Veo con cierta sospecha y distancia la proliferación de eslóganes de apariencia filosófica en tecnologías y dispositivos que pueden usarse cómodamente con una sola mano, consistentes en predicar a los demás el disfrute de los pequeños momentos y cosas. No es el viejo testamento sino uno reformado acorde con los tiempos postmodernos, no se trata del clásico a vivir que son dos días, no, la nueva fundamentación parte del axioma de que la gente no sabe disfrutar y hay que revelárselo. Y la dichosa palabrita comienza a incomodarme. Y como no lo sabemos ni hemos disfrutado nunca de las insignificancias, pues siempre hay quien te lo indique desde su pequeño paraíso que, a veces, es recién descubierto como conclusión a una vida de resultado incierto ya en la segunda parte.
De este nuevo testamento se deduce que siempre habíamos vivido persiguiendo grandes momentos y cosas, y los dioses nos castigaron con sucesivas crisis y calamidades de todo tipo, y debemos rebajar aspiraciones. Convencidos de que ya nada será como antes, que todo irá a peor, nos proponen ambición austera. Esperando estoy a que algún predicador venga y me diga que hay que comer gofio. Porque han descubierto lo cotidiano como una oportunidad poética y reparadora, que nos redimirá del pecado y la avaricia. Ahora tenemos que extasiarnos con una sola papa. Aquellos grandes momentos en los que comprábamos las papas por sacos y echábamos en el caldero todo lo que cabía e invitábamos a que no se vayan para que almuercen chicharros con papas nuevas, todo aquello fue un error. Esos grandes momentos no volverán y ahora tenemos que ver en la papita menuda, digo, en las cosas pequeñas, el auténtico sentido de la vida. La felicidad está en el cortadito de las 6:30 de la mañana. Se rayan los ojos de satisfacción. Otros disfrutaríamos más si no costara tanto. Pero bueno, en eso consiste el nuevo pensamiento periférico de las clases creativas, en resignarse y congratularse de que por lo menos podemos difundirlo en tecnologías que pueden ser manejadas cómodamente con una sola mano. Así el mundo se convertirá en un antro selecto y alternativo de disfrutones y disfrutonas.
Las crisis encadenadas desde el 2009 nos han rebajado las aspiraciones. Hipotecas y deudas bancarias, incendios, inundaciones, pandemias, cero turístico, inflación, sin papas, etc., legitiman y nos indican el nuevo itinerario vital. No queda otra. Olvídate de aquellos aguacates a cuchara. Fue muy presuntuoso por nuestra parte. Casi ostentoso. Y no importa que la inmensa mayoría no haya vivido grandes momentos en su vida, ni sepa lo que es, hay que renunciar porque ya eso no es relevante. Y si la inmensa mayoría ha vivido toda la vida de pequeños momentos y cosas y alguna cuartita de vino con manises y algún pejín, no se habían dado cuenta. Por eso hay que teorizarlo y predicarlo. ¡Cómo no nos dimos cuenta de disfrutar¡