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¿Plástico? No, gracias

Se conmemora mañana el Día Mundial del Medio Ambiente, establecido por la Asamblea General de Naciones Unidas en diciembre de 1972, con un lema este año, Sin contaminación Por plástico. En efecto, el gran enemigo es el plástico. Imágenes recientes de la existencia de verdaderas montañas de plástico en zonas costeras, orillas del mar o de lago y en la desembocadura de los ríos han generado un verdadero impacto, tal es así que instituciones y empresas ya están reaccionando y están haciendo frente con distintas medidas, consistentes, sobre todo, en la supresión de productos de este material de un solo uso.

La Comisión Europea también toma la iniciativa. La cantidad creciente de residuos de plásticos en mares y océanos obliga a la adopción de nuevas normas para esos productos de un solo uso, así como para los artes de pesca perdidos y abandonados. Se calcula que tales productos representan el 70 % de todos los residuos marinos, casi tres cuartas partes. Las nuevas normas son proporcionadas y han sido concebidas para obtener los mejores resultados. Ello quiere decir que se van a aplicar medidas diferentes a productos diferentes. Según se ha sabido, se prohibirá la comercialización de productos de plástico de un solo uso para los cuales hay alternativas asequibles. En el caso de que no existieran tales alternativas, el objetivo será limitar su uso imponiendo un criterio de reducción del consumo a escala nacional; aplicar requisitos de diseño y etiquetado e imponer obligaciones de gestión y limpieza de residuos a los productores. Esta nueva normativa situará a la Unión Europea en la delantera en una cuestión con implicaciones mundiales.

Hay dos declaraciones de dirigentes europeos muy ilustrativas. El vicepresidente de la Comisión Europea, Frans Timmermans, responsable de Desarrollo Sostenible, después de remarcar el papel de la Comisión en los grandes asuntos, entre los que incluyó el que nos ocupa, advirtió que “esos residuos acaban en nuestro aire, nuestros suelos, nuestros océanos y nuestros alimentos”. Afirmó que “vamos a prohibir algunos de esos artículos y los sustituiremos por alternativas más limpias, de manera que los consumidores puedan seguir usando sus productos favoritos”.

La otra manifestación sobre el particular es de Jyrki Katainen, responsable de Fomento del Empleo, Crecimiento, Inversión y Competitividad. Es contundente: “El plástico puede ser un material fantástico pero tenemos que utilizarlo de una manera más responsable. Los plásticos de un solo uso no son una opción inteligente desde todos los puntos de vista económico y ambiental”.

En todo el mundo, según la Comisión Europea, los plásticos representan el 85 % de la basura marina, por lo que es indispensable afrontar los problemas derivados de su fabricación y uso. Eso creará nuevas oportunidades de innovación, competitividad y empleo. Después de haber acometido decididamente este problema en el año 2015, el 72 % de los europeos, según el Eurobarómetro, afirma haber reducido el uso de las bolsas plásticas.

Productos plásticos de un solo uso

La prohibición del plástico en determinados productos es una de las nuevas normas que introduce la Comisión Europea para intentar reducir la presencia de ese material que, como escribimos ayer, representa el 85 % de la basura marina. Los productos de plástico de un solo uso no podrán comercializarse cuando haya alternativas fácilmente disponibles y asequibles. Se aplicará la prohibición a estos productos: platos, cubiertos, pajitas, agitadores de bebidas, bastoncillos de algodón y palitos de globos de plástico, que deberán estar fabricados exclusivamente con materiales más sostenibles. Los recipientes de bebidas de un solo uso de plástico solo podrán comercializarse si sus tapas y tapones permanecen unidos a ellos.

La Comisión Europea tiene claro que los Estados miembros habrán de reducir el uso de los recipientes alimentarios y de los vasos de plástico. Los fabricantes contribuirán a cubrir los costes de la gestión y la limpieza de residuos, así como de las medidas de sensibilización relacionadas con los recipientes alimentarios, los envases y envoltorios, los recipientes y vasos de bebidas, los productos del tabaco con filtro, las toallitas húmedas, los globos y las bolsas de plástico ligeras. Igualmente, los Estados miembros estarán obligados a recoger el 90 % de las botellas de bebidas de plástico de un solo uso de aquí a 2025 mediante sistemas de consigna, por ejemplo.

Importante es lo dispuesto sobre requisitos de etiquetado, exigidos a algunos productos que deberán llevar una etiqueta clara  y normalizada que informe sobre el modo de eliminación de los residuos, su impacto ambiental negativo y la presencia de plásticos en ellos. Este requisito se aplicará a las compresas higiénicas, las toallitas húmedas y los globos.

