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McDonald’s combate la gordura

Voy a contarles un cuento. Hubo una vez cierta empresa de productos químicos que echaba los desperdicios al río que pasaba por allí. Los pueblos instalados río abajo recibían agua contaminada, inaceptable para beber o para usar en trabajos agrícolas. La gente empezó a protestar cuando contempló cómo enfermaban sus parientes. Realizaron manifestaciones que llevaron a la empresa del cuento hasta los tribunales. Ya saben ustedes que los tribunales representan un espacio ciego que algún día hará justicia. O eso dicen. Pues bien, mientras se alargaban los trámites, varios años, a la tal compañía poco ecológica se le ocurrió una idea genial perfectamente ecológica. Construyó otra fábrica dedicada a producir grifos y otros artefactos encargados de purificar el agua que ella había contaminado. El precio del milagro, muy barato. Los vecinos retiraron la demanda y la misma empresa ganó mucho dinero con los productos químicosÂ… y con la venta de los grifos a las víctimas del delito.La irracionalidad del libre mercado conduce a estas locuras que los bienpensantes liberales olvidan con frecuencia. Ya no se trata sólo de que esa multinacional llamada McDonaldÂ’s cometa delitos ecológicos en todas partes, ofrezca un producto cuyo proceso de producción resulta infame hasta para las vacas infladas, dañen la salud de las personas, tire de la explotación infantil hasta límites insospechados o que prohíba la existencia de los sindicatos en sus centros de producción. La globalización del capital y su mano invisible tiene estas consecuencias, entre ellas violar sin obstáculos las leyes laborales de los países en los que consigue penetrar. Casi todos, dicho sea al pasar.McDonaldÂ’s engorda a los niños estadounidenses utilizando mil recursos propagandísticos de dudoso gusto rozando la legalidad o saltándosela a la torera. Cuando los tiene bien gorditos, ofrece la mejor solución a los padres. Unos gimnasios adornados con la última palabra de la tecnología para que los muchachos adelgacen. Habrá canchas de baloncesto, pistas interactivas de baile con pantallas de vídeo que muestran los pasos a seguir y otros adelantos de primer orden. Todavía no escuché comentarios dedicados a desnudar esta decisión tan ingeniosa de la multinacional para multiplicar beneficios. Algunas críticas de tono menor aparecen. Por ejemplo, el Centro Rudd para la Obesidad y la Política Alimentaria de la Universidad de Yale piensa que algunos padres podrían sobrestimar el beneficio de estos gimnasios y permitir a sus hijos comer más comida basura. ¡Estupendo!

Rafael Morales

Voy a contarles un cuento. Hubo una vez cierta empresa de productos químicos que echaba los desperdicios al río que pasaba por allí. Los pueblos instalados río abajo recibían agua contaminada, inaceptable para beber o para usar en trabajos agrícolas. La gente empezó a protestar cuando contempló cómo enfermaban sus parientes. Realizaron manifestaciones que llevaron a la empresa del cuento hasta los tribunales. Ya saben ustedes que los tribunales representan un espacio ciego que algún día hará justicia. O eso dicen. Pues bien, mientras se alargaban los trámites, varios años, a la tal compañía poco ecológica se le ocurrió una idea genial perfectamente ecológica. Construyó otra fábrica dedicada a producir grifos y otros artefactos encargados de purificar el agua que ella había contaminado. El precio del milagro, muy barato. Los vecinos retiraron la demanda y la misma empresa ganó mucho dinero con los productos químicosÂ… y con la venta de los grifos a las víctimas del delito.La irracionalidad del libre mercado conduce a estas locuras que los bienpensantes liberales olvidan con frecuencia. Ya no se trata sólo de que esa multinacional llamada McDonaldÂ’s cometa delitos ecológicos en todas partes, ofrezca un producto cuyo proceso de producción resulta infame hasta para las vacas infladas, dañen la salud de las personas, tire de la explotación infantil hasta límites insospechados o que prohíba la existencia de los sindicatos en sus centros de producción. La globalización del capital y su mano invisible tiene estas consecuencias, entre ellas violar sin obstáculos las leyes laborales de los países en los que consigue penetrar. Casi todos, dicho sea al pasar.McDonaldÂ’s engorda a los niños estadounidenses utilizando mil recursos propagandísticos de dudoso gusto rozando la legalidad o saltándosela a la torera. Cuando los tiene bien gorditos, ofrece la mejor solución a los padres. Unos gimnasios adornados con la última palabra de la tecnología para que los muchachos adelgacen. Habrá canchas de baloncesto, pistas interactivas de baile con pantallas de vídeo que muestran los pasos a seguir y otros adelantos de primer orden. Todavía no escuché comentarios dedicados a desnudar esta decisión tan ingeniosa de la multinacional para multiplicar beneficios. Algunas críticas de tono menor aparecen. Por ejemplo, el Centro Rudd para la Obesidad y la Política Alimentaria de la Universidad de Yale piensa que algunos padres podrían sobrestimar el beneficio de estos gimnasios y permitir a sus hijos comer más comida basura. ¡Estupendo!

Rafael Morales