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Gobierno a la greña

No sucederá nada. Nada que no tenga arreglo. Si no ahora, en un hipotético escenario de ruptura de la alianza gubernamental, más adelante, cuando haya que volver a repartir los caramelos y muestren los actualmente distantes la mejor predisposición para renovar entendimientos.

Pasen, señores, pasen...

El caso es que el vicepresidente Soria no tiene reparo alguno en decir ahora que la policía canaria no nació en el mejor momento y que el modelo de la radiotelevisión autonómica es susceptible de revisión. Discrepancia seria y, sobre todo, tardía. Más que nada, porque su grupo político contribuyó a poner en marcha el cuerpo de seguridad más insólito que se recuerda (competencias dudosas y otros factores ya comentados, a los que sólo hay que añadir el incremento salarial justificado desde el ejecutivo “por el típico baile de números”), en tanto que él mismo habrá pactado los territorios mediáticos de una entidad para la que ahora apunta como alternativa gestionaría la fórmula del cooperativismo, aquella que proliferó en los años ochenta en la administración local antes de que la gestión indirecta, o sea, las privatizaciones, invadiera la capacidad de los gobiernos locales que creían que así se liberaban de un problema y de una carga.

Para dejarlo clarito: ni policía ni radiotelevisión, Soria dixit.

Desde Coalición Canaria, han saltado con términos gruesos: como si el vicepresidente hubiese entrado en estado de esquizofrenia, señaló su presidenta, Claudina Morales. Soria ha contraatacado pidiendo una rectificación.

Y ese es el panorama desde el puente. Hoy se verán las caras en el Parlamento y pelillos a la mar. Probablemente. Unas sonrisas. Un par de comentarios por lo bajini. ¿Qué se van a creer? Ya días pasados los desencuentros fueron notorios, a cuenta de los aumentos tributarios y de la comisión esa creada en el seno del ejecutivo para no se sabe muy bien qué tipo de fiscalización aplicar y seguir manteniendo la contención del gasto público. Creció la discordia, pero es indiferente: a estas alturas, preguntarse qué hace falta para que dos partidos que comparten el poder defiendan postulados y sus propias señas de identidad y sus discursos, siquiera en eras de una mínima coherencia, resulta un ejercicio estéril. Se resume en el poder por el poder, a cualquier precio, a precio de incongruencia.

El panorama de la realidad política canaria es cada vez más oscuro, más inquietante. Sabemos que da igual (los agentes sociales están a lo suyo y cuanto menos se critique al Gobierno, mejor; dejen eso para los foros digitales) pero los problemas que más importan a los ciudadanos siguen sin resolución.

Total, qué más da un Gobierno a la greña en el archipiélago donde tocan el tambor y la gente se mueve.

No sucederá nada. Nada que no tenga arreglo. Si no ahora, en un hipotético escenario de ruptura de la alianza gubernamental, más adelante, cuando haya que volver a repartir los caramelos y muestren los actualmente distantes la mejor predisposición para renovar entendimientos.

Pasen, señores, pasen...