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Lumbalgia en el PP

Carlos Sosa / Carlos Sosa

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Ya se ha anticipado Sánchez-Simón a aclarar que no se trata de poner en entredicho la autoridad del líder ni de cuestionar a la actual dirección, o sea, al líder. Luego nos encontraríamos con un imposible: hacer autocrítica ante las barbas del mismo líder. Le tengo mucho respeto personal al presidente de la Autoridad Personal, pero he de dudar de que tan nobles intenciones puedan trasladarse a la cruda realidad.

Porque si en ese intento de reclamar educada y civilizadamente una autocrítica en el PP canario le acompañan otros cualificados militantes como Borja Benítez de Lugo o Mario Romero Mur, el resultado ya se puede anticipar: no habrá autocrítica sino un paripé encaminado bien a reforzar la imagen del líder o, en el mejor de los casos, a producir un relevo muy similar a aquel que un lloroso Arias Navarro anunció a los españoles en noviembre de 1975. Todo está atado y bien atado.

Borja Benítez de Lugo es un fiel escudero de las esencias sorianas, llevadas incluso al paroxismo cuando insultó en sede parlamentaria al ex presidente del PP lanzaroteño cuando éste decidió abandonar esa formación. Y Mario Romero Mur es uno de los amigos íntimos del líder, con el que comparte mesa y mantel con frecuencia en el restaurante La Masía de Canarias, cerca de los domicilios tafireños de ambos.

Una cosa sí es novedosa: en el PP empiezan a contarse ciertas cosas en voz alta. A ver si se animan los de la cáscara amarga, que también los hay.

Ya se ha anticipado Sánchez-Simón a aclarar que no se trata de poner en entredicho la autoridad del líder ni de cuestionar a la actual dirección, o sea, al líder. Luego nos encontraríamos con un imposible: hacer autocrítica ante las barbas del mismo líder. Le tengo mucho respeto personal al presidente de la Autoridad Personal, pero he de dudar de que tan nobles intenciones puedan trasladarse a la cruda realidad.

Porque si en ese intento de reclamar educada y civilizadamente una autocrítica en el PP canario le acompañan otros cualificados militantes como Borja Benítez de Lugo o Mario Romero Mur, el resultado ya se puede anticipar: no habrá autocrítica sino un paripé encaminado bien a reforzar la imagen del líder o, en el mejor de los casos, a producir un relevo muy similar a aquel que un lloroso Arias Navarro anunció a los españoles en noviembre de 1975. Todo está atado y bien atado.