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La inseguridad la siembran los suyos, señores de la derecha

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Amenaza el señor Abascal con romper esos gobiernos autónomos que mangonea con la otra derecha si estos admiten que vayan “menas”, como llaman a los niños y a las niñas con la intención de deshumanizarlos, a sus territorios. Se trata, dice, de evitar supuestas violaciones, robos y fechorías por parte de esos menores.

Cuesta escuchar estas cosas sobre niñas y niños que se encuentran solos en una tierra extraña. Pero es verdad que hay gente mala sobre esta tierra. Esta gente de VOX nos lo demuestra cada día.

Y claro que habrá delitos cometidos por personas migrantes: hay delincuentes de todos los colores, las estadísticas pueden intentar manipularse mezclando extranjeros con migrantes, adultos con menores y detenidos con condenados. Pero lo cierto es lo evidente: no hay relación entre crimen y migrantes. 

Necesitan miedo para inculcar el odio. La tasa de criminalidad en España por cada mil habitantes sigue siendo de las más bajas de Europa y, en cuanto a las comunidades autónomas, resulta que en Canarias, una de las que más migración recibe, tiene una tasa del 43,8 por mil, por debajo de Madrid que tiene una media del 59, Valencia con 51 o Andalucía con un 44. En estas tres comunidades, por cierto, gobiernan ellos.

¿Y qué hay de esa narrativa de la invasión? En Canarias también están aprovechando una realidad que nos atormenta: la sobrepoblación, la de millones de turistas que se hacen residentes no para vivir con nosotros sino especular con nuestras casas y nuestros recursos. Pero son blancos y, sobre todo, tienen dinero. Nuestras Islas concentran más de la cuarta parte de la inversión inmobiliaria extranjera en toda España. El problema no son los migrantes…

¿Por qué mienten, entonces?

Es la historia de siempre, necesitan enemigos con los que desviar la atención de su despotismo y a los que culpar de las consecuencias de su codicia. Son los judíos para Hitler, los masones para Franco, los palestinos para Netanyahu. Ahora vemos a Trump, a Meloni, a Le Pen, a Abascal, culpando a los migrantes… mientras se afanan en la desregulación laboral, la bajada de las pensiones y el recorte de derechos.

No dudan siquiera en difamar a esos apenas cinco mil niños y niñas que estos días están en boca de toda la dirigencia política de este país y, por tanto, de sus medios de comunicación, porque se discute la solidaridad para acogerlos, una obligación que nos viene de las leyes internacionales que con grandes alharacas hemos firmado en los palacios, como si hubiera que tener leyes, como si no fuera lo más propio de la humanidad tratar a los niños como niños, cuidarlos, atenderlos. Niños y niñas que no son un acrónimo, que no son “menas”, que son menores en situación de orfandad.

Niños y niñas que han arribado a nuestras tierras tras jugarse la vida en una de las rutas más peligrosas de la migración mundial, empujados por el agotamiento de sus recursos expropiados por nuestras multinacionales, empujados por las guerras coloniales de nuestras industrias armamentísticas, empujados por el único y legitimo deseo de buscar una oportunidad aún a costa de entregar a la humillación, la esclavitud y el desprecio -cuando no al mar- el futuro de sus familias, mientras esperan noticias, buscan los nombres de los fallecidos y lloran sus pérdidas.

Decía Umberto Eco que aquellos que no tienen discurso político propio necesitan un enemigo para suplantarlo. Hacer que la gente se olvide y no piensen en las desigualdades, en reclamar sueldos justos, en derechos, en una sanidad digna, en una vivienda digna, en una educación pública y de calidad para nuestras hijas e hijos.

Sería de justicia -ellos que denuncian a todo el mundo ante sus jueces favoritos- que ante este tipo de declaraciones ignominiosas la fiscalía interviniera de oficio por delito de odio, no solo para limitar y controlar las mentiras flagrantes de esos representantes públicos, es decir con sueldos del Estado, sino para limpiar algo el aire irrespirable de odio que otra vez hoy pretenden inocularnos los de siempre, desde los mismos sectores de siempre, y también desde la política.

Amenaza el señor Abascal con romper esos gobiernos autónomos que mangonea con la otra derecha si estos admiten que vayan “menas”, como llaman a los niños y a las niñas con la intención de deshumanizarlos, a sus territorios. Se trata, dice, de evitar supuestas violaciones, robos y fechorías por parte de esos menores.

Cuesta escuchar estas cosas sobre niñas y niños que se encuentran solos en una tierra extraña. Pero es verdad que hay gente mala sobre esta tierra. Esta gente de VOX nos lo demuestra cada día.