Los países integrantes de la Unión Europea tendrán que poner en marcha otras medidas de sensibilización entre los consumidores. Los efectos de tirar plásticos de un solo uso y artes de pesca, así como la disponibilidad de sistemas de reutilización, han de ser vigilados en la que se vislumbra como una ingente tarea a cargo de la Administración y de los ciudadanos.

Está claro que los residuos de plásticos son nocivos y significan un auténtico derroche al que hay que poner fin. Las instancias europeas, aún a sabiendas de lo difícil que resulta la concienciación, confían en que se repita el éxito de la Directiva de 2015 sobre las bolsas de plástico que tuvo una acogida muy favorable y surtió efectos muy positivos tal fue el comportamiento de los consumidores.

Canarias, pruebas inquietantes

Y en Canarias debemos estar muy atentos. Hace escasas fechas, el periódico El País publicaba un interesantísimo reportaje firmado por Manuel Planelles y que titulaba El paraíso canario donde acaba nuestra basura. Aludía al parque natural del Archipiélago Chinijo, al parque marítimo terrestre más importante de Canarias y la reserva marina más grande de Europa. Planelles subraya el testimonio de Alexis Rivera, biólogo y técnico de la organización ecologista WWF en las islas Canarias: “Aquí llega la basura del planeta”, le dijo en La Graciosa, en la paradisíaca playa del Ámbar, en la isla La Graciosa. Algunos datos son escalofriantes: en 1950, la producción mundial de plástico rondaba los 1,7 millones de toneladas. En 2016, la compañía PlasticsEurope registró hasta 335 millones de toneladas.  Al significativo aumento, hay que añadir el corto ciclo de vida de muchos productos plastificados y la bajas cifras de reciclado. Citando fuentes de la Comisión Europea, tan solo un 30 % de los residuos de plástico de la Unión Europea son recogidos para ser reciclados. ¿Y dónde termina lo que no se recoge? Muy sencillo, a menudo, en el mar y en las playas.

Sobre la misma playa graciosera, ha elaborado un minucioso trabajo la investigadora de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y su equipo, Alicia Herrera. Sus registros, también reflejado en el reportaje, no son menos impresionantes: el 52,7 % de las muestras recogidas en la arena eran de fragmentos plásticos y un 35,6 %, de petróleo. “Cantidades alarmantes de basuras marinas menores de cinco milímetros (microbasuras); y de cinco milímetros a dos centímetros (mesobasuras) durante todo el año”, se señala en la investigación que concluye con que se trata de una de las playas canarias que mayor acumulación presenta por su orientación.

Más datos reveladores de un problema de envergadura: en cada temporada de voluntariado, se recogen entre 4.500 y 6.000 kilos de basura en todo el parque. Hay que sumarlos los 20.000 kilos que, por su parte, recoge el Organismo Autónomo Parques Nacionales, dependiente del ministerio de Medio Ambiente, propietario del 98,5 % de la superficie que ocupa la isla La Graciosa, casi dos mil setecientas hectáreas.

Alexis Rivera, uno de los protagonistas de este reportaje, es rotundo: “El parque es muy frágil y si las visitas no se hacen de forma controlada, pueden afectarle”. Así que bienvenidas sean las directivas y de las disposiciones de la Comisión Europea -y de los Estados miembros- antes de que paraísos como el de la playa graciosera se conviertan en vertederos y espacios irrecuperables.

La guerra al plástico está declarada. Pero hay que ganarla.

Se conmemora mañana el Día Mundial del Medio Ambiente, establecido por la Asamblea General de Naciones Unidas en diciembre de 1972, con un lema este año, Sin contaminación Por plástico. En efecto, el gran enemigo es el plástico. Imágenes recientes de la existencia de verdaderas montañas de plástico en zonas costeras, orillas del mar o de lago y en la desembocadura de los ríos han generado un verdadero impacto, tal es así que instituciones y empresas ya están reaccionando y están haciendo frente con distintas medidas, consistentes, sobre todo, en la supresión de productos de este material de un solo uso.

La Comisión Europea también toma la iniciativa. La cantidad creciente de residuos de plásticos en mares y océanos obliga a la adopción de nuevas normas para esos productos de un solo uso, así como para los artes de pesca perdidos y abandonados. Se calcula que tales productos representan el 70 % de todos los residuos marinos, casi tres cuartas partes. Las nuevas normas son proporcionadas y han sido concebidas para obtener los mejores resultados. Ello quiere decir que se van a aplicar medidas diferentes a productos diferentes. Según se ha sabido, se prohibirá la comercialización de productos de plástico de un solo uso para los cuales hay alternativas asequibles. En el caso de que no existieran tales alternativas, el objetivo será limitar su uso imponiendo un criterio de reducción del consumo a escala nacional; aplicar requisitos de diseño y etiquetado e imponer obligaciones de gestión y limpieza de residuos a los productores. Esta nueva normativa situará a la Unión Europea en la delantera en una cuestión con implicaciones mundiales.