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El ''error'' de Mauricio

Pretendía yo no ocuparme del incidente por una serie de razones, entre las que figura el que lo airearan todos los medios. Poco podía añadir. Si me ocupo hoy es porque se ha pasado Mauricio de acelerón al presentarse como víctima de una vendetta, de una campaña de linchamiento moral y de unos supuestos paparazzi. No dudo que haya quienes aprovecharan para cebarse, pero la cuestión es otra y a eso voy.

Mauricio trata de justificarse reduciendo el hecho a un simple error. Dice estar dispuesto a pagarlo en el tono de quien pretende, encima, aleccionar a los ciudadanos para que sean respetuosos con las leyes. Ni el reverendo aquél de Les Luthiers, oye. Con lo del “error” me hizo recordar a los confesores nacional-católicos cuando preguntaban al penitente cuántas veces, hijo mío, para echar la raya y sumar credos, avemarías y padrenuestros. Es lo que habría que preguntarle a Mauricio, porque, la verdad, no creo que fuera mala suerte que lo cogieran justamente al cometer el error por vez primera y lo sorprendieran los periodistas en la inmediata siguiente entrega. No sé si existe la figura del error continuado.

Entiendo la indulgencia consigo mismo de Mauricio; no que quiera desviar la atención de la gente del hecho de que no es una persona cualquiera. Ha sido diputado y no me sorprendería que durante el tiempo que lo fue votara a favor del endurecimiento del Código de la Circulación. También ocupó sin mucha gloria una concejalía del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria y fue consejero de Hacienda del Gobierno de Canarias. Es, por tanto, noticia relevante que lo agarraran sin carné. Por ser quien es y por encima de todo porque en una sociedad democrática ha de exigirse a quienes ocupan o han ocupado puestos de relevancia un comportamiento ejemplar; especialmente ejemplar, si se me permite. Cierto es que buena porción de políticos canarios no destacan precisamente por su ejemplaridad, pero la exigencia continúa ahí y la refleja Mauricio en lo que llama “sanción extrajurídica”; que es, en realidad, reprobación social, que, desde luego, no excluye que haya gente que aprovechara el caso para desahogar la inquina que le tienen.

Dijo más cosas Mauricio para justificar su “error”, pero, la verdad, no creo que merezca entrar en ellas. Me limitaré a felicitarle por su servicio a la comunidad, que ahí es nada obligar a la Fiscalía a actuar de oficio tras conocerse la segunda entrega de su error continuado vayan ustedes a saber desde cuando. Un episodio a añadir a las memorias que le están escribiendo; que hasta en eso ejerce de sin papeles.

Pretendía yo no ocuparme del incidente por una serie de razones, entre las que figura el que lo airearan todos los medios. Poco podía añadir. Si me ocupo hoy es porque se ha pasado Mauricio de acelerón al presentarse como víctima de una vendetta, de una campaña de linchamiento moral y de unos supuestos paparazzi. No dudo que haya quienes aprovecharan para cebarse, pero la cuestión es otra y a eso voy.

Mauricio trata de justificarse reduciendo el hecho a un simple error. Dice estar dispuesto a pagarlo en el tono de quien pretende, encima, aleccionar a los ciudadanos para que sean respetuosos con las leyes. Ni el reverendo aquél de Les Luthiers, oye. Con lo del “error” me hizo recordar a los confesores nacional-católicos cuando preguntaban al penitente cuántas veces, hijo mío, para echar la raya y sumar credos, avemarías y padrenuestros. Es lo que habría que preguntarle a Mauricio, porque, la verdad, no creo que fuera mala suerte que lo cogieran justamente al cometer el error por vez primera y lo sorprendieran los periodistas en la inmediata siguiente entrega. No sé si existe la figura del error continuado.