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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

Perder el juicio

Como los mayores no se atreven con el jefe, los más jóvenes, que son los que no tienen nada que perder, han empezado a ponerlo a parir ahora que está en horas bajas, ahora que ve que el ministerio tiene fin, ahora que ha empezado a perder el juicio, en los juzgados y en las instituciones, en su batalla personal con la diputada juez. Dicen que cada noche reza para que Podemos no llegue a un acuerdo con el PSOE y la nombren ministra de Justicia. Ministro por ministra.

Mientras los adultos del partido están acojonados, los más chicos han comenzado a enseñar la patita. Les ha costado, sí, tanto que tras la primera arremetida en prensa se han replegado en su trinchera por miedo a las represalias. En el partido no se mueve una silla sin el consentimiento del jefe, del gerifalte mayor del reino.

Hasta ahora nadie se ha atrevido a toserle. Uno que lo intentó hace años se tuvo que ir del partido con cajas destempladas, humillado por el jefe, su corte y su cohorte. Lo tiene todo controlado. Le pasará seguramente como a Franco, que nadie lo echará del cargo hasta su defunción política. Es tan chulo que asegura que de ahí no lo echan ni con agua caliente, que se irá tranquilamente cuando a él le dé la real gana, y en todo caso con los pies por delante. Que morirá con las botas puestas.

Aún no sabemos si los jóvenes rebeldes van a seguir dando la batalla o se asustarán y volverán a la casilla de partida. Ni tan siquiera las nuevas generaciones quieren arriesgarse a ser noqueadas por el gran jefe Salmón Arrogante antes de iniciar su incipiente carrera política. También los imberbes temen ser expulsados del paraíso por la espada flamígera del cacique sempiterno.

El domingo osaron criticarlo, pero el lunes recogieron velas. No contestaron al teléfono, huyeron de las llamadas de la prensa y de otros correligionarios mayores que les aconsejaban sumisión al que un día fue la Gran Esperanza Blanca y hoy es el Derrotado Ministro Color Salmón.

Todos en el partido están haciendo fuerzas para cogerlo en la bajada. Todos, incluso los que todavía hoy lo adulan y pelotean. Cuando la baraja cambie de manos todos, cobardemente, se abalanzarán sobre él y lo dejarán hecho jirones, haciendo leña del árbol caído.

Entonces será el momento en el que se comprobará que la política no hace amigos, ni siquiera cuando acudes a la pesca del salmón embutido en sport fino.

Como los mayores no se atreven con el jefe, los más jóvenes, que son los que no tienen nada que perder, han empezado a ponerlo a parir ahora que está en horas bajas, ahora que ve que el ministerio tiene fin, ahora que ha empezado a perder el juicio, en los juzgados y en las instituciones, en su batalla personal con la diputada juez. Dicen que cada noche reza para que Podemos no llegue a un acuerdo con el PSOE y la nombren ministra de Justicia. Ministro por ministra.

Mientras los adultos del partido están acojonados, los más chicos han comenzado a enseñar la patita. Les ha costado, sí, tanto que tras la primera arremetida en prensa se han replegado en su trinchera por miedo a las represalias. En el partido no se mueve una silla sin el consentimiento del jefe, del gerifalte mayor del reino.