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La España profunda y torera

La mayoría absoluta del Parlamento catalán votó ayer la abolición de las corridas de toros. Una iniciativa legislativa popular que había llegado al Parlament respaldada por 180.000 ciudadanos. Un ejercicio democrático que en Canarias sólo hemos disfrutado de la primera parte: llegan las firmas ciudadanas, pero la mayoría parlamentaria siempre las entierra. La España profunda volvió a mostrarse en periódicos, tertulias de radio y televisivas. La derecha más rancia sigue empeñada en patrimonializar el nombre de España, su cultura, su bandera y sus fiestas.

O aceptas lo que ellos piensan o van al Tribunal Constitucional. Da igual lo que diga el Parlamento de Cataluña, da igual lo que se exprese en un referéndum popular o lo que se vote por mayoría en el Congreso de los Diputados, te sacan la Constitución que muchos de ellos no votaron igual que Fraga sacaba los principios fundamentales del Movimiento.

Pasado el mundial de Sudáfrica los versos de Machado volvieron a salir a la calle: Españolito que vienes, al mundo te guarde dios, una de las dos Españas ha de helarte el corazón. La tregua acabó con el beso de Casillas y Sara Carbonero. Dicen toros, pero es España, así se titulaba el editorial de ayer del ABC. Aplicando la misma lógica Canarias ya no es España porque aquí también están prohibidas las corridas de toro. Que las raíces de una cultura se basen en la exhibición de la tortura a un animal me da miedo. Me da igual que sean peleas de gallo, corridas de toro o peleas de perro, me da igual que la tradición venga de los romanos, los moros o los bereberes, no se puede llamar fiesta a la tortura y el asesinato público de un animal.

Algunos titulares periodísticos de ayer son un ejemplo de la manipulación del lenguaje “Muerte a los toros”, “quieren matar a los toros”, “la estocada a los toros”, son titulares que hacían alusión a una iniciativa parlamentaria que precisamente lo que planteaba es la defensa de la vida frente a la muerte. Los que matan a los toros son los toreros, no los que quieren proteger a los animales. Y volvieron a erigirse en defensores de la libertad y sacaron el lema de Mafalda “prohibido prohibir”. Hasta el presidente catalán Montilla justificó su voto contrario a la abolición del toreo “porque respeto la libertad”.

Cuenta la historiografía cristiana que cuando ardió Roma el emperador Nerón echó la culpa del incendio a los cristianos. Como castigo fueron apresados muchos cristianos, los quemaban y sus cuerpos ardiendo servían de farolas nocturnas. Después llegó el espectáculo de soltar a los cristianos a los leones. El público acudió a aquellas fiestas en el coliseo romano. Seguramente aquellos romanos también sintieron que recortaron su libertad el día que dejaron de celebrar aquel espectáculo en el que los leones se comían a los cristianos.

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Juan García Luján

La mayoría absoluta del Parlamento catalán votó ayer la abolición de las corridas de toros. Una iniciativa legislativa popular que había llegado al Parlament respaldada por 180.000 ciudadanos. Un ejercicio democrático que en Canarias sólo hemos disfrutado de la primera parte: llegan las firmas ciudadanas, pero la mayoría parlamentaria siempre las entierra. La España profunda volvió a mostrarse en periódicos, tertulias de radio y televisivas. La derecha más rancia sigue empeñada en patrimonializar el nombre de España, su cultura, su bandera y sus fiestas.

O aceptas lo que ellos piensan o van al Tribunal Constitucional. Da igual lo que diga el Parlamento de Cataluña, da igual lo que se exprese en un referéndum popular o lo que se vote por mayoría en el Congreso de los Diputados, te sacan la Constitución que muchos de ellos no votaron igual que Fraga sacaba los principios fundamentales del Movimiento.