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Geografía de Canarias como vergüenza ajena

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Hace solo unos lustros que la ubicación de Canarias en el mapa de España que se exhibía en las aulas cambió para situarse donde ahora está y siempre ha estado, desde que a la tierra sumergida le dio por rugir y crear estas soledades donde nos asentamos con distintas maneras y usos.

Esa distribución de las islas hacia el Oriente mediterráneo llevaba a confusión hasta a los propios canarios en las clases de geografía, que por aquel entonces solo hablaba de las provincias y los ríos de la patria, unida en aquel momento en un destino universal moral, histórico e indivisible.

Fue cuando no se conocían elementos de la lingüística y la cognición o la epigénesis y nos mortificaban con la“ z ”y la “c”, con los pronombres, con las conjugaciones, en fin, con un castellano normativo que difería hasta en su esencia. Ahora hasta las plataformas televisivas te dan la opción de poder escuchar tu habla, o sea el español latinoamericano más cercano al habla canaria y en la que se comunican 600 millones de seres humanos en unos 20 países. Por una vez hemos salido indemnes después de 500 años y hablamos como nuestro contexto y la propia conciencia de esa misma materia de conocimiento nos da.

Plantearse, aunque sea solo por molestar a sus señorías, el arriar en los estudios secundarios la Geografía de Canarias como materia obligatoria, solo se le puede ocurrir a un ignorante o a una mesnada de ignaros en todo lo que concierne a la construcción identitaria y la consolidación del conocimiento del propio ambiente social, cultural, económico, natural y a la postre político, que es lo que supone habitar unas islas a 100 kilómetros de su madre geográfica, el continente africano, y sus más elementales características naturales que son las que nos han constituido como pueblo mestizo e inclusivo, con sucesivas arribadas de otras culturas y nos han hecho merecedores de particularidades que no se dan en ninguna otra parte de este planeta hirviente y perecedero.

Dejo a los especialistas, aunque ayuda la divulgación, los hechos más significativos de este entorno, solo superado en diversidad natural, por ejemplo, en insectos, por algunas zonas del planeta o por el meticuloso proceder en los ritos funerarios, en el aprovechamiento del agua o en los aspectos políticos o culturarles de los antiguos canarios en su organización comunitaria. O ser la primera avanzada de colonia de asentamiento para las Américas, donde está la primera sede episcopal del Atlántico medio y catedral del Nuevo Mundo y donde tenemos una religiosidad popular acompañada de una simbiosis musical extraordinaria.

Da pena oír a algún/a diputada en el parlamento canario esforzándose por pronunciar “zetas” y “ces”, que simplemente no tienen registrada en su área de lenguaje y quedarse en un “ceceo ”continuo del que solo salen cuando terminan de exponer su discurso.

Pero aún da más magua haber elegido a un gobierno donde a un político de paso le da por plantear uno de los mayores desatinos culturales que yo haya presenciado. Infinidad de estudios avalan mi reflexión, entre otros la Lingüística cognitiva, que me ayudó enormemente a comprender más sutilmente unos mecanismos absolutamente sorprendentes y determinantes –por ahora.

Por desconocimiento de nuestro medio hemos arrasado con las playas y lo montes; hemos horadado las islas hasta no dejar gota; hemos introducido fauna y flora que destruye y hasta no hace mucho tiempo, casi la mitad del suelo era de propiedad privada, incluidos islotes e islas menores.

Hace pocos meses el pavor y la belleza se unieron en la terrible erupción del volcán en La Palma, este suceso trucó para siempre la existencia y por ende la conciencia de sus habitantes y lo fijó en la historia y en la memoria indeleblemente. Y esta no es optativa.

Somos lo que hemos sido y seremos por nuestro entorno, por nuestro líquido amniótico que no es otra cosa que la isla y por nuestro cordón umbilical que es una conciencia permeable al contexto donde existimos. Somos porque fuimos aquellos y éstos; los que están y los que vendrán, pero el horizonte, la cuna, será siempre la isla.

Hace solo unos lustros que la ubicación de Canarias en el mapa de España que se exhibía en las aulas cambió para situarse donde ahora está y siempre ha estado, desde que a la tierra sumergida le dio por rugir y crear estas soledades donde nos asentamos con distintas maneras y usos.

Esa distribución de las islas hacia el Oriente mediterráneo llevaba a confusión hasta a los propios canarios en las clases de geografía, que por aquel entonces solo hablaba de las provincias y los ríos de la patria, unida en aquel momento en un destino universal moral, histórico e indivisible.