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Pasiones cristianas

Aunque una obra de encargo, una de cuatro pasiones que en nombre de la Academia Internacional Bach de Stuttgart hizo Rilling, La Pasión de San Juan de Sofía Gubaidulina es una composición sobrecogedora que alterna sencillez y complejidad, y que a pesar de sus nexos con la liturgia ortodoxa, ofrece una dimensión religiosa panteísta, una mística al alcance de casi todos. Combina el texto evangélico de San Juan y el Apocalipsis con un comentario contemporáneo, creando así un peculiar intertexto entre sensibilidad y escritura bíblica. Partitura nítidamente dividida en secuencias numeradas, que integran dos partes, el texto lo narra principalmente un bajo y un barítono, este primero variando un motivo monocorde que evoca las letanías monásticas y que cobra lirismo gradualmente. Tras las voces individuales, el coro retoma y comenta las estrofas temáticas, y en determinados momentos abandona el canto para hablar y murmurar. Las cuerdas, vientos, percusión y órgano nutren una especie de subtexto sonoro, esencia escueta, minimalismo recurrente que da paso a intervenciones plenas de la orquesta. Gubaidulina nos obliga a aguzar el oído, a adivinar las evanescentes notas de sus cuerdas o a saber que ese tenso zumbido metálico proviene de las campanas tubulares acariciadas.

Un verdadero evento musical, junto a la revelación de Valeri Gergiev, director de la Orquesta del Teatro Marinsky de San Petersburgo. El próximo 5 de febrero nos espera La pasión según San Marcos de Golijov. Jonathan Allen

Aunque una obra de encargo, una de cuatro pasiones que en nombre de la Academia Internacional Bach de Stuttgart hizo Rilling, La Pasión de San Juan de Sofía Gubaidulina es una composición sobrecogedora que alterna sencillez y complejidad, y que a pesar de sus nexos con la liturgia ortodoxa, ofrece una dimensión religiosa panteísta, una mística al alcance de casi todos. Combina el texto evangélico de San Juan y el Apocalipsis con un comentario contemporáneo, creando así un peculiar intertexto entre sensibilidad y escritura bíblica. Partitura nítidamente dividida en secuencias numeradas, que integran dos partes, el texto lo narra principalmente un bajo y un barítono, este primero variando un motivo monocorde que evoca las letanías monásticas y que cobra lirismo gradualmente. Tras las voces individuales, el coro retoma y comenta las estrofas temáticas, y en determinados momentos abandona el canto para hablar y murmurar. Las cuerdas, vientos, percusión y órgano nutren una especie de subtexto sonoro, esencia escueta, minimalismo recurrente que da paso a intervenciones plenas de la orquesta. Gubaidulina nos obliga a aguzar el oído, a adivinar las evanescentes notas de sus cuerdas o a saber que ese tenso zumbido metálico proviene de las campanas tubulares acariciadas.

Un verdadero evento musical, junto a la revelación de Valeri Gergiev, director de la Orquesta del Teatro Marinsky de San Petersburgo. El próximo 5 de febrero nos espera La pasión según San Marcos de Golijov. Jonathan Allen