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House edge

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Según dicen los que saben, la expresión “la banca siempre gana” proviene del mundo de los juegos de azar al referirse a la ventaja matemática inherente que tiene quien organiza el juego. Esta ventaja, que se conoce comúnmente como house edge. asegura que, a largo plazo, el organizador siempre obtiene beneficios, independientemente de las victorias puntuales de los jugadores. Hay que aclarar que esto no significa que cada jugador individual perderá en cada partida, sino que, estadísticamente, la organización ganará más dinero del que pagará. Puede parecer que esta ventaja puede ser pequeña, pero es suficiente para garantizar la rentabilidad a largo plazo. Pero la frase en sí se ha extendido más allá del ámbito de los juegos de azar para referirse a situaciones donde una entidad con poder o control estructural asegura su propia ganancia o ventaja, sin importar los resultados individuales o las fluctuaciones a corto plazo. De hecho, una Oferta Pública de Adquisición de acciones, comúnmente denominada OPA, es una propuesta formal realizada por una empresa. Su propósito no es otro que el obtener el control de la empresa por la que se aspira para así llevar a cabo las decisiones estratégicas y operativas. Sobre su naturaleza, una OPA puede ser amistosa o hostil. En la amistosa, la dirección de la empresa objetivo está de acuerdo con la propuesta y recomienda a sus accionistas que acepten la oferta. En contraste, en una hostil se lleva a cabo sin el consentimiento de la dirección de la empresa objetivo y, a menudo, se enfrenta a una fuerte oposición, asumiendo que se puede realizar mediante la compra directa de acciones en el mercado o a través de una oferta formal a todos los accionistas para comprar sus acciones a un precio específico, generalmente con una prima sobre el precio de mercado actual.

Tengamos en cuenta que, en una OPA, la adquisición puede ser parcial o total y la empresa objetivo puede continuar operando como una entidad independiente bajo el control de la empresa adquirente, corriendo el riesgo a que la empresa adquirida deja de existir y sus operaciones se integran en la empresa adquirente, lo que a menudo resulta en una mayor eficiencia operativa con la eliminación de duplicidades. De hecho, en este tipo de uniones pueden proporcionar ventajas significativas, como una mayor cuota de mercado, diversificación de productos y servicios, y economías de escala. Sin embargo, también pueden presentar desafíos significativos, como la integración de culturas corporativas diferentes y la alineación de estrategias operativas.

Desde una perspectiva financiera, estos procedimientos pueden generar valor significativo para los accionistas, pero un riesgo de concentración de poder para la demanda. Además, estas operaciones también conllevan riesgos porque pueden originar conflictos prolongados y costosos. Por esta, y otras razones, la comprensión de estas diferencias es crucial, ya que tiene implicaciones en términos de control corporativo, eficiencia operativa y creación de valor donde la regulación y el contexto de mercado también juegan un papel fundamental en la determinación del éxito y el impacto de estas transacciones en el entorno empresarial. Ahora bien, sobre si es bueno o mal, el tiempo, al final, lo dirá sabiendo que, la banca, siempre gana.

Según dicen los que saben, la expresión “la banca siempre gana” proviene del mundo de los juegos de azar al referirse a la ventaja matemática inherente que tiene quien organiza el juego. Esta ventaja, que se conoce comúnmente como house edge. asegura que, a largo plazo, el organizador siempre obtiene beneficios, independientemente de las victorias puntuales de los jugadores. Hay que aclarar que esto no significa que cada jugador individual perderá en cada partida, sino que, estadísticamente, la organización ganará más dinero del que pagará. Puede parecer que esta ventaja puede ser pequeña, pero es suficiente para garantizar la rentabilidad a largo plazo. Pero la frase en sí se ha extendido más allá del ámbito de los juegos de azar para referirse a situaciones donde una entidad con poder o control estructural asegura su propia ganancia o ventaja, sin importar los resultados individuales o las fluctuaciones a corto plazo. De hecho, una Oferta Pública de Adquisición de acciones, comúnmente denominada OPA, es una propuesta formal realizada por una empresa. Su propósito no es otro que el obtener el control de la empresa por la que se aspira para así llevar a cabo las decisiones estratégicas y operativas. Sobre su naturaleza, una OPA puede ser amistosa o hostil. En la amistosa, la dirección de la empresa objetivo está de acuerdo con la propuesta y recomienda a sus accionistas que acepten la oferta. En contraste, en una hostil se lleva a cabo sin el consentimiento de la dirección de la empresa objetivo y, a menudo, se enfrenta a una fuerte oposición, asumiendo que se puede realizar mediante la compra directa de acciones en el mercado o a través de una oferta formal a todos los accionistas para comprar sus acciones a un precio específico, generalmente con una prima sobre el precio de mercado actual.

Tengamos en cuenta que, en una OPA, la adquisición puede ser parcial o total y la empresa objetivo puede continuar operando como una entidad independiente bajo el control de la empresa adquirente, corriendo el riesgo a que la empresa adquirida deja de existir y sus operaciones se integran en la empresa adquirente, lo que a menudo resulta en una mayor eficiencia operativa con la eliminación de duplicidades. De hecho, en este tipo de uniones pueden proporcionar ventajas significativas, como una mayor cuota de mercado, diversificación de productos y servicios, y economías de escala. Sin embargo, también pueden presentar desafíos significativos, como la integración de culturas corporativas diferentes y la alineación de estrategias operativas.