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Nacimiento de Coalición Canaria (I)

También fui testigo de los movimientos en la parte izquierda de la pista. Mientras el gobierno de Felipe González organizaba la Expo de Sevilla para celebrar los 500 años de la desorientación de Cristóbal Colón, un marino genovés que buscaba Filipinas y acabó con su barco en las costas del Caribe, en Canarias la izquierda superviviente del UPC y el PCE renunció a la movilización social por su vocación por los despachos oficiales. Sus dirigentes dejaron el timón del barco a José Carlos Mauricio, que dio más vueltas que Colón cuando descubrió (es un decir) América. En el barco de ICAN cristianos y comunistas intentaron salvar a Gran Canaria de las garras de ATI, y echaron a los socialistas del cabildo grancanario y pactaron con el PP y el CDS ante los ojos lacrimosos de Carmelo Artiles. Pero a los pocos meses Mauricio dijo lo contrario, y quiso salvar a ATI de Gran Canaria, y comenzó a reunirse con el empresario de la construcción Manuel Hermoso, que era en ese momento el vicepresidente del gobierno de Jerónimo Saavedra.

El resto del trabajo lo hizo un marino segoviano llamado Julio Bonis y un antiguo legionario que también procedía de las tierras ibéricas llamado Martín Paredes. En Lanzarote no necesitaron a ningún peninsular porque tenían a un chorizo típico de la tierra, alcalde experto en cobrar licencias urbanísticas para vender paquetes de cebollas fritas. En Fuerteventura tuvieron olfato para elegir a Fonfín Chacón y a Barragán, lo peor de lo mejorcito de la derecha y la izquierda majorera.

En las islas occidentales los papás y las mamás de la criatura eran los llamados “independientes”, que eran los supervivientes de la UCD de Suárez, sí, Adolfo, el señor presidente del gobierno que contrató a los mercenarios que intentaron asesinar en Argel al inventor de la bandera nacional canaria que ahora reivindican. Lo cuento como lo contaron los autores confesos del atentado Juan Antonio Alfonso González y José Luis Cortés. Para no dar la imagen de náufragos de la UCD, las AIC permitieron que se subieran al barco los viejos comunistas Aurelio Ayala y Antonio San Juan, que daban un toquito social frente a la aristocracia de los padrones y Castro Cordobés.

Se me acabó el espacio presentándoles a los padres de la criatura. Mañana les cuento cómo fue el parto.

Juan García Luján

También fui testigo de los movimientos en la parte izquierda de la pista. Mientras el gobierno de Felipe González organizaba la Expo de Sevilla para celebrar los 500 años de la desorientación de Cristóbal Colón, un marino genovés que buscaba Filipinas y acabó con su barco en las costas del Caribe, en Canarias la izquierda superviviente del UPC y el PCE renunció a la movilización social por su vocación por los despachos oficiales. Sus dirigentes dejaron el timón del barco a José Carlos Mauricio, que dio más vueltas que Colón cuando descubrió (es un decir) América. En el barco de ICAN cristianos y comunistas intentaron salvar a Gran Canaria de las garras de ATI, y echaron a los socialistas del cabildo grancanario y pactaron con el PP y el CDS ante los ojos lacrimosos de Carmelo Artiles. Pero a los pocos meses Mauricio dijo lo contrario, y quiso salvar a ATI de Gran Canaria, y comenzó a reunirse con el empresario de la construcción Manuel Hermoso, que era en ese momento el vicepresidente del gobierno de Jerónimo Saavedra.

El resto del trabajo lo hizo un marino segoviano llamado Julio Bonis y un antiguo legionario que también procedía de las tierras ibéricas llamado Martín Paredes. En Lanzarote no necesitaron a ningún peninsular porque tenían a un chorizo típico de la tierra, alcalde experto en cobrar licencias urbanísticas para vender paquetes de cebollas fritas. En Fuerteventura tuvieron olfato para elegir a Fonfín Chacón y a Barragán, lo peor de lo mejorcito de la derecha y la izquierda majorera.