Otro modelo energético y humano es posible

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Vivimos en un planeta finito. Esto es un hecho. Y es imposible crecer infinitamente en un planeta finito. Esto es ciencia. Por ello es muy difícil ver este crecimiento infinito en el planeta Tierra, pero en Gran Canaria, un continente en miniatura, lo estamos viendo y eso empieza a aplastarnos. 

Pero no: hasta aquí hemos llegado. Hemos tenido que salir a la calle a decir: ¡Basta! Ni un centímetro más de nuestro territorio protegido se puede explotar y menos en nombre de un proyecto impuesto que no va a generar más soberanía energética. En Canarias tenemos la posibilidad de demostrarle al mundo que la especie humana puede vivir en equilibrio con el ecosistema.

Manuel Alemán Álamo dice: un pueblo que es consciente de sus propios valores es un pueblo que sabe reclamar y defender sus derechos. En los tiempos de la conquista el canario pasó de ser dueño y señor de sus tierras a esclavo y sirviente. De ahí que casi toda nuestra festividad se celebre en el camino; en el tránsito de un punto a otro de la isla, como en La Rama de Agaete o en la bajá del gofio en el Barranco de Guayadeque. Veredas, montañas y barrancos se convirtieron en nuestra matria dándonos cobijo durante nuestro desarraigo. Pues esa patria está en peligro, no en nombre del medio ambiente sino de la avaricia de unos pocos. 

Si permitimos a personas (a las cuales se les supone un mínimo de canariedad) banalizar y acabar con la biodiversidad de nuestros espacios sagrados, ¿Qué harán los que vengan detrás? Pues nos pondrán un centro comercial en el Roque Nublo y no los podremos parar. 

Sin embargo, estamos a tiempo, precisamente porque otro modelo energético es posible. Debemos despertar de este ensueño tecnológico que nos está idiotizando y plantearnos seriamente, como dice la Ciencia, el decrecimiento, donde el Reducir, Reutilizar y Reciclar sean nuestra Santísima Trinidad. ¿Pero tan fácil es? Más de lo que muchos creen, en realidad: lo llevamos en la sangre. Un legado que encontramos en nuestros tatarabuelos, cuya cantidad de residuos, comparada con la nuestra, era nula.

Implantemos las renovables como una fuente seria y natural de energía, sellando todas las cubiertas existentes con placas solares, como hacen muchas nuevas iniciativas entre ellas la de Norberto Domínguez, por ejemplo, y distribuyámoslas en manos de la gente, de las pequeñas empresas y de las instituciones. En vez de mandar a parar los molinos aumentemos la potencia de desalación, como propone Roque Calero. Eso sí, no bombeemos por encima de la cota 300 y dejemos el agua de la cumbre para la cumbre, recuperando el nivel freático de nuestros acuíferos y fortaleciendo nuestros bosques. Revisemos la eficiencia de las centrales térmicas y transformémoslas en zonas más eficientes, más flexibles. Transformemos la energía del mar en un activo para la sociedad canaria como hace José Luis Peraza. 

No podemos verter nuestra mierda (solo podemos llamarla así) al mar, pues es energía. Nuestras depuradoras no pueden apestar a kilómetros, porque ese olor es energía. Aprendamos del ejemplo infinito de humildad que nos está dando la Tierra en La Palma. Esa energía está ahí, tan cerca que ya no es una cuestión de dinero, ni siquiera de tiempo. Solo de voluntad.

Planifiquemos el nuevo modelo energético para aprovecharnos de la ola que supone la disrupción tecnológica, en vez de que el cambio Cclimático nos arrase con una nueva ola de calima. Planifiquemos el nuevo modelo energético con grandes, enormes instalaciones que respeten nuestro territorio y nuestro paisaje, concentrándolas en uno o pocos puntos evitando la dispersión actual que desdibuja nuestra isla. 

Y, sobre todo, no dejemos a nadie atrás. Nos estamos acostumbrando a enterrar a seres humanos en nuestras costas, sin darnos cuenta de que en parte, es nuestra opulencia la que los ha hecho huir de allí donde nacieron. Un ejemplo de nuestro derroche: si Canarias fuera un país seríamos el sexto país del mundo con más coches por habitante. El nuevo modelo energético no debe estar basado en extraer materiales de los países de origen porque estamos contribuyendo a esta triste caricatura de banalidad del mal, donde nosotros algún día tendremos que justificarnos ante nuestros nietos: solo hacíamos nuestro trabajo.

Otro modelo energético es posible pero, primero, hay que parar este. Salvemos el Barranco de Arguineguín. Salvemos Chira-Soria.