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D. Mariano fue al Parlamento por lana y salió trasquilado

En el hemiciclo no había un sillón vacío, todas sus señorías se prestaban a jalear a sus primeras espadas. La consigna era: todos a una, como en Fuenteovejuna, pero ya dice el refrán “Una cuenta hace el borracho y otra el cantinero” y el cantinero, en ésta ocasión se traía los deberes hechos, según él, en ordenador. Incluso tuvo el tacto suficiente, para reducir su primera comparecencia, que no fue más allá de la hora, cuando en anteriores debates, las intervenciones terminaban agotando al respetable. Y para no variar el libreto, un año más nos abrumaron con datos, análisis macroeconómicos, diferenciales de la deuda, y las aragüeñas perspectivas, en el horizonte del 2015. Y le llegó la hora a D. Mariano, el de las “tracas” el de España se hunde, España tutelada por Europa, etc. etc. y algún desastre más que nos ponían los pelos de punta. Y llegó el feliz minuto de gloria. Con el acento propio del que hace un solemne anuncio, D. Mariano poniendo énfasis en sus palabras nos vino a decir a todos los españoles que exigía se disolviera el parlamento y se convocaran elecciones, que allí estaría él y los suyos para tomar el testigo, e invadir, una vez más, la isla de Perejil. La bancada azul celeste, aclamaba a su líder, como si de la Roja se tratara. Algunos se atrevían a decir que le había metido un “gol” por toda la escuadra al bonachón de Zapatero. Pero una vez más D. Mariano y sus técnicos, se equivocaron en el planteamiento del “partido”. Con regate corto y pase al primer toque; el bambi leonés, le mareó de tal forma y con tal contundencia, que el pobre Mariano se desinfló. Aún hoy, le duraba la resaca, y se olvidó de ocupar su sillón en el hemiciclo, poniendo una vez más de manifiesto, su mal talante y poco talento, al despreciar a las minorías parlamentarias, algo muy propio de aquellos que no creen en la democracia

Se alegró algo más la parroquia, con la subida al estrado del portavoz de CIU, que tampoco estaba por la labor de reírle a Zapatero las gracias por la sentencia del TC, con el tan traído y llevado o zarandeado, como los lectores prefieran, Estatut de Cataluña. Pero en ésta ocasión el bambi cambió de táctica, y como cualquier enamorado, le tiró los tejes de forma descarada al Sr. Durán, que por mucho que intentó, ponerse duro, terminó sonriendo y negando con la cabeza, las reflexiones que Zapatero le hacía relativas a la sentencia.

Y le llegó la hora al portavoz del PNV, que en la línea de sus antecesores, le afeó a Zapatero su errático comportamiento, para afrontar la crisis, pero terminando por hacerle un guiño de complicidad, quizás de cara a la aprobación de los próximos presupuestos.

Quizás la nota humorística la puso Dª. Rosa Díez de UPD, que una vez más, nos “deleitó” con su peculiar folclorismo político, haciendo posible que más de un diputado se tomara la libertad de entretenerse en otros menesteres, que no eran precisamente poner atención a la oradora.

Y que podríamos decir los españolitos de a pie ¿podremos ser optimistas a corto o medio plazo? ¿Las drásticas medidas tomadas y las que están por llegar, nos sacaran a medio plazo de éste pozo? ¿Será la Sra. Salgado capaz de hacer aflorar, el ingente fraude y fuga de capitales que se ha practicado en éste país? Éstas y otras muchas preguntas se hacen los españoles, que siguen viendo en el horizonte muchos nubarrones, a pesar de los ánimos que nos infunde José Luis Rodríguez Zapatero. Una cosa si debemos tener claro los currantes que: “Más vale malo conocido, que bueno por conocer”, pues no son precisamente los señores de la gaviota los más indicados, para sacarnos de éste embrollo, del cual mucha culpa tienen los que no ven más allá del rendimiento de capitales, y son precisamente sus más íntimos amigos, artífices de tanto presunto latrocinio en los cuatro puntos cardinales de nuestra jodida España.

Antonio Ortega Santana

En el hemiciclo no había un sillón vacío, todas sus señorías se prestaban a jalear a sus primeras espadas. La consigna era: todos a una, como en Fuenteovejuna, pero ya dice el refrán “Una cuenta hace el borracho y otra el cantinero” y el cantinero, en ésta ocasión se traía los deberes hechos, según él, en ordenador. Incluso tuvo el tacto suficiente, para reducir su primera comparecencia, que no fue más allá de la hora, cuando en anteriores debates, las intervenciones terminaban agotando al respetable. Y para no variar el libreto, un año más nos abrumaron con datos, análisis macroeconómicos, diferenciales de la deuda, y las aragüeñas perspectivas, en el horizonte del 2015. Y le llegó la hora a D. Mariano, el de las “tracas” el de España se hunde, España tutelada por Europa, etc. etc. y algún desastre más que nos ponían los pelos de punta. Y llegó el feliz minuto de gloria. Con el acento propio del que hace un solemne anuncio, D. Mariano poniendo énfasis en sus palabras nos vino a decir a todos los españoles que exigía se disolviera el parlamento y se convocaran elecciones, que allí estaría él y los suyos para tomar el testigo, e invadir, una vez más, la isla de Perejil. La bancada azul celeste, aclamaba a su líder, como si de la Roja se tratara. Algunos se atrevían a decir que le había metido un “gol” por toda la escuadra al bonachón de Zapatero. Pero una vez más D. Mariano y sus técnicos, se equivocaron en el planteamiento del “partido”. Con regate corto y pase al primer toque; el bambi leonés, le mareó de tal forma y con tal contundencia, que el pobre Mariano se desinfló. Aún hoy, le duraba la resaca, y se olvidó de ocupar su sillón en el hemiciclo, poniendo una vez más de manifiesto, su mal talante y poco talento, al despreciar a las minorías parlamentarias, algo muy propio de aquellos que no creen en la democracia

Se alegró algo más la parroquia, con la subida al estrado del portavoz de CIU, que tampoco estaba por la labor de reírle a Zapatero las gracias por la sentencia del TC, con el tan traído y llevado o zarandeado, como los lectores prefieran, Estatut de Cataluña. Pero en ésta ocasión el bambi cambió de táctica, y como cualquier enamorado, le tiró los tejes de forma descarada al Sr. Durán, que por mucho que intentó, ponerse duro, terminó sonriendo y negando con la cabeza, las reflexiones que Zapatero le hacía relativas a la sentencia.