todavía viajábamos a Andorra en BMW y ligábamos con las hermanas alemanas. “En el curso del tiempo” y “Alicia en las ciudades”, en el Capsa, en el Maldá o en la filmoteca de Travesera de Gràcia. También vimos “Easy rider” en el Spring de paseo de la Bonanova y bajamos la calle Balmes de un tirón. En paralelo, Rubert de Ventós la subía, también en moto, en dirección contraria, y se estampó: me corrigió el examen con un brazo en cabestrillo. Entré en el Renoir del Retiro y me aposenté en un butacón ancho, sin nadie delante: también estaban en la memoria “El amigo americano” y un cierto retrogusto de “París Texas” pero nada más, todo lo que siguió fue más cercano a San Juan de la Cruz que a Patricia Highsmith. Como mi Hijo Guillermo me acusa de anticiparle en exceso libros y películas, solo soy capaz de escribir que la última de Wenders es una delicia, cine en estado puro, con la sencillez de saber mirar con maestría por el objetivo y la impronta que no se aprende de colocar en buen lugar y a buena hora la cámara. Actor protagonista en sazón. El resto también. Y una banda sonora que no se la puede creer nadie hasta que la ves y escuchas imbricada en historia y diciendo muchas cosas más allá de los exiguos diálogos. Por cierto, en los Renoir de Madrid siguen editando ese folio imprescindible con la ficha técnica esencial sobre la película: lo puedes recoger antes o después. Ya está, ya está, Guillermo, no escribo más, pero Redondo Beach de Patti Smith y Perfect Day de Lou Reed me parecen esenciales. Claro que también está cerca el cuadro de Pissarro que seguirá expuesto en el Thyssen, Rue Saint-Honoré por la tarde. Efecto lluvia convertido en epifenómeno de los desastres y catástrofes de las dictaduras europeas del siglo XX.

La salida del cine plenamente satisfactoria, como hace muchos años, demasiados. No pude ir al “Gimlet” de Santaló pero sí a “Del diego” en la Reina. Le explico también a Guillermo que Wenders llegó a ser un cineasta generacional, del mester de progresía que diría Juan Cueto, pero no me hace mucho caso: prefiere que vayamos a ver la película juntos. Días perfectos.

Según una reciente encuesta del CIS, cuatro de cada diez hombres de este país son tontos: se sienten discriminados por el feminismo. También les secundan tres de cada diez mujeres. Todo más o menos. Me siento bien, “feeling good” como canta Nina Simone en el cierre de Perfect days de Wim Wenders, no soy tonto. En el disparate de clasificaciones, están las de los más detestados, u odiados, eso el CIS no lo puede analizar porque su director, el sociólogo José Féliz Tezanos, figuraría entre los tres primeros, con el presidente Sánchez y la reina Letizia. Se reparten los puestos de cabeza alternativamente cada mes, según soplen los vientos huracanados de todólogos, analistas y personas ávidas de perversión informativa. En la pesadilla, también está la coctelera de las guerras, Ucrania, Israel, Gaza, el mar Rojo… Las fábricas de armas estadounidenses, y otras, no dan abasto con tanto pedido. ¿Es que ya no quedan pacifistas? Sí, una diputada en el congreso, Nogueras, que de tanto apretar los dientes se va a tragar la lengua ante el pasmo navarro de Cerdán (“el pensamiento navarro” se burlaba Unamuno) Mariola de la Fe se reivindica abúlica y del barrio de Salamanca madrileño, casi como Santiago Segura en “El día de la bestia” de Alex de la Iglesia: satánico y de Carabanchel. Tiene un altarcillo en el vestíbulo de su casa, Ramón de la Cruz con Castelló, con tres pequeñas fotografías de los personajes antedichos. Sostiene Mariola que a los malos también hay que rezarles para que dejen de serlo. Por eso se dice de la fe.

Con tales antecedentes, me fui al cine. Sin eso, sin fe, con cierta nostalgia por lo que Wenders significó en su día. Creo que me lo descubrió mi amigo Mikel, cineasta, cinéfilo y de Bilbao, al final de aquellos mágicos setentas barceloneses en los que todavía viajábamos a Andorra en BMW y ligábamos con las hermanas alemanas. “En el curso del tiempo” y “Alicia en las ciudades”, en el Capsa, en el Maldá o en la filmoteca de Travesera de Gràcia. También vimos “Easy rider” en el Spring de paseo de la Bonanova y bajamos la calle Balmes de un tirón. En paralelo, Rubert de Ventós la subía, también en moto, en dirección contraria, y se estampó: me corrigió el examen con un brazo en cabestrillo. Entré en el Renoir del Retiro y me aposenté en un butacón ancho, sin nadie delante: también estaban en la memoria “El amigo americano” y un cierto retrogusto de “París Texas” pero nada más, todo lo que siguió fue más cercano a San Juan de la Cruz que a Patricia Highsmith. Como mi Hijo Guillermo me acusa de anticiparle en exceso libros y películas, solo soy capaz de escribir que la última de Wenders es una delicia, cine en estado puro, con la sencillez de saber mirar con maestría por el objetivo y la impronta que no se aprende de colocar en buen lugar y a buena hora la cámara. Actor protagonista en sazón. El resto también. Y una banda sonora que no se la puede creer nadie hasta que la ves y escuchas imbricada en historia y diciendo muchas cosas más allá de los exiguos diálogos. Por cierto, en los Renoir de Madrid siguen editando ese folio imprescindible con la ficha técnica esencial sobre la película: lo puedes recoger antes o después. Ya está, ya está, Guillermo, no escribo más, pero Redondo Beach de Patti Smith y Perfect Day de Lou Reed me parecen esenciales. Claro que también está cerca el cuadro de Pissarro que seguirá expuesto en el Thyssen, Rue Saint-Honoré por la tarde. Efecto lluvia convertido en epifenómeno de los desastres y catástrofes de las dictaduras europeas del siglo XX.