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Doblepensar en tiempos de crisis

A estas alturas del rodaje revolucionario ya se habrán enterado de que vivimos en un Estado fascista, machista, opresor y en vías de extinción. O a lo mejor no, a lo mejor en una especie de Good bye, Lenin, sigue usted viviendo del otro lado de la película, en la dimensión democrática, igualitaria y legalista de nuestro Estado de Derecho. Puede que sea usted de esos indecisos que prefiere estar a ambos lados del pensamiento, en una especie de sistema democrático con tintes fascistas, feminista de día y machista de noche, garantista con los suyos y opresor con los demás.

Independientemente del menú ideológico que haya escogido, será necesario entrenarse en el ejercicio del “doblepensar” si quiere ser aceptado sin fisuras en el grupo de los- que-piensan-como-yo.

El “doblepensar” orwelliano consiste en pensar algo muy fuerte muy fuerte a pesar de las dudas: “Decir mentiras a la vez que se cree necesariamente en ellas, olvidar todo hecho que no convenga recordar, y luego, cuando vuelva a ser necesario, sacarlo del olvido sólo por el tiempo que convenga, negar la existencia de la realidad objetiva sin dejar ni por un momento de saber que existe esa realidad que se niega” ¿Les suena de algo?

Quienes se saben habitantes de una España facha y post-franquista subirán vídeos y fragmentos de manifestantes pacíficos siendo agredidos por policías hiperventilados y anfetamínicos. Repetirán que los Mossos se dedican a arrancar ojos y testículos a independentistas y perroflautas, que las fuerzas y cuerpos de seguridad avanzan a porrazo limpio sin distinguir entre ancianos, niños, periodistas o gatitos e ignorarán cualquier información, vídeo o experiencia personal que no corrobore y amplíe su verdad y prejuicio. Y estarán diciendo la verdad.

Al otro lado del discurso tenemos a un sector de catalanes, españoles y murcianos que llevan la norma constitucional en el ADN. Para este sector lo que dice la Constitución va a misa con la misma vehemencia que la señora y el legionario del Valle de los Caídos. Para los demócratas ribonucleicos los porrazos y disparos de pelotas de goma son un mal menor para preservar la estabilidad cívica e institucional. De algún modo se tendrá que defender la policía de las masas protestonas. Y estarán diciendo la verdad.

Si ya más o menos sabe usted con qué cristal es con el que mira el loco mundo que habitamos, si sabe desde qué atalaya ideológica analiza la realidad, sólo tiene que escoger las informaciones que mejor se amolden a su impresión, a sus creencias y prejuicios. Para empoderarse en su ideario, uno sólo tiene que amontonar recortes de periódicos afines o pestañitas en el Google, escoger a los autores de referencia que piensan como quiere usted pensar y suscribirlo todo o aquello que a usted más convenga. Participe en acciones, movilizaciones y movidas que le ayuden a reafirmarse en su narrativa y hacer amigos y amigas que opinen como usted.

Ahora abra una cerveza, sea cual sea la trinchera ideológica desde la que habita el mundo, lo mejor será embriagarse y aguantar el chaparrón.

A estas alturas del rodaje revolucionario ya se habrán enterado de que vivimos en un Estado fascista, machista, opresor y en vías de extinción. O a lo mejor no, a lo mejor en una especie de Good bye, Lenin, sigue usted viviendo del otro lado de la película, en la dimensión democrática, igualitaria y legalista de nuestro Estado de Derecho. Puede que sea usted de esos indecisos que prefiere estar a ambos lados del pensamiento, en una especie de sistema democrático con tintes fascistas, feminista de día y machista de noche, garantista con los suyos y opresor con los demás.

Independientemente del menú ideológico que haya escogido, será necesario entrenarse en el ejercicio del “doblepensar” si quiere ser aceptado sin fisuras en el grupo de los- que-piensan-como-yo.