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¡Oiga, amigo! Versión navideña

Protagonista: un enchaquetado y estirado señor, de pelo engominado hacia atrás, y portando gafas de sol, a pesar de las nubes que ocupan el cielo

Hora: cualquiera entre las 14 y las 23 horas.

-Buenas tardes.

-Buenas tardes, señor. ¿En qué puedo ayudarle?

-¿Cómo?... ¿Acaso no sabe usted quién soy yo?

-No, lo siento, señor. Ignoro quién es usted.

-¡Pues muy mal! Usted, como el resto, debería saber quién soy yo.

-Entiendo lo que usted quiere decir, señor, pero si no me da más señas, no podré saberlo.

-Mire, yo soy quien le paga a usted.

-¿Es que usted ha comprado el local?

-¡No, inepto! Si no fuera por mí, usted no tendría este trabajo.

-¿Ah sí?

-¡Claro que sí! Gracias a que yo apoyo a los políticos que apoyo, este país sigue funcionando. De otra forma, el país se hubiera convertido en una suerte de Babilonia, llena de libertinos y ateos.

-¿Se refiere a que usted es una persona de ideología conservadora?

-Yo soy una persona recta y que no tolera lo cambios arbitrarios y sin sentido. Si las cosas van bien, qué razón hay para cambiar nada. Soy un emprendedor, amante del libre mercado, las inversiones de riesgo y los grandes beneficios. Y no me gusta pagar más impuestos que los justos. ¿Acaso a usted le gusta que con sus impuestos se ayude a todos esos parásitos que no tienen donde caerse muertos? Eso antes, no pasaba. A esa escoria se la apartaba de la sociedad y no se le ayudaba.

-Pues siento llevarle la contraria pero a mí no me importa pagar impuestos para que con ese dinero se construyan escuelas, hospitales, bibliotecas, universidades?

-¿Escuelas?...¿Universidades?...¿Bibliotecas?...¡Bah! Todo eso solamente sirve para criar rojos y maleantes. Antes, en mi época, sólo estudiaban las gentes de bien y en escuelas y universidades católicas. La disciplina y la doctrina católica eran la mejor combinación para que nadie se apartara del camino. Ahora, con todos esos abogados “liberales”, nadie está a salvo. Mire, si no, a ese “radical” de Garzón, capaz de retener a un prócer como el general Pinochet, con todo lo que ese hombre hizo por la causa. Después se empeñó en reivindicar la memoria de quienes perdieron la guerra, habrase visto cuánta osadía. Suerte que la lógica lo ha puesto en su sitio y ahora es él quien acabará en el banquillo.

-Hasta donde yo sé, el juez Garzón solamente quería darles la oportunidad a quienes perdieron a un familiar en la guerra de saber dónde está enterrado?

-¡Pamplinas! El caudillo ya zanjó ese tema cuando enterró a unos cuantos de esos muertos de hambre en el Valle de los Caídos, en un gesto de humildad que pocos entendieron. ¡Qué desagradecido es el pueblo español para con sus líderes!

-Cierto es, señor. Lo que pasa es que no todos los líderes son iguales y no todos se preocupan por las personas del país, de la misma manera.

-¡Por supuesto que no! Esos que se consideran “liberares” malgastan el dinero en tonterías, en leyes para ayudar a los dependientes, en becas para quienes no tienen medios, en una seguridad social y sanitaria que cubra sus necesidades. ¡Eso sí que debería estar penado por la ley! El dinero de los impuestos está para devolverlo a quienes contribuimos en las campañas políticas, que bastante dinero nos cuesta. ¿Qué sería de las grandes fortunas de nuestro país sin las obras públicas que doblan o triplican sus presupuestos? ¿Y qué me dice de las recalificaciones de terrenos para construir faraónicos proyectos en un área destinada a construir un parque? Lo menos que se puede pedir es que beneficie a quienes creamos puestos de trabajo, gracias a todas esas enormes obras.

-Sí señor, esas obras dan mucho trabajo, pero suelen ser unos empleos muy precarios yla crisis que vivimos en la actualidad ha demostrado que no era oro todo lo que relucía?

-¡Mentiras de la prensa roja! Esta crisis es culpa de la gente, que se volvía loca comprando casas y gastando dinero. Los bancos no tuvieron ninguna culpa, válgame dios. Ellos sólo se limitaron a prestar dinero, que para eso están. ¿De qué otra forma me pueden repartir mis beneficios a final de año? No, esta crisis no tiene nada que ver con el ladrillo y la especulación, sino con la mala cabeza de quienes no están acostumbrados a tener dinero. Ya lo decían en mi casa,el dinero sólo lo deben tener los ricos y nadie más. El resto no sabe qué hacer con él y siempre se equivocan.

-Entonces, ¿Cuál es su solución para salir de la crisis?

-Muy simple. Si se quiere salir de la crisis, hay que dejar que las personas con clase, de ideología intachable y de piadoso corazón lleven el país. Se acabó el cuestionar el lógico funcionar de las cosas. ¿En qué cabeza cabe que se juzgue a alguien por aceptar unos regalos de nada? Siempre ha sido así, sobre todo porque es de bien nacidos, ser agradecidos. ¿Llamar a alguien fascista por entrar en una guerra, colocar banderas o saltarse las leyes que permiten a dos personas del mismo sexo casarse?...Fusilarlos a todos es lo que habría que hacer, como con el director de aquel festival de pacotilla que proyectó una película de adultos a las dos la mañana. Antes, nada de eso pasaba y tan bien que vivíamos. ¿A dónde iremos a parar si las mujeres pueden llegar a ser ministras de defensa? Una patada en el culo es lo que yo le daba y la mandaba a su casa, a cumplir con sus obligaciones, como Dios manda.

-¿Y algún deseo para navidad, señor?

-¿Deseo para navidad? Otra estupidez, otra de tantas, aunque gracias a ella, yo engordo mi cuenta de resultados. No hay como fomentar el libre comercio, controlando las ayudas que nos llegan y, de paso, evitando que los productos que no queremos que lleguen logren hacerlo. Está muy bien tener una aduana decimonónica cuando en el resto del mundo las están quitando. Y no hay como tener influencias en el consistorio. Todavía recuerdo cuando logré cerrar una guardería y una biblioteca, porque me molestaban los ruidos de los niños. Lo que me molestaba es que aquellos muertos de hambre pasaran por delante de mi puerta. Antes ni siquiera se les ocurría pasar por delante de mi puerta. Y si lo hacían, siempre había un guardia que los ponía en su sitio. Ah, qué tiempos aquellos?

-Pues entonces, no le felicitaré las Navidades, ya que le molestan tanto, señor.

-Pero, un momento ¿todavía no sabe quién soy yo?

-A ver, a ver, no me lo diga?¿Usted es un animal, un vegetal, un mineral o un anormal?

Eduardo Serradilla Sanchis

Protagonista: un enchaquetado y estirado señor, de pelo engominado hacia atrás, y portando gafas de sol, a pesar de las nubes que ocupan el cielo

Hora: cualquiera entre las 14 y las 23 horas.