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Jinámar tiene un plan

Antonio Morales

Las Palmas de Gran Canaria —

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Me alegró participar el pasado viernes 4 de mayo en Telde, junto a otras administraciones públicas y convocados por su alcaldesa, en la confirmación del Plan Integral de Jinámar. Se trata de un compromiso que ya se ha iniciado con inversiones que sobrepasan los tres millones de euros, en el caso del Cabildo de Gran Canaria, y que está dirigido a mejorar las condiciones de vida y las oportunidades de las vecinas y vecinos de Jinámar. Me complace profundamente hablar de realidades y no de problemas que no se afrontan y se vuelven crónicos. Es una buena noticia porque además la ciudadanía de este barrio se siente protagonista y ha denominado este Plan con un nombre elocuente “Jinámar en nuestras manos”.

El Polígono de Jinámar cuenta en la actualidad en la zona de Telde con 4.709 viviendas y una población de 14.899 personas. En los últimos años de la década de los 60 comienza a existir una importante demanda de vivienda en todo el territorio español provocado principalmente por el éxodo desde las zonas rurales hacia las ciudades. Las promociones públicas de mayor dimensión serían proyectadas y ejecutadas en la década de los setenta con la fórmula de los polígonos. Jinámar se construye sin una planificación de servicios adecuada a una población joven que necesitaba importantes equipamientos urbanos colectivos adecuados al número de viviendas lo que provocó una situación injusta y desequilibrada.

Este espacio de separación residencial en situación de fractura con el resto del municipio y de cualquier espacio urbano constituyó el proyecto de mayor dimensión de un polígono de estas características por parte de la Administración estatal franquista y de ejecución durante la transición democrática. Su concepción, no solo su edificación física, sino su poblamiento y construcción social, se produjo en un contexto con una multiplicidad de factores que intervinieron para crear los cimientos de la desigualdad.

La ciudad alternativa que se percibía desde una perspectiva teórica, resultaría ser un espacio exclusivamente residencial de acumulación de vecinos con escasos recursos económicos y excluidos de cualquier entramado urbano, convirtiéndola en el paradigma de una enorme habitación segregada de la ciudad y generadora de procesos de exclusión social. Para complicar aún más las cosas, el modelo organizativo que se utilizó, fragmentado en diferentes secciones conectadas entre sí únicamente a través de vías rápidas, impedía el acceso peatonal a otros sectores y especialmente a los equipamientos. La tipología de edificios prevista no facilitaba la creación de vida comunitaria, por lo que el modelo tendía a favorecer la segregación territorial y la desestructuración vecinal. Esta situación, común en muchos otros barrios masivos de promoción oficial, en el caso de Jinámar era especialmente grave debido al alejamiento que presentaba de los barrios cercanos.

Existen datos recogidos en el Estudio Sociológico, encargado por la Gerencia del Polígono en 1986 con el fin de diagnosticar la situación del asentamiento, que manifiestan con claridad las situaciones de marginalidad que se dieron en aquellos primeros años: un 14,1 % de los niños en edad de estar escolarizados en educación secundaria obligatoria no lo estaban, porcentaje que ascendía al 67,9 % para los jóvenes que estaban en edad de asistir a centros de bachillerato y formación profesional; el nivel de desempleo era del 50 % de la población activa y solo el 14 % de los parados recibía subsidio de desempleo; la cualificación profesional era escasa: el 34 % de la población no tenía estudios o no había terminado la educación primaria mientras que el 11 % se declaraba analfabeto (en la provincia esos porcentajes eran del 7,3 % y 7,7 % respectivamente); la renta era extraordinariamente baja por término medio: un 11 % de la población no contaba con ingresos mensuales, sobreviviendo gracias a las ayudas de los familiares y vecinos o a la práctica de la mendicidad; un 20 % de la población había solicitado ayudas sociales para poder costear los recibos de la luz, agua, la compra de la comida y otros gastos; se detectaban situaciones tan preocupantes, según publicaba la Gerencia del Polígono, como que el tamaño medio de los bebés menores de seis meses no alcanzaba la media normal, según los datos aportados por las consultas públicas de pediatría; la vida comunitaria era prácticamente inexistente, y la degradación de los inmuebles y del espacio urbano era muy perceptible.

El Polígono de Jinámar sigue siendo un enclave no solo alejado de los principales núcleos de población, sino también segregado de su entorno, afectado por lo que se ha venido en llamar la triple insularidad: la que proporciona su alejamiento y segregación respecto a la Isla y al Archipiélago. En cualquier caso, la generación de este espacio residencial ha obligado a que desde mediados de los ochenta se haya puesto de manifiesto la necesidad de distintas actuaciones, tanto urbanísticas como sociales, encaminadas a mitigar y resolver los problemas de fragilidad social que han acompañado siempre a este asentamiento. Estas actuaciones, llevadas de manera aislada y sin continuidad en el tiempo son algunos de los inconvenientes y deficiencias que la alcaldesa y el gobierno municipal de Telde pretenden resolver con la elaboración de un Plan Integral para Jinámar ambicioso, innovador y comprometido. Necesita la implicación social e institucional y por eso convocó la semana pasada al Gobierno de España, al Gobierno de Canarias y al Cabildo de Gran Canaria para presentar la propuesta de trabajo, para rendir cuentas de lo realizado y para seguir recabando ayudas para dar continuidad a esta valiente iniciativa.

