Espacio de opinión de Canarias Ahora
Los seres humanos extinguimos los recursos naturales de regeneración del planeta
A modo de introito, quisiera dar la bienvenida al nuevo movimiento de jóvenes de todo el mundo contra el cambio climático, Extinction Rebellion (XR), que se une al de la joven Greta Thumberg, Friday For Future.
Gran parte de la raza humana no se toma en serio, ni por las razones expuestas por las advertencias de los científicos que estudian el clima de la Tierra, sobre las gravísimas consecuencias climáticas que estamos ya resistiendo. Una patológica codicia le ciega en sus deseos de consumo voraz, sin pensar en mantener unos equilibrios sostenibles con el medio ambiente junto al desarrollo industrial. O simplemente, vive en una supina estupidez permanente. Estamos en la obligación, como presuntos sujetos inteligentes de hacer que el planeta sea vivible y sano, para que no seamos los causantes de las inestabilidades dramáticas que se están generando por nuestros irreparables yerros, en un ecocidio final en toda la biodiversidad en el planeta azul.
Véase que, antes de escribir este nuevo artículo –uno más– sobre el preocupante tema del cambio climático, y por tanto sobre ecología, se nos informa en los medios de información de la penosamente histórica licuación de grandes glaciares en Groenlandia, como antes no había ocurrido jamás, con las fatales consecuencias que tendrá toda esta masa acuosa sobre el océano Atlántico y las riberas marítimas colindantes. Además de este, hay en activo unos grandes incendios en los bosques siberianos desde hace algún tiempo, debido a las sequías en esa región polar, como un hecho insólito y anormal, sobre el cual se suceden los gélidos fríos polares y sus repetitivas lluvias torrenciales.
Una reciente información causada por los desequilibrios medioambientales climáticos, que no corregimos y muy poco nos importa (muy a pesar de los fariseos compromisos que firmaron cuasi todos los países que componen la ONU en el Acuerdo de París de 2015), sobre el cambio climático, quienes lo rubricaron al final de ese año, bajo la promesa de reducción de las emisiones de CO2 a la atmósfera. Esa pésima noticia anuncia que, el pasado día 29 de julio los seres humanos hemos malgastado todos los recursos naturales que la Tierra, en sus equilibrios sostenibles podía solventar y regenerar para todo el presente año.
Es el llamado por los ecologistas y científicos el Earth Overshoot Day o día en el que hemos superado los registros para los equilibrios con el planeta, marcados como tope para los 365 días de 2019. O lo que es lo mismo, el planeta entra en números rojos en su poder natural de recreación de su medioambiente y la armonía necesaria de la propia Naturaleza. Desde esos cómputos registrados de regeneración medioambiental, la cifra en cuanto a días de sobreexplotación de los recursos se van aminorando cada año. Esta es más corta en esa valoración aritmética de este patrimonio natural de regeneración que destruye drásticamente el ser humano: el pasado 2010 lo fue el 8 de agosto; y en 2018, 1 del mismo mes.
Necesitaríamos otros dos planetas y medio (según los cálculos irrefutables de la ciencia de la climatología) para sobrevivir en España en un medioambiente razonable y ecuánime; y de otras deducciones para distintos países industrializados, según la destrucción de esa rápida regeneración de los ecosistemas en sus recursos, que agotamos de su proceso natural. La humanidad en su sinrazón ecológica extingue los recursos que “genera la Tierra hasta un 1’75 veces más rápido de lo que el ecosistema es capaz de regenerar”. Todo un demencial despropósito. Vivimos a mayor velocidad en el consumo de energías que el que la misma Naturaleza puede recrear pautadamente.
El coste de la sobreexplotación y daños que producimos a los ecosistemas son cada vez más insoportables para los equilibrios sostenibles del medioambiente en general del planeta, que nos cobija por cierto periodo muy efímero de tiempo en su vivencia. Seguimos sin menoscabo e irracionalmente deforestando las zonas tropicales de la Amazonía, los bosques Boreales.
Agudizamos la erosión de los suelos por la propia deforestación de los bosques, hacia desertizaciones es acelerada (como ocurre en el suelo ibérico en Portugal y España), el dióxido de carbono CO2 en suspensión en la atmósfera (lo que constituye una nueva mortandad en toda Europa con cifras alarmantes), la pérdida de biodiversidad en todas las especies es precipitado en su guarismo, etc. etc.
En el mundo se consumirá un 30% más de energías hasta el próximo 2040 según La Agencia Internacional de la Energía (AIE), obviando el citado Acuerdo de París. Mientras en varios países industrializados gobierne los ultraderecha como Trump, Bolsonaro, Putin y demás sujetos con almas petrificadas hacia el medio ambiente y la ecología seguirá entonando un perpetuo réquiem por estos monstruosos gobernantes.
Y todo ello con las fatales consecuencias, con las que nos conformamos en creer que son producto de carácter rutinario de la misma naturaleza en sus procesos naturales, con sequías o cuantiosas gotas frías anormales; o de tormentas, huracanes y otras anomalías generadas por la codicia insaciable del ser humano. Por la esquizofrenia del ser humano se augura un triste epílogo para romper los equilibrios medioambientales, vivibles y de este lindo planeta.
A modo de introito, quisiera dar la bienvenida al nuevo movimiento de jóvenes de todo el mundo contra el cambio climático, Extinction Rebellion (XR), que se une al de la joven Greta Thumberg, Friday For Future.
Gran parte de la raza humana no se toma en serio, ni por las razones expuestas por las advertencias de los científicos que estudian el clima de la Tierra, sobre las gravísimas consecuencias climáticas que estamos ya resistiendo. Una patológica codicia le ciega en sus deseos de consumo voraz, sin pensar en mantener unos equilibrios sostenibles con el medio ambiente junto al desarrollo industrial. O simplemente, vive en una supina estupidez permanente. Estamos en la obligación, como presuntos sujetos inteligentes de hacer que el planeta sea vivible y sano, para que no seamos los causantes de las inestabilidades dramáticas que se están generando por nuestros irreparables yerros, en un ecocidio final en toda la biodiversidad en el planeta azul.