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Gestión política de la inmigración vs gestión humanitaria

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La diputada Dª Ana Oramas, en una reciente intervención parlamentaria, con su habitual contundencia y razonamiento debidamente contrastado, se descolgó con el argumento vox populi  en Canarias de los barcos nodriza que reparten cayucos en las proximidades de nuestras costas. Cargados de inmigrantes ilegales que arriban a las islas en precario y sin control sanitario, aunque en mejores condiciones físicas que los que hacen la travesía completa en patera, y tantos pierden la vida en el intento.

Como era de esperar, la réplica del Gobierno ha sido contradecir a la Sra. Oramas en los términos habituales de: “No hay constancia de la existencia de tales barcos nodriza…” . Un gobierno tan propenso a las medias verdades (por decirlo suave) pierde credibilidad ante cualquier mensaje que la desconfianza induce a poner en duda.

Bien; para acercarnos a la realidad, un caso concreto y puntual con indicios de no ser un episodio aislado, sino una operación orquestada de mayor magnitud: Una playa del sur de Tenerife a la que arriba una zodiac con cinco “pasajeros” a bordo que, apenas pisan la arena, salen corriendo tierra adentro. La embarcación, con la misma rapidez, vuelve por donde ha venido. Dos horas más tarde, reaparece la misma lancha, quizá con el mismo piloto, con otro “cargamento” igual al anterior y con el mismo resultado. Es evidente que hay un negocio turbio en marcha.

También queda clara la postura oficial de un gobierno que, al parecer, mira hacia otro lado porque no le interesa ver una realidad que está atosigando con demasiada intensidad a nuestras islas.

Dª Ana Oramas es la única voz que clama con energía, sabiduría y firmeza por los derechos de esta tierra en un Parlamento que, como ella bien apunta, anda demasiado disperso en asuntos tangenciales que nada tienen que ver con situaciones reales de perentoria prioridad, tratados como colaterales en virtud de otros intereses relacionados solo con la política, y por tanto, ajenos al bien común.

En la misma intervención, la Sra. Oramas, exigió a Josep Borrell, Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad y Vicepresidente de la Comisión Europea, el despliegue de la FRONTEX en Canarias. “Un territorio que ha visto multiplicada la llegada de migrantes a sus costas desde el inicio de la pandemia”.

La FRONTEX, Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas, se creó  para ayudar a los Estados miembros de la UE y a los países asociados a Schengen a proteger las fronteras exteriores del espacio de libre circulación de la UE. La Agencia tiene asignados múltiples cometidos y diversas funciones relacionadas, en teoría, con la seguridad, vigilancia y protección de fronteras. Evalúa la capacidad y disposición de todos los Estados miembro y países asociados al espacio Schengen. Asesora y se supone que proporciona medios aéreos, terrestres y marítimos  para hacer frente a contingencias fronterizas, entre las que figura como prioritaria la presión migratoria, como corresponde, o correspondería, a una actualidad de alta intensidad al respecto.

¿Cómo se explica, o mejor, por qué no se explica la ausencia de la Agencia en las inmediaciones de Canarias ante la avalancha migratoria favorecida por la inmunidad y falta de control de los barcos nodriza? ¿Ha respondido el Sr. Borrell al requerimiento de Dª Ana Oramas? ¿Son tan poderosas las mafias especializadas que un gobierno como el nuestro es capaz de plantarles cara?

A la vista del completo y complejo ideario de la FRONTEX y su nula presencia en un punto geográfico tan crítico como este, cabe sospechar que su competencia, responsabilidades y eficacia sean meramente nominales. Un exceso de burocracia, carencia de operatividad efectiva y nula capacidad ejecutiva que pueden asimilarla a otros organismos oficiales que no sirven para nada, tipo Defensor del Pueblo, nuestro Diputado del Común, o la misma OMIC. Entidades inservibles pero caras de mantener por los elevados emolumentos en sus respectivos organigramas, como corresponde a los echaderos de siempre.

La gestión política de la inmigración ilegal en nuestro país es un fracaso inhumano sin paliativos. Unos resultados fallidos que atentan contra el componente humanitario que debiera regir una operación sensible al límite, que afecta a las personas más desfavorecidas del mundo. A víctimas de guerras, hambre, miseria y pobreza extrema que les obliga a abandonar su tierra en busca de un mínimo recurso vital, que les permita la supervivencia desde un hilo de esperanza.

No se puede especular con la desgracia de unos seres humanos tan vulnerables e indefensos. No se les debe engañar en términos políticos. Ni el político puede ser cómplice interesado de las mafias organizadas.

Planteado el problema, requiere solución. Para alcanzarla, es preciso encontrar el algoritmo correcto por las personas adecuadas. Exentas de intereses mezquinos, con suficiente preparación técnica para no errar en las operaciones y, por encima de todo, con una sensibilidad humanitaria a toda prueba.

Sería el camino para racionalizar el procedimiento de acceso y acogida, los medios de integración… dotar de la formación adecuada a unas necesidades vitales para cumplir en ellos estrictamente con la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Es infamia especular con un potencial yacimiento de votos escarbando en la miseria.

Queda felicitar a Ana Oramas por su bravura dialéctica y el espíritu de patria chica tan bien abanderado con firmeza, tesón, exquisita corrección y la siempre elegancia en su discurso. Gracias y ¡Enhorabuena!

La diputada Dª Ana Oramas, en una reciente intervención parlamentaria, con su habitual contundencia y razonamiento debidamente contrastado, se descolgó con el argumento vox populi  en Canarias de los barcos nodriza que reparten cayucos en las proximidades de nuestras costas. Cargados de inmigrantes ilegales que arriban a las islas en precario y sin control sanitario, aunque en mejores condiciones físicas que los que hacen la travesía completa en patera, y tantos pierden la vida en el intento.

Como era de esperar, la réplica del Gobierno ha sido contradecir a la Sra. Oramas en los términos habituales de: “No hay constancia de la existencia de tales barcos nodriza…” . Un gobierno tan propenso a las medias verdades (por decirlo suave) pierde credibilidad ante cualquier mensaje que la desconfianza induce a poner en duda.