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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

Pirómanos de cada agosto

Cada vez hay más gente sin trabajo, víctima de los recortes. Y tú quieres demostrar que falta personal, que haría falta contratar mucha más gente. Además, y esto lo sabes bien: los incendios son casi siempre por la tarde, al atardecer, cuando se extienden las sombras. ¿Y por qué? Porque entonces ya han terminado los turnos de la mañana de los servicios y el movilizar gente para apagar el fuego supone muchas horas extras a las instituciones. Lo tienes claro: sabes que no van a ahorrar ni un céntimo. Sabes bien que tienes que recorrer kilómetros, de poco vale prender solo un foco. Tienes que prender en varios sitios, para que el efecto sea más determinante. Además, actúas por contagio. Puede que el primer fuego del verano sea en el Pirineo, el segundo en Valencia, el tercero en Tenerife, el cuarto en La Palma, el quinto y más devastador en La Gomera. Sin olvidarnos de que tú o tal vez otros amigos tuyos en pocos días volverán a pegar fuego en los montes de León, otra vez en Tenerife, otra vez en La Palma, otra vez en La Gomera.

Dicen los expertos que la piromanía es un trastorno psicológico raro, pero tan raro no debe ser cuando tú sabes muy bien lo que debes hacer. ¡Cómo explicar el gozo que sientes al sembrar las llamas, relajación, placer, intensidad emocional, casi un orgasmo al presenciar cómo crecen, incluso al extinguirlas participando en las brigadas como si tú no hubieses tenido nada que ver con ellas! Nadie te descubre, nadie te delata. Tienes la suerte de vivir en un país donde destruir lo público no importa mucho, penas irrisorias y beneficios penitenciarios. La piromanía es un desorden mental muy raro, dice internet, y los pirómanos nunca van a hospitales psiquiátricos. Así nos va.

Blogdeleonbarreto.blogspot.com

Luís León Barreto

Cada vez hay más gente sin trabajo, víctima de los recortes. Y tú quieres demostrar que falta personal, que haría falta contratar mucha más gente. Además, y esto lo sabes bien: los incendios son casi siempre por la tarde, al atardecer, cuando se extienden las sombras. ¿Y por qué? Porque entonces ya han terminado los turnos de la mañana de los servicios y el movilizar gente para apagar el fuego supone muchas horas extras a las instituciones. Lo tienes claro: sabes que no van a ahorrar ni un céntimo. Sabes bien que tienes que recorrer kilómetros, de poco vale prender solo un foco. Tienes que prender en varios sitios, para que el efecto sea más determinante. Además, actúas por contagio. Puede que el primer fuego del verano sea en el Pirineo, el segundo en Valencia, el tercero en Tenerife, el cuarto en La Palma, el quinto y más devastador en La Gomera. Sin olvidarnos de que tú o tal vez otros amigos tuyos en pocos días volverán a pegar fuego en los montes de León, otra vez en Tenerife, otra vez en La Palma, otra vez en La Gomera.

Dicen los expertos que la piromanía es un trastorno psicológico raro, pero tan raro no debe ser cuando tú sabes muy bien lo que debes hacer. ¡Cómo explicar el gozo que sientes al sembrar las llamas, relajación, placer, intensidad emocional, casi un orgasmo al presenciar cómo crecen, incluso al extinguirlas participando en las brigadas como si tú no hubieses tenido nada que ver con ellas! Nadie te descubre, nadie te delata. Tienes la suerte de vivir en un país donde destruir lo público no importa mucho, penas irrisorias y beneficios penitenciarios. La piromanía es un desorden mental muy raro, dice internet, y los pirómanos nunca van a hospitales psiquiátricos. Así nos va.