Espacio de opinión de Canarias Ahora
Iniciativas para una comunicación más cercana
En los tiempos convulsos que vive la comunicación, entre noticias falsas, transmisiones de asesinatos en redes sociales, reprobaciones públicas a la prensa de todo un presidente de los Estados Unidos (por extensión, tremebundo mensaje el suyo), absurdos políticos a cuenta de la participación en tertulias radiofónicas, presiones de distintos poderes a los profesionales, productos audiovisuales vulgares o de ínfima calidad y precariedad en el empleo, resulta evidente la conveniencia de acometer algunas reformas y transformaciones en el ámbito de la comunicación y las políticas mediáticas que, teóricamente, deberían sustanciar la propia salud democrática, quebrantada por patologías diversas y algunas amenazas no menos inquietantes.
En España, por ejemplo, a la espera de las decisiones que permitan afrontar una nueva era en el universo de la Televisión Digital Terrestre (TDT), seguimos también pendientes de un impulso serio y bien fundamentado a los denominados medios del tercer sector (TSC) que son aquellos comunitarios sin ánimo de lucro. Recordemos que existe una ley reguladora que obliga a configurar un radioespectro para radios y canales de televisión y que, independientemente de las demandas de los interesados, alguien, algun organismo, debe velar por su cumplimiento. Estaríamos ante unos medios cuyo papel, según resolución aprobada por el Parlamento Europeo (PE), se orienta a reforzar las identidades de comunidades de intereses específicas, a la vez que permiten que los miembros de tales comunidades establezcan vínculos con otros grupos de la sociedad, por lo que desempeñan una función importante para fomentar la tolerancia y el pluralismo en la sociedad, en tanto que también contribuyen al diálogo intercultural.
La citada resolución señala que los medios del tercer sector de la comunicación promueven el diálogo intercultural mediante la educación del público en general, la lucha contra los estereotipos negativos y la corrección de las ideas divulgadas por los medios de comunicación de masas respecto de categorías sociales amenazadas de exclusión, como los refugiados, los inmigrantes, la población romaní y otras minorías étnicas y religiosas; hace hincapié en que estos medios son uno de los instrumentos existentes para facilitar la integración de los migrantes y, asimismo, permitir a las personas desfavorecidas en la sociedad convertirse en participantes activos al intervenir en debates importantes para ellas.
Otros aspectos importantes recogidos en la resolución del PE apuntan, por un lado, el papel significativo de estos medios en los programas de formación con la participación de organizaciones externas, incluidas las universidades, y miembros de la comunidad no cualificados, como valioso centro de experiencia laboral; y por otro, la aportación de conocimientos útiles y transmisibles que la formación en competencias digitales, de red y editoriales se adquiere mediante la participación en actividades de comunicación. Pensemos, efectivamente, en que los medios de comunicación del tercer sector actúan como catalizador de la creatividad local, al ofrecer a artistas y emprendedores una plataforma pública para ensayar ideas y conceptos nuevos.
Por lo tanto, es hora de proteger y fomentar este tipo de medios. Como también de crear y poner en funcionamiento una red de medios municipales participativos que fomenten lo que se conceptúa como periodismo local y la comunicación de cercanía. La red, en la teoría, propiciaría desconcentrar el sistema de medios y reducir la brecha entre ciudadanía e instituciones municipales, es decir, lograr de verdad hacer efectivo ese principio de cercanía de la política local, tan invocado en los discursos pero luego maltratado en la la experiencia de la gestión práctica. Hasta una doble oportunidad para dinamizar económicamente municipios a los que sigue golpeando la crisis y funcionar como impulsor de empleo local, se abre para estos medios y para esta red si es que alguna vez, aunque haya que aportar ciertas dosis de audacia, llega a funcionar.
En los tiempos convulsos que vive la comunicación, entre noticias falsas, transmisiones de asesinatos en redes sociales, reprobaciones públicas a la prensa de todo un presidente de los Estados Unidos (por extensión, tremebundo mensaje el suyo), absurdos políticos a cuenta de la participación en tertulias radiofónicas, presiones de distintos poderes a los profesionales, productos audiovisuales vulgares o de ínfima calidad y precariedad en el empleo, resulta evidente la conveniencia de acometer algunas reformas y transformaciones en el ámbito de la comunicación y las políticas mediáticas que, teóricamente, deberían sustanciar la propia salud democrática, quebrantada por patologías diversas y algunas amenazas no menos inquietantes.
En España, por ejemplo, a la espera de las decisiones que permitan afrontar una nueva era en el universo de la Televisión Digital Terrestre (TDT), seguimos también pendientes de un impulso serio y bien fundamentado a los denominados medios del tercer sector (TSC) que son aquellos comunitarios sin ánimo de lucro. Recordemos que existe una ley reguladora que obliga a configurar un radioespectro para radios y canales de televisión y que, independientemente de las demandas de los interesados, alguien, algun organismo, debe velar por su cumplimiento. Estaríamos ante unos medios cuyo papel, según resolución aprobada por el Parlamento Europeo (PE), se orienta a reforzar las identidades de comunidades de intereses específicas, a la vez que permiten que los miembros de tales comunidades establezcan vínculos con otros grupos de la sociedad, por lo que desempeñan una función importante para fomentar la tolerancia y el pluralismo en la sociedad, en tanto que también contribuyen al diálogo intercultural.