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Limpieza social

Día sí, día también, cuadrillas municipales enteras se esmeran en asear el entorno residencial de la gentry, de la gente y la movida cool. Podan, riegan, barren, arreglan, pegan un manguerazo, pintan, fumigan, empichan, rediseñan, prevén, enhebran cableado, sustituyen bombillas y farolas, disuaden atascos, patrullan…, en fin, adecentan. Siempre hay algo que hacer en la zona chachi, lo cual está muy bien. En cambio, para que dichos servicios básicos y elementales caigan en la cuenta de que el deterioro de algunos barrios reclama su presencia, tiene que pasar algo alarmante o alguna insistencia vecinal empecinada al teléfono. El estado de los contenedores de la basura y aledaños es un buen indicador. Las redadas también.

El deterioro no solo es provocado a conciencia, que puede serlo en algunos casos, también se debe a las prioridades municipales que suelen ver en el centro de la ciudad o en el casco histórico elitizado el único o el principal escenario que requiere una actuación a tiempo completo. De ahí que no se inviertan agendas, anhelos, ni dinero en zonas en vías de hundimiento. La desinversión es una manera de depreciar, despreciar y abaratar los barrios para que los especuladores huelan la oportunidad de comprar barato y crear lujo económico y simbólico en una nueva estética urbanística que atraiga a las clases pudientes a ocupar el espacio de la gente llana, con su estilo de vida, ocio y consumo singular y excluyente. Es la reconquista urbana. No es el tiempo el que pone a cada uno en su lugar, es el capitalismo cool. A unos en el centro de la ciudad y al resto en las barriadas ultraperiféricas. En los bajos fondos. La ciencia no falla. El desplazamiento de las clases populares es un hecho. Cierto es que el nuevo turismo ha acelerado este proceso, pero ya venía de atrás. Ya llegan los guiris a barrios que no estaban en el itinerario de las agencias. Ya se oyen maletas con ruedas a horas intempestivas. Ya se tuvo que ir Carmita de su piso porque le subieron el alquiler. La ciencia no falla. Y la gestión municipal debe saber esto, lo de las malas inercias, lo de las consecuencias gentrificadoras de atender solo el escenario donde se desenvuelve el negocio gordo y su consumo distinguido y guay. Debe saber que enviando las cuadrillas de operarios solo a dichas zonas, reproducen inercias clasistas que abundan en la segregación y la desigualdad social. En el resentimiento. En la limpieza social.