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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

Paisaje tras el descabezamiento

El surrealismo nunca se alejó de la política canaria, aunque espaciara sus apariciones, de modo que, por muy plácida y muy estable que discurriera la legislatura, ahí hemos tenido, en poco más de veinticuatro horas, ese descabezamiento de un gobierno auspiciado por una decisión unipersonal de no optar nuevamente por la presidencia (léase José Miguel Pérez) y por la derrota/retirada en proceso de primarias internas de quien ha venido ejerciéndola desde 2007 (entiéndase Paulino Rivero).

El hecho propicia nuevos y probables escenarios que obligan a actores y regidores, damnificados, expectantes y agregados, a realizar un impensable e inesperado ejercicio de empirismo político. Hay que administrar las secuelas (¿quiénes lo van a hacer?) y hay que preparar el terreno (con unas sensibles declaraciones de impacto) en medio de medidas legislativas de calado, elaboración del último presupuesto, determinaciones para apurar el cumplimiento del pacto de gobernabilidad y una consulta popular en la que habrá que definirse sobre el modelo futuro de desarrollo, en tanto late una colisión institucional de cierta entidad.

Los partidos tendrán que resolver sobre la marcha. Los gubernamentales y quienes velan sus armas en la oposición y asisten al descabezamiento en posición más cómoda, así como los que, aún sin representación parlamentaria, redefinirán sus estrategias para ganar credibilidad y, si nos apuran, hasta espacios políticos. Para el periodismo también se abre un período singular que requiere de rigor en la información y en el análisis. Sobre los primeros pesa, además del encauzamiento de su futuro, la responsabilidad de atender los asuntos y las demandas aún insatisfechas de los ciudadanos. Priorizar y deslindar las actuaciones es un doble objetivo relevante en cuanto son sabedores de la influencia que puede tener en el período preelectoral (precampaña, a fin de cuentas) en el que nos encontramos.

Los acontecimientos se han producido tan deprisa que hasta el factor oportunidad está cobrando mayor relieve. Quede para los estrategas su feedback su incidencia tanto en el ámbito interno de las organizaciones como en la digestión que vaya haciendo la ciudadanía de cuanto acaece, que no es poco, no se sabe si para estimular el interés por la política y los políticos, tan horros de afectos en los últimos tiempos. Lo cierto es que cuando a la legislatura parecía faltar esa convulsión que ha caracterizado prácticamente todos los ciclos de nuestra democracia autonómica, ha surgido este descabezamiento de consecuencias que no proporcionan, precisamente, indiferencia.

Y así, en los escenarios aparecen los socialistas que habrán de decidir -si no hay variaciones- entre cuatro opciones con un inquietante y difuso decorado de dilema interterritorial y de grietas internas. Lo fácil es decir que dependerá de la reflexión y la madurez de las bases que no se habían visto en otra, pero debilidades estructurales y limitaciones ideológicas llamativas en medio de los debates nominalistas, auguran una solución muy costosa y sufrida. Los nacionalistas de Coalición Canaria, por su parte, entran con la superación inicial de una prueba y de una situación interior a la que se enfrentaban por primera vez, pero con las incógnitas del proceso posterior que sus dirigentes se aprestan a gestionar con la racionalidad orientada a mantener cierta unidad, a la espera de reconducir un proceso de reunificación o integración cada vez más complicado.

Total, que quienes vaticinaban un final de legislatura apacible y sin sobresaltos, ya tienen con que entretenerse. El paisaje invita.

El surrealismo nunca se alejó de la política canaria, aunque espaciara sus apariciones, de modo que, por muy plácida y muy estable que discurriera la legislatura, ahí hemos tenido, en poco más de veinticuatro horas, ese descabezamiento de un gobierno auspiciado por una decisión unipersonal de no optar nuevamente por la presidencia (léase José Miguel Pérez) y por la derrota/retirada en proceso de primarias internas de quien ha venido ejerciéndola desde 2007 (entiéndase Paulino Rivero).

El hecho propicia nuevos y probables escenarios que obligan a actores y regidores, damnificados, expectantes y agregados, a realizar un impensable e inesperado ejercicio de empirismo político. Hay que administrar las secuelas (¿quiénes lo van a hacer?) y hay que preparar el terreno (con unas sensibles declaraciones de impacto) en medio de medidas legislativas de calado, elaboración del último presupuesto, determinaciones para apurar el cumplimiento del pacto de gobernabilidad y una consulta popular en la que habrá que definirse sobre el modelo futuro de desarrollo, en tanto late una colisión institucional de cierta entidad.