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Que cada palo aguante su vela

No conozco con detalle qué es ocurre con Sialsa, pero creo lógico que los trabajadores y los ganaderos pretendan la intervención del Cabildo dada su vinculación histórica a la corporación. Es la única instancia con que cuentan. Sin embargo, no me parece justo el olvido del origen del problema: la venta de la compañía a Kalise por José Manuel Soria. Éste dijo, públicamente, que “el Cabildo no estaba para fabricar yogures” y la vendió en doce millones de euros, si mal no recuerdo, sin que hasta la fecha se sepa muy bien a qué cuidados destinó aquel dinero porque no se sintió obligado por la necesidad legal de justificar las enajenaciones de patrimonio público; y sin que se hayan disipado las sospechas de que lo que interesaba de Sialsa era el solar de sus instalaciones a efectos inmobiliarios.

Todo huele a que la misma crisis que ha llevado a la corporación a incumplir sus promesas, frustró las supuestas expectativas de negocio con su suelo y de ahí la urgencia de desandar lo andado. De ser esto cierto, no sería la primera vez que alguien adquiere activos públicos con un objetivo de lucro y al no conseguirlo trata de deshacer lo hecho. Cosa comprensible desde la perspectiva privada, aunque desde la pública no estaría mal conocer en cuanto vendería ahora Kalise al Cabildo para comparar esa cantidad con la suma que pagó al comprar. De eso también debería informar el comité de empresa; porque cabe suponer que si hay crisis empresarial en Sialsa, se ha producido una desvalorización que deberá reflejarse en el precio de la recompra que quieren los representantes del personal.

Digo esto más que nada para ver si de una maldita vez aprendemos de los errores. En su día, cuando la venta de Sialsa, no hubo más oposición que unos pocos escritos advirtiendo de su incidencia negativa en el sector. Se advirtió de lo que podía pasar, que es justamente lo que pasa. Recuerdo haber hecho algún comentario en esta columna, como recuerdo las réplicas airadas de varios lectores en defensa de la sabiduría gestora de Soria; que es la que es, como hemos comprobado amargamente..

No puedo asegurar que el comité de empresa se opusiera entonces a su venta con el mismo ardor con que exige la recompra. No digo que no hubiera oposición del comité ni descarto la posibilidad de que se equivoque el Cabildo al resistirse a ceder a sus deseos: sólo me parece que el análisis de lo que ocurre necesita partir de los antecedentes, tener en cuenta el origen de la situación, aunque sólo sea para constatar que las alegrías privatizadoras han generado a menos de medio plazo problemas con los que han cargado los que vinieron detrás. Va siendo hora de que cada palo aguante su vela y que, al margen de que se le exija a la corporación que resuelva el problema y de que acierte o no en la manera de afrontarlo, resulta útil tener la memoria suficiente para evitar que los responsables originarios se vayan de rositas, como dicen en la metrópoli. Son demasiados los desafueros perpetrados por el PP en las dos principales corporaciones grancanarias para echarlas en saco roto.

No conozco con detalle qué es ocurre con Sialsa, pero creo lógico que los trabajadores y los ganaderos pretendan la intervención del Cabildo dada su vinculación histórica a la corporación. Es la única instancia con que cuentan. Sin embargo, no me parece justo el olvido del origen del problema: la venta de la compañía a Kalise por José Manuel Soria. Éste dijo, públicamente, que “el Cabildo no estaba para fabricar yogures” y la vendió en doce millones de euros, si mal no recuerdo, sin que hasta la fecha se sepa muy bien a qué cuidados destinó aquel dinero porque no se sintió obligado por la necesidad legal de justificar las enajenaciones de patrimonio público; y sin que se hayan disipado las sospechas de que lo que interesaba de Sialsa era el solar de sus instalaciones a efectos inmobiliarios.

Todo huele a que la misma crisis que ha llevado a la corporación a incumplir sus promesas, frustró las supuestas expectativas de negocio con su suelo y de ahí la urgencia de desandar lo andado. De ser esto cierto, no sería la primera vez que alguien adquiere activos públicos con un objetivo de lucro y al no conseguirlo trata de deshacer lo hecho. Cosa comprensible desde la perspectiva privada, aunque desde la pública no estaría mal conocer en cuanto vendería ahora Kalise al Cabildo para comparar esa cantidad con la suma que pagó al comprar. De eso también debería informar el comité de empresa; porque cabe suponer que si hay crisis empresarial en Sialsa, se ha producido una desvalorización que deberá reflejarse en el precio de la recompra que quieren los representantes del personal.