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El fondo de reptiles y la huelga general

De antemano, el manual para la ocasión, cosa útil al punto que, si se quiere, permite tener crónica y conclusión hasta una semana antes del “evento”. Después solo vasta alguna que otra ilustración de revolturas de piquetes, puede ser un cristal roto por una pedrada certera, una papelera tumbada, algún encapuchado?

Lo mejor, en todo caso, de este piquete mediático, “vanguardia” del esquirolaje, es su regla de oro: la vara de medir la efectividad de la huelga no viene dada por su incidencia en la industria, el transporte, la construcción, los talleres, los puertos, los vuelos cancelados; ni tampoco su el impacto en los servicios sanitarios, en el ámbito educativo, en la recogida de basuras, en las administraciones públicas, en la justicia, en las grandes y medianas empresas? Por el contrario el foco ha de ponerse en el comercio pret a porter, las peleterías, en las ventas de todo un poco, en los bares de tapas y en las churrerías, en las agencias de lotería y apuestas del estado, en el floreciente negocio del “compro oro”? Hacia eso hay que desplazar el corazón de la actividad productiva y, por añadidura, si funcionan estos establecimientos, pues, por una regla de tres simple, no hay duda de que la huelga ha sido un fracaso.

Pero así y todo, surgía un problema. Huelga tras huelga la cosa se embrolla en dos puntos que no admiten cómodas trapisondas: Las ciudades pasaban el día como si fuera de asueto -¿y la actividad económica?- y eso era por el día, por la tarde las ciudades renacían con muchedumbres indignadas que poblaban, de punta a punta, calles y plazas, que hasta horas antes parecían como dormidas. Entonces, ufff? el fondo de reptiles se inquieta, las piezas no encajan, se sienten como el que muerde sin dentadura. La cosa es, se preguntan, que “podemos engañar a todos durante un tiempo, podemos, tal vez, engañar a algunos durante todo el tiempo, ¿pero cómo engañar a todos durante todo el tiempo?”.

La novedad esta vez es razonar desde patrones ideológicos y propagandísticos un poquito más sofisticados. Lo que, no obstante, ya anticipamos, no impide concluir en una estupidez. Hay que reconocer, sin embargo, que esta estupidez viene con la punta más envenenada. En resumidas cuentas lo recurrente ahora es afirmar algo así o parecido: “Queda demostrado que es la manifestación, no la huelga, la más eficaz forma de protesta”.

Separan las manifestaciones que coronan la huelga general, de la huelga misma. Pero, vuelven los problemas, ¿acaso al margen de la huelga se podrían alcanzar esos niveles de movilización a escala de estado?, ¿acaso no es por la tensión que eleva la huelga general, justamente por representar un nivel superior de esfuerzo y de contenidos, por lo que a través de la manifestación se adhieren parados, pensionistas, “amas de casa”, trabajadores coaccionados que no pudieron ejercer su derecho de huelga?, ¿acaso no es la agitación que precede y se prolonga durante la huelga la que ejerce de dinamo de las movilizaciones?

Aquí el mensaje el mensaje de los portavoces del capital, por entupido que parezca y sea, encierra hay algo más y peor.

Se pretende, en definitiva, devaluar la huelga general como uno de los medios más altos de expresión de la lucha de clases. No en vano es ella, es la huelga general, una de las mejores escuelas del movimiento obrero. La clase actúa como un todo y esa totalidad se subjetiviza.

En la capacidad de paralizar la actividad productiva, en la movilización y experiencia vivida para la preparación y desarrollo de la huelga general, se estrechan los lazos que permiten a los sectores mas avanzados del movimiento promocionar a los mas rezagados, se eleva la conciencia y la solidaridad de clase, se superan prejuicios corporativistas, se extraen conclusiones políticas y, sobre todo, se adquiere un conocimiento cabal de la enorme fuerza que le atribuye a la clase el lugar que ocupa como tal en el centro de la vida social: la actividad productiva.

En la huelga general se forja con particular solidez la convicción de los trabajadores de que son clase principal, no grupo subalterno. Justamente por eso, proyectar sombra sobre la huelga general como manifestación superior de la lucha de clases fue ayer, es hoy y será mañana, objetivo cardinal de la lucha ideológica que contra la clase obrera y el conjunto de los trabajadores promueve la patronal, la reacción derechista y su financiado fondo de reptiles.

Joaquín Sagaseta de Ilurdoz Paradas

De antemano, el manual para la ocasión, cosa útil al punto que, si se quiere, permite tener crónica y conclusión hasta una semana antes del “evento”. Después solo vasta alguna que otra ilustración de revolturas de piquetes, puede ser un cristal roto por una pedrada certera, una papelera tumbada, algún encapuchado?

Lo mejor, en todo caso, de este piquete mediático, “vanguardia” del esquirolaje, es su regla de oro: la vara de medir la efectividad de la huelga no viene dada por su incidencia en la industria, el transporte, la construcción, los talleres, los puertos, los vuelos cancelados; ni tampoco su el impacto en los servicios sanitarios, en el ámbito educativo, en la recogida de basuras, en las administraciones públicas, en la justicia, en las grandes y medianas empresas? Por el contrario el foco ha de ponerse en el comercio pret a porter, las peleterías, en las ventas de todo un poco, en los bares de tapas y en las churrerías, en las agencias de lotería y apuestas del estado, en el floreciente negocio del “compro oro”? Hacia eso hay que desplazar el corazón de la actividad productiva y, por añadidura, si funcionan estos establecimientos, pues, por una regla de tres simple, no hay duda de que la huelga ha sido un fracaso.