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Así nos preocupamos todos

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En nuestra época no es solo que los días pasen más rápidos, sino que pasan más cosas y todas al mismo tiempo. En otra modernidad el hombre anhelaba colonizar el futuro porque era imagen de perfección. Hoy en el espejo se refleja una imagen de cierto horror.

Las redes sociales y en cualquier caso un móvil promueve el hilotismo, esa forma espartana y contentadiza de ser esclavo. Por capilaridad aparece una condición espantosa del hombre, todo lo que le hace feliz procede de su ignorancia, porque su deseo esta mediatizado por la propaganda. Los jóvenes eligen seguridad antes que intensidad y se aburguesan en la cómoda vía media, con débil pulso vital, temerosos de cualquier exposición. Son pastores alemanes y nunca lobos esteparios. 

Houllebecq de forma arriesgada habló de mutaciones metafísicas para referirse a los grandes cambios en la historia del Homo Sapiens y contabilizó dos, el cristianismo y la ciencia moderna. Acaso esté en marcha la tercera mutación, la del teléfono móvil en la mano. Dice el CIS que la emigración supera el paro y a la discusión política en las preocupaciones ciudadanas. Empezamos con la discusión política, un monte de odio. Hemos pasado los españoles de ser anormalmente centristas a estar anormalmente polarizados sin pasar por ser normales. Parecemos hilotas contentos de elegir entre Motos y Broncano o entre la bohemia de Max Estrella y la golfemia de Don Latino. Aceptamos que nos mientan y que nos dirija la clase política más mediocre nunca vista.

Pongo un ejemplo. Un tripartito gobernó la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria y la arruinó de forma pacífica. Degradaron a la ciudad sin conflicto porque el ciudadano crítico y el periodista rabioso estaban adormilados y fueron en la realidad un pastor alemán y no un lobo estepario. Estos días seleccionan quien mata a Sigfrido, al héroe local, nuestro Guiniguada. En su día manifesté que el Guiniguada no necesitaba concurso de ideas sino concurso de voces e invocaba a los Maestros Cantores y recordaba a Jerónimo. Sale a concurso ahora la forma como dejar enterrado al Guiniguada. Una de las músicas más bellas jamás escritas suena en el funeral de Sigfrido. Música maestro, que el funeral lo pagamos entre todos. Y aunque no guste a muchos digo que Jerónimo, alcalde, acaso no hubiera desenterrado al barranco por eso del posibilismo, pero lo hubiera dejado dormir y nunca se hubiera atrevido a celebrar el entierro definitivo del barranco nibelungo. Una cuestión de condicionante intelectual. En esta ciudad todavía hay quién vive pero parece que no tenemos otro placer que nuestra mala suerte.

El paro ya no es lo que era. De un enfoque Dickensiano donde la pobreza era lo mismo que no trabajar, ahora algunos dibujan su futuro de pequeñas oportunidades y grandes esperanzas sin pensar necesariamente en trabajar. Hemos visto en alguna modernidad el dinero a un precio negativo, cosa rara, y ahora asistimos a una época donde estar parado no es la peor de las situaciones.

Pero es la emigración la primera preocupación de los españoles y no por amenaza de invasión, tampoco porque nos quiten el trabajo sino porque no sabemos que hacer con el asunto. La frase buque insignia de Dostoievsky, si Dios no existe todo está permitido está dando alas a que nos comportemos de forma infame y estemos hasta los cojones de nosotros. Fuimos muy emigrantes, pero no se incluyó en nuestro código genético y cuando el futuro se convierte en presente se olvida el pasado. Nos preocupa la inmigración porque no sabemos qué hacer con ella, pero sobre todo no sabemos como pensar. Y no sabemos que decir, y sin lenguaje se puede ser compasivo, cooperante o incluso justo, pero sin lenguaje no puede florecer una moral cuya reflexión apura en nosotros la maravillosa flor de una ética.

En nuestra época no es solo que los días pasen más rápidos, sino que pasan más cosas y todas al mismo tiempo. En otra modernidad el hombre anhelaba colonizar el futuro porque era imagen de perfección. Hoy en el espejo se refleja una imagen de cierto horror.

Las redes sociales y en cualquier caso un móvil promueve el hilotismo, esa forma espartana y contentadiza de ser esclavo. Por capilaridad aparece una condición espantosa del hombre, todo lo que le hace feliz procede de su ignorancia, porque su deseo esta mediatizado por la propaganda. Los jóvenes eligen seguridad antes que intensidad y se aburguesan en la cómoda vía media, con débil pulso vital, temerosos de cualquier exposición. Son pastores alemanes y nunca lobos esteparios.