Espacio de opinión de Canarias Ahora
Jugar a matar
A la infamia de programar y ejecutar la muerte de una persona se suma la bajeza moral de difundirla en televisión y convertirla en un espectáculo televisivo al que tienen acceso los niños como si fuera un evento cualquiera. Todos sabemos que los niños imitan lo que ven. Algunos han jugado a ser Sadam. Otros jugarán a ser el verdugo. Mientras tanto, me gustaría que alguien me explicara qué ha ganado el mundo, qué hemos ganado todos con esa muerte. No es que pretenda defender lo que hizo Sadam Husein, pero no creo que matarlo sea la solución. En este caso, la rabia no sólo no ha desaparecido sino que se ha extendido.Quienes organizaron la pantomima de juicio y acordaron el asesinato, han convertido a un tirano en un mártir. Y le han dado la victoria final. El peor castigo para Sadam Husein hubiera sido caer en el olvido de los suyos y consumirse en una prisión de su propio país. Ahora, sin embargo, es una víctima, un referente, un símbolo y, por lo tanto, inmortal. Al final, él gana. Y alguien se ha debido dar cuenta porque, de repente, se suceden las peticiones para detener todas las ejecuciones previstas.Mientras tanto Irak se sigue desangrando y desmembrando ante la pasividad del resto del planeta, que pone bastante más interés en contar los muertos que acumula Estados Unidos y sus consecuencias para Bush, que en las víctimas iraquíes. El desmán y el desastre que se ha apoderado de aquel país es de tal magnitud que nadie parece ya capaz de asumir la situación. No obstante, hay responsables de todo esto: de los muertos iraquíes, de los muertos norteamericanos, de los británicos, y de los niños que juegan a matar.
Esperanza Pamplona
A la infamia de programar y ejecutar la muerte de una persona se suma la bajeza moral de difundirla en televisión y convertirla en un espectáculo televisivo al que tienen acceso los niños como si fuera un evento cualquiera. Todos sabemos que los niños imitan lo que ven. Algunos han jugado a ser Sadam. Otros jugarán a ser el verdugo. Mientras tanto, me gustaría que alguien me explicara qué ha ganado el mundo, qué hemos ganado todos con esa muerte. No es que pretenda defender lo que hizo Sadam Husein, pero no creo que matarlo sea la solución. En este caso, la rabia no sólo no ha desaparecido sino que se ha extendido.Quienes organizaron la pantomima de juicio y acordaron el asesinato, han convertido a un tirano en un mártir. Y le han dado la victoria final. El peor castigo para Sadam Husein hubiera sido caer en el olvido de los suyos y consumirse en una prisión de su propio país. Ahora, sin embargo, es una víctima, un referente, un símbolo y, por lo tanto, inmortal. Al final, él gana. Y alguien se ha debido dar cuenta porque, de repente, se suceden las peticiones para detener todas las ejecuciones previstas.Mientras tanto Irak se sigue desangrando y desmembrando ante la pasividad del resto del planeta, que pone bastante más interés en contar los muertos que acumula Estados Unidos y sus consecuencias para Bush, que en las víctimas iraquíes. El desmán y el desastre que se ha apoderado de aquel país es de tal magnitud que nadie parece ya capaz de asumir la situación. No obstante, hay responsables de todo esto: de los muertos iraquíes, de los muertos norteamericanos, de los británicos, y de los niños que juegan a matar.
Esperanza Pamplona