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Sobre este blog

Gracias por incomodar

A veces uno opta por cerrar los ojos y olvidar lo que pasa en el mundo. Otros, en cambio, prefieren cerrar los ojos y las bocas de los demás para que no puedan contarlo. Aunque siempre hay personas que tiene el coraje de romper esas barreras y jugarse el pellejo para que otros conozcamos las atrocidades que se cometen cada día en algún lugar del mundo, como por ejemplo, el Sáhara Occidental.

Sólo quiero expresar mi gratitud a aquellas personas que han tenido la valentía de saltarse las normas impuestas por Marruecos para ser nuestros ojos allí. A los activistas, que ponen su vida en peligro para informar al mundo de lo que está ocurriendo. A los periodistas, por recuperar la esperanza en una profesión que está muy lejos de pasar por un buen momento y recordarnos que nuestro deber es estar ahí donde incomodemos.

Pero sobre todo, quiero darle las gracias a los verdaderos protagonistas de esta pesadilla que ya dura demasiado. A los saharauis. Por demostrarnos que se puede luchar sin armas, que nunca debemos rendirnos y que la fuerza de un pueblo que permanece unido puede superar cualquier dificultad.

Quizás, las personas que están en el Sáhara Occidental utilicen la técnica de imaginar que se encuentran en un lugar mejor cuando el ejército marroquí les ataca indiscriminadamente. Imaginándose que su tierra les pertenece y que nadie va a entrar en sus casas en mitad de la noche, para secuestrarlos y torturarlos. Y se sientan mejor, aunque sólo sea un momento

A veces uno opta por cerrar los ojos y olvidar lo que pasa en el mundo. Otros, en cambio, prefieren cerrar los ojos y las bocas de los demás para que no puedan contarlo. Aunque siempre hay personas que tiene el coraje de romper esas barreras y jugarse el pellejo para que otros conozcamos las atrocidades que se cometen cada día en algún lugar del mundo, como por ejemplo, el Sáhara Occidental.

Sólo quiero expresar mi gratitud a aquellas personas que han tenido la valentía de saltarse las normas impuestas por Marruecos para ser nuestros ojos allí. A los activistas, que ponen su vida en peligro para informar al mundo de lo que está ocurriendo. A los periodistas, por recuperar la esperanza en una profesión que está muy lejos de pasar por un buen momento y recordarnos que nuestro deber es estar ahí donde incomodemos.