En Canarias estamos viviendo una situación especialmente extraordinaria; la llegada de numerosos migrantes a nuestras costas, que no nos es ajena porque ya la hemos vivido en otras ocasiones y, como sociedad, supimos resolverla. Y otra, con la que aún estamos lidiando, la pandemia y sus efectos. La suma de ambas está, sin duda, poniéndonos a prueba como sociedad y como humanidad.
En Cruz Roja, por nuestro compromiso humanitario con todas las personas, estamos a disposición de toda la sociedad en todo momento; durante una pandemia, un incendio, una situación de desamparo o desempleo, o cuando cualquier persona necesita ayuda, protección o cuidado.
Además, cuando las situaciones de máxima vulnerabilidad lo requieran, como es en el ámbito de la migración, debemos ser capaces de colaborar con las autoridades públicas de cada momento y con el resto de la sociedad, para juntos reestablecer las condiciones de vida de las personas que lo necesiten en el curso de su itinerario, brindándoles asistencia y protección, defendiendo sus derechos y su dignidad, mejorando su capacidad de buscar oportunidades y soluciones sostenibles, y promoviendo su inserción social e interacción con las comunidades de acogida. No sólo en España, sino en los 192 países en los que Cruz Roja está presente.
Es indiscutible que hay un amplio margen para un debate de principios sobre la migración, pero no puede haber ninguna duda sobre el principio fundamental de humanidad. Independientemente de su estatus legal, todos los migrantes y personas desplazadas son seres humanos y como organización y sociedad debemos asegurarnos de que los Estados salvaguarden su seguridad, dignidad y bienestar y garanticen el acceso sin trabas a los servicios esenciales que les permita continuar con sus vidas.
Por todo ello llevamos meses siendo objeto de críticas, acusaciones falsas e incluso acoso y amenazas por parte de algunos movimientos en redes sociales, algunos medios, algunos responsables públicos y ciertos líderes sociales que se han traducido en insultos y amenazas a; las personas inmigrantes, los hoteleros que facilitan la acogida, voluntarias, voluntarios y personal de Cruz Roja, informaciones falsas de situaciones que nunca se han llegado a producir, y manipulación de la información creando alarmas sociales injustificadas.
Evidentemente, durante nuestras actuaciones podemos cometer errores, y Cruz Roja tiene todos los cauces y canales para corregirlos y tomar las medidas que sean necesarias, y así lo hemos hecho en todas las ocasiones que correspondía hacerlo, pero cualquier insinuación o declaración sobre que Cruz Roja discrimina al resto de la población es totalmente incierta.
Durante el año 2020, bajo la amenaza todavía persistente de la COVID-19, Cruz Roja ha ayudado, protegido y cuidado a más de 5,000.0000 de personas gracias a la solidaridad de más de 250.000 personas voluntarias en todos los rincones del Estado. Sólo aquí en Canarias, hemos logrado llegar a 250.000 personas a través de más de 16.000 personas voluntarias que dedican su vida a sus vecinos y vecinas.
Estas personas voluntarias son las que siempre están en primera línea cuando nos acechan los incendios forestales, las que, desde el primer minuto de la pandemia, y sin descanso, han facilitado alimentos y medicamentos a las personas confinadas y un lugar donde poder protegerse a las que no lo tenían. Las personas que han realizado recogidas y traslados de personal sanitario y personas afectadas, las que han proporcionado conexiones y dispositivos para que niños y niñas en riesgo de exclusión pudieran seguir teniendo acceso a su educación, o las que continúan ayudando a encontrar empleo a quienes lo están perdiendo.
Estas personas voluntarias son las mismas personas a las que hoy se está increpando y acosando por ayudar a otras sin importarles quienes son o de donde vienen. Atacar a los voluntarios y voluntarias de Cruz Roja es atacar a nuestra propia comunidad, a nuestra propia sociedad y debilitarla.
Vivimos momentos de polarización ideológica en los que mostrar empatía con las personas en situaciones de injusticia, pobreza o desigualdad o cualquier otra expresión de vulnerabilidad, es más necesaria que nunca. Como también lo es la necesidad de exigir veracidad y rigor en toda información que se cree y comparta en entornos públicos y privados.
Cruz Roja no tiene la capacidad ni las competencias para resolver las causas que generan los flujos migratorios, pero cumple su misión cuando auxilia a toda persona que sufre situaciones de extrema necesidad evitando, desde la neutralidad e imparcialidad de quienes sólo seguimos los principios de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, situaciones de exclusión social, xenofobia o violencia que rompan la convivencia en nuestras comunidades y sociedad.
Lo que sí tenemos todas las personas es la responsabilidad y oportunidad de resolver estas situaciones. Porque, finalmente, lo que nos hace humanos es nuestra voluntad de ayuda mutua frente a las adversidades. Lo que nos ha hecho progresar, a lo largo de la historia, ha sido el deseo de construir comunidades de valores e intereses, cada vez más amplias, más abiertas y más inclusivas. Porque ser humanos nos hace ser mejores.