Su filosofía se enmarca en la Estrategia Europea 2020 y en su Objetivo Temático 9 “Promover la inclusión social y luchar contra la pobreza”, que plantea regeneración física, económica y social del entorno urbano en áreas urbanas desfavorecidas, a través de estrategias urbanas integradas; la regeneración económica y social de barrios desfavorecidos, mediante la rehabilitación del tejido productivo y comercial (mercados, comercios, centros de día, residencias, comedores sociales, bibliotecas, centros de atención sanitaria e inserción laboral, centros culturales, oficinas de información y orientación, centros de formación profesional, viveros de empresas, ...); la revitalización del espacio público de las comunidades urbanas desfavorecidas, a través de la infraestructura para realizar actividades deportivas o culturales, etc, en plazas y otros lugares públicos y la habilitación de espacios abandonados para colectivos que impulsen iniciativas comunitarias y servicios sociales, al igual que para personas que quieran abrir negocios.

El objetivo de este Plan es configurar y construir un barrio amable que posibilite las relaciones y la convivencia, promoviendo mecanismos y herramientas básicas para la socialización. La propuesta se basa en crear un entorno no solo territorial sino también social, que sea atractivo y sostenible, en donde la regeneración urbana del Valle de Jinámar sea un factor importante. Y para ello priorizan la dinamización de la economía como generadora de empleo y la principal arma de lucha contra la pobreza; el desarrollo humano y el apoyo a las entidades de iniciativa social que favorezcan la integración social de las personas en exclusión social, la inclusión activa de la población joven y el envejecimiento activo.

El Cabildo de Gran Canaria respalda decididamente este Plan Integral de Jinámar porque coincide con nuestros compromisos de gobierno y porque consideramos que es una acción de justicia, de compensación de desigualdades, y una oportunidad que debemos aprovechar. Tenemos que volcarnos en las zonas donde hay más necesidad.

Hay tres circunstancias que hacen único este momento: las cuatro administraciones con competencias en este territorio coincidimos en la necesidad de apostar por objetivos ambiciosos y transformadores para este importante barrio del municipio de Telde y lo hacemos con compromisos financieros concretos. La sociedad civil, las organizaciones no gubernamentales, los colectivos sociales del barrio están implicados y han hecho suyo el plan y su lema “Jinámar en nuestras manos” lo sintetiza suficientemente. Y la tercera realidad es que contamos con un Plan bien estructurado, realista, estratégico, y que no acaba con el mandato de las administraciones actuales, como equivocadamente ocurrió en otras ocasiones, sino que tiene voluntad de estabilidad.

Gran Canaria está en un proceso de modernización intenso. Pero el progreso tenemos que medirlo prioritariamente en inclusión social, en crecimiento de oportunidades para quienes tienen dificultades, en reducción de la exclusión social. La conquista del bienestar debe tener como principal indicador la mejora de la calidad de vida de quienes tienen menos, la consecución de derechos para quienes no han podido disfrutar de ellos en periodos largos de su vida. Por eso estamos comprometidos con Jinámar.

Los tres ejes del Plan tienen interés y el Cabildo de Gran Canaria colabora directamente con ellos. Nos importa la rehabilitación de viviendas y el equipamiento comunitario porque facilita la convivencia familiar y las relaciones vecinales. Para demostrar que no hablamos de futuro sino de presente quiero recordar la alegría que compartimos al reabrir en marzo pasado el Pabellón Juan Carlos Hernández, por una acción conjunta de Cabildo y Ayuntamiento de Telde. Y también al contribuir a la iniciativa de rehabilitación de viviendas que avanza con determinación.

Las infraestructuras ayudan, pero nos interesa igualmente la activación económica para favorecer el empleo, obsesión de todos quienes sentimos la realidad de este barrio. Y en esta dimensión, la formación y la conexión con el tejido empresarial y la emprendeduría son acciones imprescindibles.

Y, finalmente, la tercera intervención debe afianzar lazos comunitarios, educativos, familiares y de salud porque en definitiva esos son los que hablan de una realidad nueva y transformada. Creo que estamos ante un Plan imprescindible y que se está avanzando en positivo, priorizando el interés de nuestra gente. Por eso participamos con decisión, colaborando con el Ayuntamiento de Telde y las demás instituciones y con la implicación social y vecinal que es la garantía de que estamos ante perspectivas de ilusión y de futuro.

Me alegró participar el pasado viernes 4 de mayo en Telde, junto a otras administraciones públicas y convocados por su alcaldesa, en la confirmación del Plan Integral de Jinámar. Se trata de un compromiso que ya se ha iniciado con inversiones que sobrepasan los tres millones de euros, en el caso del Cabildo de Gran Canaria, y que está dirigido a mejorar las condiciones de vida y las oportunidades de las vecinas y vecinos de Jinámar. Me complace profundamente hablar de realidades y no de problemas que no se afrontan y se vuelven crónicos. Es una buena noticia porque además la ciudadanía de este barrio se siente protagonista y ha denominado este Plan con un nombre elocuente “Jinámar en nuestras manos”.

El Polígono de Jinámar cuenta en la actualidad en la zona de Telde con 4.709 viviendas y una población de 14.899 personas. En los últimos años de la década de los 60 comienza a existir una importante demanda de vivienda en todo el territorio español provocado principalmente por el éxodo desde las zonas rurales hacia las ciudades. Las promociones públicas de mayor dimensión serían proyectadas y ejecutadas en la década de los setenta con la fórmula de los polígonos. Jinámar se construye sin una planificación de servicios adecuada a una población joven que necesitaba importantes equipamientos urbanos colectivos adecuados al número de viviendas lo que provocó una situación injusta y desequilibrada.